205. Paso de La Herradura, Monte Pollos y Galdampio

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 60 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 558 metros (equivalente al que estima Wikiloc).

PREÁMBULO

Nos fuimos a planchar la almohada la noche anterior con una ruta en mente. “Esa, ¡seguro!”. Era fácil y cómoda; por caminos ya puestos. Y bonita.

Pero nos gusta sorprendernos. Al parecer, nos despertamos con ganas de trifulca: “Venga, vamos a complicarnos la mañana”. “De lo dicho, nada”. “Hagamos una ruta peleona”.

Y cambiamos a ésta. Lo que no imaginábamos era cuán peleona iba a ser….

En marcha (en coche) hacia el lugar, algo nos llamó la atención: la velocidad inusual de giro (rápido) en las aspas de los aerogeneradores, aún lejos de nuestro destino.

Sabíamos que la ruta subía a cotas altas, así que: “Probablemente tengamos viento fuerte arriba”. Todo lo demás (relevante) lo desconocíamos:

• Ignorábamos que, subiendo, tendríamos aristadas y apretadas crestas, y taludes con mucha pendiente. Por ellas habría que transitar azotados por el viento.

• Ignorábamos que allá arriba, sin el abrigaño de montañas cercanas que fueran más altas, ‘Eolo’ se transformaría en un ventarrón; a su aire, sin freno.

• Ignorábamos que ese sería un viento del norte, cortante como una cuchilla; y más con nuestra vestimenta de ‘tiempo bueno’. Eso, si no te dejaba hecho un témpano.

Me temo que, aun habiendo sabido todo eso, habríamos seguido adelante.

En realidad, nuestras aventuras montañeras más peliagudas (léase, peligrosas) las habíamos vivido, precisamente, cerca de aquí, en esta misma cadena de los Obarenes, un poco más hacia poniente:

[*] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-del-pan-perdido-desde-navas-de-bureba-91110145

[**] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-del-portillo-de-busto-85838239

Nos creíamos, pues, (fantasiosamente) inmunizados para afrontar los desafíos de estos montes peñascosos.

…Ya, pero ahora (también) ‘las pasaríamos canutas’.

LA RUTA

Nos apoyamos mayormente en el trazado de ‘joseluisdeburgos1961’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-la-molina-del-portillo-de-busto-a-galdampio-por-el-portillo-de-la-herradura-131809972 . Muy útil.

En el inicio, junto a la iglesia de La Molina del Portillo de Busto, hay un cartel de rutas. De allí partimos. Enseguida, a la derecha, se toma el camino que conduce al paso de La Herradura (éste se extiende del km 1,1 a 1,5).

Una vez llegados al portillo, al final de ese paso, hay que ir faldeando en ascenso. Así un rato, hasta alcanzar el penacho que se estira hacia el monte Pollos (cima en el km 2,9). Esa es la parte más dura y escabrosa de la ruta.

En un punto de ese tramo (nuestro km 2,2) se (nos) aprecia un corto ‘va-y-vuelve’. No es que subiéramos al vértice del cordal a admirar el paisaje del otro lado y, satisfechos, volviéramos para retomar el rumbo voluntariamente. No. Nos entró tembleque y reculamos.

¡‘Hoío’ Pollos! Le dicen ‘monte’, pero arriba es un pico en toda regla. Rocoso y hocicón; estrecho como una cresta (de pollo; obvio). ¡Pero si cuesta mucho más encabalgarse a él que al Galdampio, bastante más elevado! (pero más redondeado).

Luego, hay que descender del Pollos por el lugar adecuado, a fin de dar con el punto exacto de arranque hacia el Galdampio (km 3,4). Hay allí, en el collado entre ambos, una alambrada con puerta de acceso; paso único.

Desde abajo (y desde el Pollos), el Galdampio parece un chicarrón formidable, pero es ‘un buenazo’. Su km de subida sin descanso (del 3,4 al 4,4) se hace casi sin darse uno cuenta. Algún tenue sendero ayuda y la pendiente no es muy inclinada.

No hay senda de bajada del pelado Galdampio hasta un camino (5,4) que nos introduce en territorio de bosques. Sigue por ellos un largo paseo (hasta el km 9,4); una delicia comparada con lo anterior: pinos, primero, robles, luego, y hayas, finalmente.

Allí se abren las praderas, con vegetación arbórea más dispersa, pero muy diversa. Es una zona bucólica que nos llevará hasta un área de cultivos cerealistas, ya a las puertas de La Molina (km 12). Sólo hay que atravesar el pueblo.

Posibles Dificultades:

He calificado la ruta como ‘Difícil’ por dos puntos críticos, en términos de dificultad técnica, aparte de las exigencias físicas.

Uno, el paso de La Herradura. Es corto (200 m en su parte más exigente) y es menos expuesto que el otro. A tramos, requiere habilidad y fuerza en piernas y brazos (y pies y manos): Hay que agarrarse a cuerdas o cables y afianzarse en escalones clavados en la roca.

Otro, más demandante, e incluso riesgoso, sobre todo con viento, es la larga subida al Pollos. Como mínimo, del km 2,2 al 2,9 vamos muy aéreos, por la misma cresta o por taludes laterales. Hay que medir bien los pasos. Insisto en el problema añadido por el viento.

Por otra parte, está la orientación. Una vez superada La Herradura y hasta que bajemos del Pollos, hace falta intuición montañera (y una guía), porque no hay señales ni sendero. Casi tampoco para subir y bajar del Galdampio, pero eso ya es bastante más fácil.

Lo demás es ‘coser y cantar’.

DESTACADO

Las rutas senderistas/montañeras son principalmente naturalistas. Pero en ellas suele haber sitio para la cultura porque estas tierras son ricas en historia. Para la presente ruta, en la balanza, el fiel se inclina abrumador hacia el lado de la naturaleza.

En lo cultural, sólo tenemos la bonita iglesia de La Molina. Lástima que esté afeada por un poste eléctrico casi adosado a ella. Hay que hacer contorsionismo mental para evitarlo. El exterior está muy restaurado, pero queda alguna muestra de su origen románico.

Todo lo demás en la ruta es natural. Potente naturaleza y paisajes de un gran contraste a lo largo del trayecto. Son tan apabullantes como irresistibles por su porte exterior. Son tan excitantes como relajantes en la resonancia interior que nos producen.

(1) El Paisaje Exterior:

Estamos en la cordillera de los Montes Obarenes entre el desfiladero de Pancorbo (al este) y la Mesa de Oña (al oeste). No muy altos (no llegan a los 1.500 metros), intimidan, sin embargo, por su descarnada rocosidad y verticalidad.

Accedemos por el sombrío paso de La Herradura. Nos introducimos en sus entrañas como en un monte tropical. La oscura espesura disimula su dura escarpadura. El ascenso resulta así menos intimidatorio; así y gracias a las cuerdas y los escalones.

Arriba en el portillo, se abre una ladera por la que faldear hasta el cordal. Desde allí, a un lado (sur) vemos la inmensa llanura de La Bureba, hasta los Montes de Oca y luego la Sierra de La Demanda. Al otro (norte), se hunde el comprimido valle del río Molinar.

Por delante, muy próximas, se alzan varias de las cumbres más elevadas de la sierra. Algo escorado hacia el norte, en otro ramal, se mantiene impasible el ‘mítico’ Humión (1.434 msnm), el más crecido de todos.

Justo en la misma cadena donde estamos, a continuación del Pollos (1.108 m) y el Galdampio (1.210 m), más modestos, se yerguen otros grandes, como el monte Cantoña (1.353 m), el Cimero (1.348 m) y La Verdina (1.352 m).

Tras descender del Galdampio, el paisaje cambia radicalmente. Nos introducimos, primero, en un extenso túnel de bosques en secuencia: pinares, robledales y quejigales, y hayedos. Enlazados, pero no revueltos.

Finalmente, el paisaje se suaviza y dulcifica en las praderas y la campiña. Justo antes, hay una franja de transición muy frondosa, con infinidad de especies arbóreas, incluidos avellanos, etc.; vegetación de ribera, la del río Molinar.

Es difícil pedir más variedad paisajística; entre un extremo agreste y otro beatífico.

(2) La Resonancia Interior:

La ruta tiene cuatro partes diferenciadas. La primera, hasta superar La Herradura (km 1,5). La segunda, el faldeo, cresteo, y descenso de las cumbres (hasta el km 5,4). La tercera, la travesía de los bosques (hasta el km 9,4). La cuarta, las praderas y la campiña (hasta el 12,5).

Cada una va generando emociones diferentes y de distinta intensidad. Tan contrastadas como los paisajes que recorremos; en correspondencia con ellos. ‘¡Es una pasada!’ Si te aburres es porque eres ‘un aburrido’ (¡y un tipo sin sentimientos…!).

En la primera parte, ya desde que enfilamos hacia La Herradura, nos impacta su bronco corte vertical en los roquedos. Magnífica estampa telonera para la función; para elevarte las pulsaciones de alerta y fascinación. Nos prepara para lo que seguirá.

La segunda fase, la de cresteo, es la más tormentosa emocionalmente. En ella se alternan y se extreman el ‘acongojamiento’ (entiéndase…) y la euforia; lo primero, más al principio; la segunda, más hacia el final. Con matices intermedios. Una gozada.

En la tercera se sosiegan los ánimos. Para el recogimiento interior. Son 4 km de bosques, pero tienen muy variados ecosistemas. El sendero se cimbrea. Entre los árboles se abren ventanas al valle del Molinar, la escultural Peña Maya, y al Humión.

La cuarta sección nos embelesa con una alegre paz primaveral. Desde el valle podemos rememorar el resto de la ruta (“mira, por allá pasamos…”). Y, por añadidura, allí llegó la plácida anécdota, que encajó con ese entorno como anillo al dedo.

ANÉCDOTA

Estábamos ya a sólo dos km del final. A nadie habíamos visto (ni veríamos), ni siquiera en el pueblo de La Molina. Sólo un perro ladrador que se dejó acariciar por mis silbidos amistosos.

…Y nada anecdótico había ocurrido. …Como no fueran los apuros que pasamos en la afilada traílla que lleva al copete del Pollos. Si parecía tambalearse con el gélido vendaval; el muy….

Pero hizo su aparición finalmente. Fue un hecho totalmente inesperado y gracioso. Podríamos incluso haberle sacado más partido, pero no nos atrevimos a abusar de la suerte.

Ya en la zona baja, hacia el km 10, habíamos visto dos o tres manadas de vacas pastando mansamente. Nos observaron interesadas y siguieron a lo suyo.

De pronto, del bosquete que bordeaba el camino, detrás de nosotros salieron dos borriquillos de fina pelusa plateada (como Platero). Se nos acercaron. Ganas me dieron de atusarles, pero no lo hice.

Nos siguieron. Enseguida surgió un tercero, de color negro. Se unió a la comitiva. Cada vez que mirábamos hacia atrás, se nos acercaban. Parecían deseosos de interacción. Y curiosos. Pero…

• …Pero recelé de que hubiera un hatajo de ellos detrás, y tal vez algún adulto ‘enfadado’ por ‘robarles’ su prole. De hecho, oímos algunos rebuznos de aparente reclamo.

• …Pero me vino a la memoria la imagen de otro pollino joven, arisco y agresivo aquél, al que habían apodado ‘Betoben’ (así). Mordía y coceaba. ‘Más malo que la quina’.

• …Pero me temí que éstos nos siguieran indefinidamente, quien sabe hasta dónde, y se alejaran de donde su dueño les había ubicado; o que se pudieran extraviar.

Me temí todo eso, razonable y realista. Así que aceleramos hasta llegar a un paso canadiense varios cientos de metros después. Allí se pararon. Les miramos con afecto. Estoy seguro de haber visto lo mismo en sus ojos.

PD. Por cierto, ‘joseluisdeburgos1961’ había hecho esta misma ruta un mes antes. Mirando sus fotos después, en casa, me quedé ‘bizco’ al descubrir a los tres borricos en hilera en una de ellas. Parecen exactamente los mismos (y en la misma zona).

“¡Ay, picaruelos, así que eso lo hacéis con todos!”.