98. Peña Alta de Dobro y sus Panorámicas

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 51 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 419 metros (superior al que estima Wikiloc).


Para esta ruta, tomamos como guía el trazado de ‘Angelbur’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pena-alta-de-dobro-19318998 ), con algunas variaciones menores y no significativas. La orientación es sencilla. Hay casi siempre un camino marcado y se puede salir de él y retomarlo fácilmente. Únicamente, en tono al km 9,5, el sendero se interrumpe. Durante unos 200 metros, vamos ‘a ciegas’, ladera a través, con ciertos vaivenes e incomodidades. La exigencia física en el conjunto del trayecto es más bien baja.

El pueblo de Dobro, punto de partida y llegada de esta ruta, constituye un enclave a través del cual discurre el conocido sendero GR 85 ‘de las Merindades’. Hacia el oeste, continúa hasta Ahedo del Butrón ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/entre-dobro-y-ahedo-del-butron-98472819 ) y el Valle del Ebro; hacia el este, hasta la ermita de Santa Isabel y luego El Almiñé ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/camino-del-pescado-y-de-la-lana-97061774 ), en el Valle de Valdivielso. En la presente ruta, el trazado se superpone en poco más de un km con el de esta segunda parte.

Nada más dejar Dobro por el este, tomamos rumbo norte, hacia la cresta perfilada por una larga línea de aerogeneradores. El camino es cómodo; la pendiente, suave. Enseguida nos encaramamos en la cumbre. Ahora podemos alternar entre la pista que recorre esa línea y el más sustancioso y emocionante borde rocoso (con precaución) de Peña Alta. Por ellos, durante cuatro o cinco kilómetros, en un día claro (mejor si lo es algo más que en esta jornada), gozaremos de espléndidas panorámicas en circunferencia.

Las vistas más accesibles a nuestra izquierda son el propio valle en la falda sur de Peña Alta y luego el Páramo de Masa. Más allá, en dirección suroeste, se aprecian la parte superior de la Hoya de Huidobro y Peña Otero, e incluso Peña Amaya; y los cañones del Rudrón y del Ebro, y los quebrados perfiles rocosos de los valles de Zamanzas y Munilla. Por el norte, aún lejanas, están las cumbres cantábricas por encima de Las Merindades; más próximas, la Sierra de la Tesla y el Valle de Valdivielso. Estos, no obstante, se harán más visibles durante el retorno por el norte de las laderas de Peña Alta. En suma, un espectáculo visual; la principal atracción de la ruta.

Allá arriba, uno apenas se hace consciente de la ‘compañía’ inevitable de los aerogeneradores. Supongo que el cerebro tiene sus mecanismos para filtrar ‘hacia afuera’ lo que no interesa (o molesta) y dejarse empapar por lo más deseable. No sé cómo sería la experiencia sin esos gigantes blancos, pero allí apenas se nota su presencia: lo admirable nos queda abajo o en la distancia del horizonte, mientras que ellos nos quedan 'por arriba'. Quizá sólo algún ‘claclá’ sonoro (posiblemente, defectuoso) chirría sobre nuestros buenos sentimientos por el entorno natural circundante.

Por la cresta, la parte más estimulante comienza a partir del hito geodésico (hacia la mitad de aquella), en lo que a perspectivas se refiere. Y, sobre todo, ya iniciado el suave descenso, los pequeños y adorables bosques de hayas jóvenes, salpicados de robles, cautivan la atención. Si los miras, resulta imposible (así me ocurrió) sustraerse a su encantamiento y evitar la inmersión en ellos, al menos en un corto paseo.

En el retorno, desde el km 7 hasta el 11, el atractivo tal vez queda algo deslucido por la línea de alta tensión, cerca de la cual hay que circular, a menos que quieras alejarte del camino y enmarañarte bosque a través. Aun así, las torres y los cables siempre dejan hueco para contemplar el bosque a derecha y a izquierda. Están, además, las impresionantes vistas del Valle de Valdivielso y La Tesla, algo brumosos, y la calzada romana que sube de El Almiñé.

Los casi dos últimos km son una delicia, por un camino vestido de verde mayo y orlado de flores. Llegados a las proximidades de Dobro, no pude evitar la tentación de retomar (y repetir) el camino de ida un par de cientos de metros, hacia atrás. Quería ver ahora el valle sur y el profundo anticlinal de la Peña de Dobro con una luz y colores diferentes, sin las fuertes sombras del inicio de la mañana. Y así me despedí guardando su mejor imagen.