Peña de los Enamorados V (Antequera)

Travesía a la emblemática Peña de los Enamorados (Indio de Antequera), quedándonos con su versión más montañera, sobre roca, y que nos llevará por todos los hitos de su perfil calizo.

 Tendremos en cuenta que durante el ascenso nos decidimos por la arista sur, nos moveremos por lascas y bloques, treparemos y avanzaremos por tramos cortos y expuestos de arista. Con ello, a pesar de no ser una ruta larga, se convierte en el trazado más entretenido para ascender a la icónica peña.

Como nuestra idea es atacar la arista sur, partimos desde el aparcamiento junto a las vías del tren. Al aparcamiento podemos acceder desde la carretera que de Antequera a Archidona.

Frente a nosotros se erige una corta y definida arista de tajos, espolón calizo que arranca al sur de la peña junto a las mismas aguas del Guadalhorce. Más arriba, una amplia rampa de lascas y bloques calizos que completarán el ascenso hacia la parte alta.
Comenzamos junto al trazado ferroviario, cruzando el puente sobre el Guadalhorce y bajando por el talud de la plataforma viaria hacia la misma ribera del río.
Tras pasar una portilla de madera remontamos el talud opuesto para situarnos sobre la pista forestal que circunda el espolón sur de la peña.

Podremos acceder a la arista por varias vías, incluso remontar paralelos a ella, pero volvemos a plantear el ascenso desde el primer punto de entrada. Y este no es otro que una coqueta gatera tras una pequeña trepada, esta vía que nos deja sobre una corta diagonal, plantándonos sobre la misma arista a la altura de la cantera que rompe el espolón en sus últimos metros.

Desde aquí, un muy entretenido cresteo en ascenso, que nos permite avanzar siempre por la arista, aunque siempre con la posibilidad de evitar los pasos más expuestos por las repisas de nuestra derecha.

Alcanzamos un pequeño collado, donde confluyen los ascensos que atacan la subida desde ambos lados de la arista. En este momento comenzamos el ascenso a la cónica cima. Entre lascas y grandes bloques, sin otro problema que ir buscando nuestro camino más práctico, decidimos ir pegados a los bloques de la vertiente occidental.

Nos iremos aproximando a la cumbre, dejando atrás la pronunciada rampa, alcanzando la parte alta de la cumbre por el sur.
Un corto cresteo por grandes bloques nos deja junto al vértice geodésico de la Peña de los Enamorados, 878m.


Dejaremos de lado el descenso directo hacia la zona de las canteras, junto a las vías del tren, y que nos daría una circular al vértice algo más corta. Nuestro próximo hito es el morrón que se aparta al sureste, así que descenderemos directamente entre bloques hacia el pequeño collado que lo separa del macizo central de la peña.

Sobre el collado, un corto camino hasta la prominencia con vistas a Archidona y a la rampa este que acabamos de descender. Volvemos sobre nuestros pasos al collado y emprendemos un rodeo a cumbre por su flanco este.
Tendremos que buscar el paso en la ladera para evitar perder altura y terminar bajo el tajo que cae desde la cumbre al noroeste.

Pasado el espolón de roca que conforma el tajo, viramos en ascenso hacia la arista norte. Una fuerte rampa bajo el tajo y nos situamos bajo el mismo vértice. A nuestras espaldas, la línea rocosa que conforman las estribaciones más al norte del macizo y que recorremos a continuación, ganando las vistas del impresionante peñón.
Aquí desemboca otra de las aproximaciones posibles a la cumbre, remontando desde la ladera occidental.

Recorremos la arista hasta su extremo norte para continuar en descenso hacia el collado que nos permitirá acceder a la cara norte de la sierra.

Dando la espalda al perfil icónico de la peña, y tras la parada técnica en uno de los morrones que conforman el extremo norte de la sierra, enlazamos con la vereda que flanquea la sierra a poniente.
Ahora sí, con una senda marcada, nos moveremos bajo los imponentes tajos, salpicado de cuevas y vías de escalada.

Una vez viramos al sur y dejamos atrás los tajos, la clara vereda nos desciende cómoda y rápidamente hasta los pies de la sierra, a la altura de una pequeña cantera y una cancela próxima al dique del río.

Sólo nos resta volver al trazado ferroviario, cruzar el puente y desandar hasta el punto de partida.

Nos vemos en las montañas.

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