Peña del Águila- El Morrón- Mojón Blanco y refugio- Cueva de los Murciélagos. LIC estribaciones de Sierra Mágina. Mancha Real

CÓMO LLEGAR:

Desde Mancha Real, tomaremos la carretera con indicaciones Peña del Águila; a pocos metros de coger esta vía y siguiendo un indicador de madera que nos indica el acceso de la Cueva de los Murciélagos, aparcaremos el vehículo en un frondoso pinar y emprenderemos la caminata.


DESCRIPCIÓN DE LA RUTA:


Tomaremos un sendero que en ascenso, y sumergido en un pinar de pino Carrasco, nos hace coger drásticamente altura. A 500 m. cruzaremos la carreta, la misma en la que habíamos aparcado el coche, también conocida como Camino del Repetidor, y que se dirige al Almadén. Aquí encontraremos un poste de madera que nos indica hacia el Barranco de los Morelguillos.


Seguiremos por el sendero de la Peña del Águila que continua en radical ascensión dejando a la izquierda y abajo el Arroyo del Montejón. Tras un desvío a la derecha enlazaremos con una pista forestal con indicaciones de Rutas Verdes, programa de turismo sostenible “Mágina, Mágica, asómate” del ayuntamiento de Mancha Real. Seguiremos, el ahora más suave ascenso, por esta amplia pista hasta llegar a una encrucijada de caminos; tomando temporalmente el de la derecha que nos dirigirá hasta el Área Recreativa y Mirador de la Peña del Águila.

Aunque esté fuera de sus límites, la sierra de la Peña del Águila se puede considerar como puerta de entrada al Parque Natural de Sierra Mágina. Nos premiará con unas maravillosas vistas de muchos puntos de la provincia. El área recreativa de la Peña del Águila alberga un mirador con espectaculares vistas del cercano municipio de Mancha Real. La Peña del Águila situada a 1540 m. de altitud es un punto fundamental a visitar, sobre todo en esos días de invierno que vienen nevados. Desde esas maravillosas vistas de la Peña podréis contemplar el campo típico jienense y por supuesto los amplísimos y escabrosos pinares de Sierra Mágina. Este paraje, además, está catalogado como Zona de Especial Conservación y se postula como candidato a formar parte de la futura ampliación del Parque Natural

Al mirar la población de Mancha Real desde el aire, nos llama poderosamente la recta disposición de sus calles, como si hubieran sido trazadas por escuadra y cartabón. Pues bien, la explicación es sencilla: aunque los hallazgos en el término municipal datan la presencia humana entre los quinto y cuarto milenios a. C., la fundación de la ciudad (con el nombre original de La Manchuela) no se fecha hasta la época de Carlos V (1537) dentro del proceso de repoblación tras la Reconquista, convirtiéndose en villa más tarde, allá por 1573, por orden de Felipe II. El perfecto trazado de sus calles se corresponde milimétricamente con el código de urbanismo y ordenación territorial dispuesto por el rey, una réplica del antiguo trazado ortogonal o hipodámico donde los principales edificios (ayuntamiento, iglesia parroquial, etc.) ocupan el centro de la villa y un par de calles principales –de suma importancia comercial, por supuesto- se cortan perpendicularmente dividiéndola en cuatro partes al más puro estilo de los campamentos militares romanos. Por ello es uno de los paradigmas del urbanismo renacentista jienense inspirado en las teorías del tratadista y arquitecto romano Vitruvio. No hay nada mejor que una visión cenital para reparar en tales aspectos urbanísticos.

Desde este magnífico mirador también podremos ver la Depresión del Guadalquivir, Úbeda y Baeza, Sierra Morena, el Jabalcuz, Jaén con su Castillo de Santa Catalina, la Serrezuela de Pegalajar , la Sierra Sur de Jaén con la Pandera como pico sobresaliente y Sierra Mágina en la que destaca el Aznaitín, el Almadén y el Morrón y el Mojón Blanco a los cuales nos dirigiremos con posterioridad. ¡¡¡Todo un espectáculo!!!

Desandaremos un tramo del camino hasta la anteriormente mencionada encrucijada de caminos, donde se encuentra la zona de Vuelo libre “Peña del Águila” como un panel informativo atestigua. Seguiremos por pista hasta llegar a la carretera, que tomaremos a la izquierda y a los pocos metros nos desviaremos de esta, también a la derecha, por un carril de tierra que nos conducirá hasta el Collado Jara. Aquí tomaremos temporalmente la derecha para dirigirnos al Morrón 1355 m.

En el Morrón encontramos dos torres de vigilancia forestal, una de reciente construcción a la que no se puede acceder y otra no muy lejana y más antigua a la que si se puede subir. Desde allí se divisa gran parte del sector occidental de Sierra Mágina y, muy a lo lejos, las omnipresentes cimas nevadas de Andalucía, Sierra Nevada.

Nuevamente desandaremos parte del recorrido hasta llegar al Collado Jara y siguiendo por pista hasta llegar a la carretera del repetidor que sirve de eje vertebrador de esta ruta. Seguiremos por la carretera, poco transitada, unos 500 m. estando atentos al waypoint nombrado como Llanos de la Mancha, donde nos desviaremos a la derecha sin sendero. Nos pueden servir de guía las señalizaciones de coto privado. Después de enlazar tres o cuatros de estas señalizaciones de coto, unos 500 m., enlazaremos con la Colada de la Fuente de la Teja; que se trata de un sendero bien señalizado.

Algo después veremos un poste informativo que nos indica que nos encontramos en el sendero “Veredón-Mojón Blanco”, que seguiremos por un zigzagueante y ascendente recorrido, sumergidos en un fabuloso pinar que en varias ocasionas se asoma al borde del acantilado para deleitarnos con unas formidables panorámicas de Sierra Nevada y los Cortados del Espolón; junto a unos grandes mojones de piedra que marcan la frontera entre las poblaciones de Mancha Real y de Pegalajar, municipio que ahora comenzamos a ver.

Al llegar al Paraje del Posteruelo el pinar se desvanece, dando paso al encinar y algo de devegetación de matorral y bulbos que hocican los jabalíes para comérselos.

Algo más arriba y sobre un lapiaz llegaremos al Vértice Geodésico del Mojón Blanco 1494 m. Es el pico en el que se unen los términos municipales de Pegalajar, Mancha Real y Torres, y desde el que se contemplan unas espectaculares vistas de la umbría de Bercho, una de las zonas más escarpadas y salvajes del término municipal de Pegalajar. También podremos disfrutar de increíbles vistas de la Sierra de Jaén. Podemos completar el bonito pueblo de Pegalajar y a su famosa charca, que en los años de abundantes lluvias aparece como un enorme estanque dentro del casco urbano.Tendremos unas excelentes y vastas panorámicas, aunque por desgracia nosotros no pudimos disfrutarlas en toda su magnitud debido a la mala visibilidad. Podremos ver las máximas alturas de Sierra Mágina como el Almadén, el Ponce, el Cárceles, el Aznaitín, el Monteagudo,… Veremos también la Serrezuela de Bedmar y La Golondrina, e incluso también tras éstas casi toda la cuerda de la Sierra de las Villas y la de Cazorla. También veremos la silueta blanca de Sierra Nevada, Pegalajar la Sierra Sur de Jaen, con el Grajales, La Pandera, Jabalcuz, Mancha Real, el Valle del Guadalquivir y Sierra Morena.

Desde aquí veremos, hacia el sureste, a menor altitud y en la misma cuerda, el refugio de Mojón Blanco. Siguiendo vericuetos de ganado llegamos allí sin demasiados problemas. El refugio de similar arquitectura al que se encuentra en Miramundos está en un estado deplorable; aunque el techo está entero y en un momento de necesidad permitiría vivaquear. Al menos no está demasiado sucio, ni parecen haber pernoctado animales a pesar de que la precaria puerta se encontraba abierta.

Volveremos sobre nuestros pasos, y después del vértice geodésico del Mojón Blanco, sin sendero definido, tomaremos un atajo de unos 400 m. Llegaremos a la carretera del Almadén; que cruzaremos para tomar un perfecto sendero, bien marcado junto a unos postes de valla, que coincide con la antigua vereda de Mojón Blanco, que en largo y continuado descenso por la ladera derecha del Barranco de los Moralguillos y continuando por La Tableta, alternado encinar y sotobosque, nos regala unas panorámicas de Mancha Real y a El Morrón.

Una vez en el cauce del Barranco de los Morceguillos, y nuevamente inmersos en un frondoso pinar, continuaremos por este hasta su unión con el Arroyo del Montejón. Poco después tomaremos un desvío a la derecha que nos llevará por la Cañada del Minado hasta el cruce en el que se encuentra el desvío a la Cueva de los Murciélagos.

Así se inicia y sendero descendente, que proseguiremos hasta el borde del olivar. Después iremos bordeando entre monte y olivos hasta donde se encuentra la entrada a la cueva, un poco oculta por una gran encina. Hay que tener cuidado al entrar pues existe humedad en el suelo y podemos resbalarnos. Hemos de ir despacio para darle tiempo también a que nuestros ojos se acomoden a la falta de luz. Es recomendable iniciar la visita por la izquierda pues el camino es algo más sencillo y caminamos en un plano elevado respecto al resto de la cueva. Hemos de ir provistos de una potente linterna o de un frontal.

La Cueva de los Murciélagos es una cavidad de unos 150 a 200 m de desarrollo. Tiene un
cuerpo principal de unos 100 m con un desnivel acusado que da a una gran sala de unos 15 metros de altura y unos 20 a 25 m de ancho. En lo más alto de esta sala, se encuentra un agujero que da al exterior llamado “La Nariz”. Hay otras salas, pero más pequeñas en dimensiones y se encuentran más hacia dentro de la cueva. Existen pasadizos, gateras, ramales secundarios como el que va a la “Sala del Moro” y una subida fuerte de un ramal hacia el exterior por unos agujeros llamados “Los Ojos”.

Cuando se llega al final de la cueva hay otra oquedad, un poco mayor que la primera, por donde cuenta la leyenda que hace muchos años se metió una cabra y apareció en Cambil. Tras este receso y de nuevo pegados a la pared tomaremos el regreso a la salida. Es recomendable pegarse a la pared pues el camino es más sencillo y con menos piedras sueltas. Suele estar habitada por murciélagos, pero nosotros no pudimos ver ninguno. Un poco antes de la salida existe otro nuevo entrante con algunas estalactitas que llegan hasta el suelo (columnas). Este es el final y estamos ya en la salida.

Durante todo el recorrido de la ruta pudimos ver numerosos restos de piñas roídas por las ardillas; y ya en este último tramo vimos un par de estas simpáticas ardillas, tan endiabladamente veloces que no dio tiempo a enfocar para sacarles una foto.

Desandaremos el camino hasta el anterior cruce y siguiendo la senda que traíamos llegaremos al punto de inicio y final de esta recomendable ruta.