PELÚGANO (593) (Aller)-PEÑA MEA (1.560)-PEÑAS NEGRAS (1.536) (Circuito)

PELÚGANO (593) (Aller)-PEÑA MEA (1.560)-PEÑAS NEGRAS (1.536) (Circuito)

DATOS TÉCNICOS:

RECORRIDO: 11,44 k.
ALTURA MÁXIMA: 1.560 m.
ALTURA MÍNIMA: 593 m.
ASCENSO TOTAL: 1.015 m.
TIEMPO EN MOVIMENTO: 4,15 h.
FECHA DE REALIZACIÓN: Julio de 2008.

PELÚGANO (593) es una población allerana de la AE-5, a un par de kilómetros de LEVINCO (460), a su vez situado en la AS-253, dirección PUERTO DE SAN ISIDRO, a escasa distancia de CABAÑAQUINTA (430), capital del Concejo. Se encuentra en la vertiente sur de la sierra homónima y de PEÑA MEA (1.560), que la protegen de los vientos del norte y son divisoria natural entre los municipios de Laviana y Aller.

El pueblo está dividido en dos zonas, Barrio Cima (593) y Barrio Baxo (580). En el primero se levanta la iglesia parroquial de principios del XVIII con algún ejemplar joven de tejo en derredor. En el segundo tenemos la capilla de San Pedro con otro “texu”, bajo el que se reunían los vecinos en sextaferia, multándose la no asistencia. En las montañas cercanas se explotaba en otro tiempo mercurio y mineral de hierro, a la vez que se han encontrado restos de un castro y dolmen todavía no estudiados.

Cuenta la leyenda que en el palacio hoy en ruinas residían los condes asturianos padres de Gontrodo, con la que Alfonso VII tuvo como hija ilegítima a Urraca “La Asturiana”, reina de Navarra al casarse en 1144 con Garci I y que, al enviudar tras seis años de matrimonio, volvió a su tierra gobernando hasta 1165. Una reciente novela, “Urraca. Reina de Asturias”, publicada -2016- por la periodista y escritora candasina María Teresa Álvarez, recrea la figura histórica de la primera y única reina de Asturias.

Por su parte, PEÑA MEA (1.560), techo del CONCEJO DE LAVIANA, forma parte del largo CORDAL DEL RETRIÑÓN (1.862), en su extremo occidental, cuyos brazos secundarios marcan los confines de Caso, Sobrescobio, Laviana y Aller. Es una imponente masa calcárea, con paredones, torres, cuevas y oquedades moldeados por los procesos de disolución kársticos, revestida de mullidas camperas entre canales jalonados de hayas, fresnos, abedules y acebos. Así la vio Palacio Valdés, una mañana al amanecer, desde el valle del Nalón: “Un rayo de sol vivo, refulgente, hirió la cabeza de la Peña Mea, tiñéndola de color naranja. Una nubecilla arrebolada, nadando por el cielo azul, vino a besarla, y después de darle largo y prolongada beso, siguió más alegre su marcha…” (La aldea perdida, 1903).

Forma un escarpado bloque junto a PEÑAS NEGRAS (1.589) al este, con las que comunica a través de LA COLLADA EL GATU (1.476). Componen aquéllas un escabroso murallón, de peñascales con perfiles tallados caprichosamente y, en contraste con la caliza de PEÑA MEA (1.560), de tonalidades oscuras por su composición de roca metamórfica dura con alto contenido de cuarzo. Ese bloque compacto, de silueta inconfundible, irradia poderío visto a larga distancia, especialmente desde cumbres ubicadas al este, P. de la Forcada (1.556), y al mediodía hasta la Cordillera Cantábrica. Para valorar la majestuosidad del conjunto, realzando su desafiante dominio de estructura geológica alpina, hemos acompañado la descripción con algunas imágenes tomadas desde esas perspectivas.

Partimos de BARROCIMA (593), junto a la iglesia de SANTA MARÍA LA REAL, por pista muy marcada rumbo noreste, entre casas, hórreos y paneras típicamente asturianos. A pocos metros de la salida se bifurca, un ramal dirección PEÑA MEA (1.560), que seguiremos, y el otro al pico la FORCÁ (1.556), nuestro camino de regreso. Durante poco más de dos kilómetros continuaremos en ascenso hacia el norte, entre exuberante foresta y fincas marcadas con muros de piedra.

Poco antes de coronar la COLLADA PELÚGANO (1.018), nos desviamos a la derecha, tomando un sendero que cruza distintas majadas con sus cabañas, hasta alcanzar la más extrema, CERREO (1.065), con fuente, abrevadero y ejemplar de tejo solitario. Aquí enlazamos con la senda, al abrigo de las estribaciones suroccidentales de Peña Mea, que, dirección norte, nos introduce en la CANAL DE LAS CUEVAS, famoso espacio mágico.

Efectivamente, el camino en zigzag y acusada pendiente, marcado con hitos, nos aúpa hasta la misma base donde se ubica el OJO DE BUEY (1.259), roca horadada por los procesos de disolución kársticos, boquete asimilable a un círculo de aproximadamente ocho metros de diámetro, prodigiosamente esculpido y enmarcado en el verde-amarillo de la pradera alpina. Por su particular embrujo, alguien lo ha incluido entre los “Veinte rincones curiosos de España”, poco conocidos, calificándolo de “Un imponente arco natural de roca en Asturias”.

Tras recrearnos contemplando semejante maravilla, continuamos a media ladera, rumbo este, por vereda que, tras dejar atrás una horcadina y grandes cuevas, unos metros por encima de nosotros, nos conduce en progresión transversal por los recuestos meridionales de la peña, en la llamada SENDA DEL GATU, con algún tramo tallado en la roca, hasta enfilar cuesta arriba una pequeña y estrecha canal de pedrero, que nos arrima a la COLLADA EL GATU (1.476), divisoria entre los valles de Laviana y Aller. Una fuente de caño y agua fresca manando entre las rocas alivia la sed y la fatiga.

Por encima de nuestras cabezas, CAMPA MEA (1.510), en la cara este de la peña, cuya cima coronamos poco después, cumbre señalada con vértice geodésico, caseta de comunicaciones, buzón, cruz y placa dedicatoria. Esplendoroso escenario desde tamaña balconada. Al norte, la SIERRA DE PEÑAMAYOR, con el P. TRIGUEROS (1.282) en el extremo meridional, y peña LA XAMOCA (1.281) a su derecha. Al este, el extenso CORDAL DEL RETRIÑÓN (1.862), con PEÑAS NEGRAS (1.589) en primer término, cordal del que se desgaja al norte SIERRA ESCRITA, siendo el P. COGOLLU (1.225) protagonista. Al sur-sureste, el CORDAL DE MURIAS y SANTIBÁÑEZ, más la SERRANÍA DE LAS FUENTES DE INVIERNO, con la CORDILLERA CANTÁBRICA en el horizonte lejano. Al oeste atisbamos el OJO DE BUEY (1.259) y COLLADA DE PELÚGANO (1.018) en segundos planos, más la SIERRA DE PELÚGANO (P. Formoso, 1.245) y el VALLE DE TOLIVIA con sus bosques y prados como fondo.

Retrocedemos por la misma vía hasta COLLADA EL GATU (1.476). Un sendero, dirección levante, que discurre por la cara norte del cordal, nos deja, al cabo de un kilómetro, en el COLLADO DEL HOME (1.509), a los pies de PEÑAS NEGRAS (1.536), enmarcado en una hendidura cercada por un grueso muro de piedras. Trepamos hacia la cumbre entre enormes peñascos ensamblados de tonalidades oscuras. Panorámicas similares a las de Peña Mea, pero enriquecidas por la vertiente oriental. Lomas encadenadas sobre profundos valles de intensa vegetación, combinando con los desnudos paredones que jalonan a ambos lados el CORDAL DEL RETRIÑÓN (1.862).

Es el momento del regreso. Sugerimos a los menos avezados que retornen vía Collada el Gatu, desandando el camino de ida. Nuestra opción fue deslizarnos por la ladera suroriental de Peñas Negras, para recalar, tras el descenso por las LOMAS DE BILDEO (1.150), en la MAJADA CAVERO (950), enlazando con la pista Pelúgano-Alto de la Pandiella. Ello implica bajar un desnivel de 600 metros en 1,5 kilómetros, con un pendiente media del 40 %, por terreno a tramos resbaladizo, sin marcar, incómodo y con obstáculos de diversa índole, incluida tupida vegetación.

Pero compensa con creces el bellísimo espectáculo del entorno, sorteando y admirando la “bravura” de las estribaciones orientales de PEÑAS NEGRAS (1.536), cuyos caprichosos laminados y resaltes abruptos cautivan por sí solos. Y el aliciente añadido de contemplar el ancho y profundo valle, con el ALTO DE LA PANDIELLA (1.286) y P. LA FORCÁ (1.556) de fondo, desde el cual se desgaja SIERRA ESCRITA (1.225) al norte y continúa en hilera la irregular crestería hasta el mismísimo P. RETRIÑÓN (1.862) por el este. Las imágenes que complementan la descripción dan buena fe de ello.

Una vez hayamos bajado a la MAJADA CAVERO (950), nos quedan cuatro kilómetros de pista hasta PELÚGANO (593), pista que discurre en descenso lamiendo los pies de las estribaciones meridionales de PEÑAS NEGRAS (1.536), entre cercados de praderías y arbolado con multitud de cabañas y cuadras, donde pasta el ganado. Abundan las hayas en los tramos altos, para dar paso más abajo a robles, castaños y cerezos, figurando nombres de praderías y majadas como COCHACEOS (895), CALERO (814) y GRANGRANDE (742), que identifican los diferentes lugares de tránsito.

Ruta no muy larga, sin especiales complicaciones técnicas, que requiere esfuerzo físico por el desnivel de subida y bajada, y por las específicas condiciones de todo itinerario alpino, con sus abruptas pendientes, empinadas canales y pasos quebrados. Aparte las bellas panorámicas divisadas desde las alturas, la silueta majestuosa de las peñas más su entorno subyugan por sí solos. Paredones y torres de formas caprichosas, cuevas y oquedades. Todo ello modelado por procesos específicos de los terrenos calizo y cuarcítico, marcado a tramos por verdes caídas herbosas, con abismos flanqueados de tupida foresta. No son cumbres de gran cota, pero el conjunto sí es un legendario hito, en la zona central de Asturias, para todo montañero que se precie.