Peña Montañesa desde San Vitorián

Típica ascensión a la mole vigía del Sobrarbe. Imponente y cautivadora como sus hermanas Turbon y Peña Oroel, Montañesa se eleva a los 2.290 metros de altura y es una perfecta atalaya para percibir las cumbres pirenaicas y prepirenaicas que la circundan en un radio de muchos kilómetros.

Dejo el coche en el parking cerca del Monasterio de San Vitorian, primer centro de poder del Sobrarbe y después del Reino de Aragón unificado. Tanta fue su influencia que fue mausoleo de los primeros reyes.

Primero se toma altura entre un bosque en una senda donde siempre hay vistas. Acercándonos a las paredes de piedra, dónde se puede hacer escalada, con 200 metros de ascensión se hace un breve parón en la ascensión para tomar la parte más dura, un plano inclinado de casi una hora de caminata. El objetivo es una pared frontal, por dónde suele bajar una cascada en época de lluvias. Ojo aquí no acortar por los atajos de bajada. Seguir los mojones.

En una de las curvas existen unas pintadas que indican el camino a la Faja Toro, otra opción de ascenso, más exigente y con ciertos vértigos.

Al llegar a una pequeña ladera desde la que se ve el valle del Cinca, La Fueva, Sierra Guara y cercana Ribagorza, se gira a la derecha iniciando un breve trepe entre el muro de piedra. Ninguna dificultad, aunque es mejor tener atención.

Al superarlo se sigue ascendiendo por otro plano inclinado, aunque menos exigente. Al percibir un abrevadero y una caseta a la derecha, iniciamos otra fase donde destacan las vistas directas hacia la profundidad de Araguas. Preciosas las fajas que se despeñan a nuestros pies.

En breve llegamos al desvío hacia La Tuca, la segunda cima de la jorobada Peña. Nosotros vamos al Picón, el punto más elevado.

Aquí hay que tener atención, dado que la ruta tira para abajo, esquivando un saliente pétreo y con algo de aire. Una bajada y luego una subida donde hay que usar algo las manos (muy poco).

El camino se dirige ahora a la izquierda. Tras coger el camino de la Faja Mayor (Faja Toro), se inicia una ascensión entre un bosque de viejas encinas y pinos y al encuentro de un collado. No es raro ver en este tramo sarrios.

Al alcanzar el 'collado' se gira hacia la derecha para empezar a ascender sin vegetación, salvo los espantabrujas (cardos). La piedra se hace protagonista en el último tramo que zigzaguea hasta la cima, donde las vistas dejan boquiabierto.

El descenso lo hice por el mismo canal, aunque me desvíe para fotografiar a un grupo de curiosos sarrios y si tome los atajos de bajada.