La Llagosta R2-Turó de les Maleses-Ermita de Sant Pere-Montcada i Reixac R2

La calificación de la ruta como moderada en su aspecto técnico, corresponde a los problemas de agarre que se presentan al paso por los senderos. En su mayoria son torrenteras, por lo que se aconseja evitarlos o extremar las precauciones en caso de lluvia. En ese caso, puede ser necesario el uso de al menos un bastón como punto de apoyo para incrementar la seguridad ante resbalones.
Los peores presentimientos rondan nuestros pensamientos, cuando la lluvia martillea incesantemente contra la ventanilla del tren, y el cielo, gris , plomizo, totalmente encapotado, provoca sensaciones apocalípticas. La mayoria de viajeros reflejan en sus rostros poco entusiasmo por llegar a los destinos que les aguardan, añorando seguramente el calor y la seguridad de su hogar. Afortunadamente nuestro grupo está inmunizado de manera natural ante cualquier tipo de empatia, que pueda intentar empañar nuestro reencuentro con las sensaciones que nos produce la lluvia en la naturaleza. Aunque en tono más moderado y voz algo más baja de lo habitual, repasamos la actualidad politica y deportiva, intercalando ocurrencias y suaves risas. El primer tramo, asfaltado y cercano a las vias, pone a prueba nuestro entusiasmo; el fragor del tráfico, el paso de trenes y varios túneles, se combinan con redoblada lluvia que nos moja sin compasión. De pronto, un lejano rumor capta nuestra atención. Es el encuentro entre el Riu Besòs y la pasarela de cemento que permite cruzarlo; la habitual lucha entre naturaleza y civilización. Sorprendidos, asombrados y con los ojos como platos, dudamos unos instantes. El nivel del agua casi la cubre, y algunos restos de vegetación empiezan a formar un tapón, lo que podría llegar a producir su rotura. Ante la duda, cruzamos apresurados, pero sin dejar de plasmar el momento en varias instantáneas. Ahora nos acompaña la sinfonía del rio, ahogando cualquier otro sonido, el olor de tierra mojada, y el verdor de la hierba y de los árboles. Giramos la vista para despedirnos de la ciudad, intentando en vano encontrar alguna silueta familiar de montes conocidos; vana ilusión ante cielos cubiertos y densas nubes. Iniciamos una larga aunque progresiva subida, que nos llevará al Turó de les Maleses, por caminos y senderos, algunos torrenteras, todos erosionados por el agua y empapados por la lluvia, aunque afortunadamente sin llegar a formar el tan temido barro. Nos detenemos en la Font del Avellaners, con estéril caño del que nada mana, para haciendo una pausa bajo las ramas de un roble, tomar un ligero refrigerio. Y hemos de confesar que en la Font dels Caçadors ni siquiera fuimos capaces de localizar el grifo. Algunas resbaladizas y algo exigentes rampas, preceden a la llegada a la cima del Turó de les Maleses. Con nula visibilidad para las panorámicas que se disfrutan en dias despejados, curioseamos entre los muros y leemos los carteles informativos como botín y recompensa al esfuerzo de llegar aquí. Una larga y estrecha torrentera dificulta la bajada, por el agua que discurre colina abajo y la estrechez del paso, que impide poner el pie con comodidad. Muchas precauciones y varias "sentadas" para salvar los escalones, nos permiten llegar a la Ermita de Sant Pere de Reixac en aceptables condiciones. Después de saludar a un guardia forestal que allí se refugia, como la puerta está cerrada, el tiempo apremia y la lluvia arrecia, apenas demoramos la partida; no sin antes hacer los honores a un humilde pero decorado porche, que nos guarece brevemente del diluvio que ahora cae por doquier. Apresuramos el paso para aprovechar que pisamos pista, que ningún punto de especial interés nos espera y por encima de todo, que nuestro insigne "periquito" debe apresurarse para el espectáculo deportivo al que quiere asistir por la tarde, y que empapado, tirita de emoción y frio, reclamando, si fuera posible, una confortable chimenea, ante la que mudar de ropa. El reencuentro con El Besòs y la civilización, coincide con una pequeña tregua de los cielos; pero aún así buscamos acomodo afanosamente y entramos en una tasca de especialidades colombianas, donde nos secamos, entramos en calor, y celebramos el festín digno de reyes que creemos merecer.