Paseo por las estribaciones de la Sierra de Alhama: de Ventas de Zafarraya a Marchamona.

La de hoy ha sido una jornada inesperada; tras los problemas del domingo pasado, mi fisio me dijo que evitase las rutas duras durante algún tiempo y me centrara en los ejercicios de rehabilitación. Así que no había planeado salir hoy al campo, pero nuevamente la vejiga hizo que me despertara a las 5 de la mañana y después no pude volver a conciliar el sueño. Pensando que hacer, recordé que para este invierno tengo en mente un par de rutas en la Sierra de Alhama y decidí visitar a la aldea de Marchamona para hacerme una idea del entorno y ver las subidas por Veredas Blancas a la Torca y al Tajo del Cabrero y el Hoyo del Toro.

Comienzo la ruta en Ventas de Zafarraya, para lo que aparco muy cerca del antiguo apeadero de la vía que unía Málaga con Ventas de Zafarraya (la historia de esta línea es apasionante, se remonta a principios del siglo XX con un proyecto que intentaba crear un corredor del Mediterráneo uniendo Cartagena con San Fernando, que en esta zona se malogra al fracasar la unión entre Ventas de Zafarraya y Granada). Siguiendo el antiguo trazado del ferrocarril atravieso el Boquete de Zafarraya, cruzo la carretera por un puente que ahora sirve de nexo de unión de varias rutas senderista y llego al Mirador del Boquete. Aquí merece la pena pararse a contemplar esta curiosa formación geológica que comunica la Axaquía malagueña con el Poniente Granadino: son las Puertas de Zalía, que es como se conocía este accidente geográfico antiguamente, encajadas entre el Tajo de la Cueva y el Morrón de la Cuna.

Se sigue por un carril que inicialmente aprovecha el antiguo recorrido del ferrocarril, del que ya solo queda el vestigio de un antiguo túnel y un aguadero y que ahora forma parte de la Gran Senda de Málaga. Por él voy a disfrutar de unas preciosas vistas de la Maroma, los pueblos de la Axarquía y el Pantano de la Viñuela, los montes de Málaga sobre los que resaltan las blancas siluetas de Riogordo y Comares, la escarpada Sierra del Cabrero y conforme avanzo se van abriendo panorámicas del Arco Calizo, destacando el relieve del Tajo de Gomer y el Pico Chamizo. Cambio ahora de orientación, abandono la Gran Senda y cojo el desvío a las aldeas de Guaro y Marchamona, con lo que finalmente quedo enfrentado con la Sierra de Guaro coronada por La Torca.

Marchamona es una pequeña aldea en la que no entro para no crear problemas con el maldito virus. A su entrada se encuentra el sendero de Veredas Blancas que sube hasta el collado del mismo nombre y separa la Sierra del Cabrero de la Sierra de Guaro (ambas pertenecientes a la Sierra de Alhama). Este fue un camino usado en la época de posguerra por estraperlistas y contrabandistas y ahora ha sido rehabilitado y puesto en valor con la instalación de un mirador. Ahí terminé mi camino, no continué ya que todavía no quiero forzar la pierna, pero sí que tomé buena nota de los accesos a las dos rutas que pronto quiero hacer en esa zona.

Aunque salen más kilómetros que los que tenía la intención de caminar, se trata de una ruta sencilla por un carril ancho, en buen estado y con poco desnivel, las vistas son muy interesantes y creo que es una ruta ideal para época invernal y si es tras una nevada, mejor que mejor. En vez de volver por el mismo camino, una alternativa interesante sería cruzar el Collado de Veredas Blancas y conectar con el Sendero del Charcón, haciendo así una sencilla una ruta circular, que podríamos complicar subiendo hasta el Tajo de la "U"... todo se andará.