Peña Orniz (2.191 m), estival desde La Cueta por Las Morteras del Couto, vuelta por las Fuentes del Sil

Mientras España sudaba con temperaturas nunca vistas durante prolongados períodos de tiempo, hay algunos afortunados, como yo, por ejemplo, que aunque considere el verano como la peor época del año para ir a la montaña, aún podemos disfrutar de las cadenas montañosas de Babia/Somiedo, y darnos un más que precioso paseo para hollar una vez más la cumbre de Peña Orniz (2.191 m.)

Esta vez planeamos una aproximación diferente, sin grandes exigencias, pero que me apetecía realizar desde hace 15 años cuando ascendí por primera vez a esta montaña, y me maravillé de lo que me pareció un paisaje lunar, y que hoy ya conozco como Las Morteras del Couto o del Valle, pensando que algún día subiría por ahí.

Salimos de La Cueta por la inicialmente muy bien señalizada ruta de Las Fuentes del Sil, pasando por el ya conocido puente Bustusil y la cabaña que encontramos posteriormente, ahora ya con placa solar y todo

A los 3 km nos encontramos con la majada Abeseu y tenemos que volver a cruzar el río, todo esto de paseo por una pista sin ninguna complicación desde la que tenemos probablemente la mejor vista de Los Picos de la Mortera, presididos por La Paredina, que parece tan dura de ascender, siendo sin embargo mucho más amable por su cara Este.

Tras haber andado 5 km desde La Cueta y dando un giro de 90º al S-SE aparece ante nosotros la majada de Covalanchas, con una caseta antigua de pastores y otra más moderna, y señoreadas desde el Sur por Peña Chana . Aquí ya vemos perfectamente nuestro siguiente destino, el Collado Mortera a 1882 m de altitud y que separa (¿o une?) los Picos del mismo nombre del cordal que empieza en el Cuetalbo, y pasando por Peña y Torre Orniz, Calabazosa, Cualmarce y compañía acaba muriendo en La Farrapona. Desde la majada es algo menos de 150 m de desnivel, y se ve perfectamente donde queremos llegar, así que cada cuál que suba por donde más le guste intentando perder la menor cota posible.

Así que andando con alegría llegamos al Collado. A nuestras espaldas (E) la majada de Covalancha, al Norte los Picos de la Mortera y Picos Blancos, al Oeste la ladera del Cuetalbo (2.075 m.), ya que no se ve la cumbre y enfrente ya nos ha aparecido Peña Orniz, lo que nos hace exclamar un “¡ooooh!, ¿pero de verdad vamos a subir ahí arriba?”. Pues por supuesto; el cordal es una alternativa excelente, y en invernal tiene su intríngulis al tener que pasar alguna cresta en la que hay que andarse con ojo. Pero nosotros ya habíamos decidido ir por La Mortera, sin camino claro, pero también sin dificultad, ya que sabemos que para hollar la Orniz hay que pasar por el collado del mismo nombre, bien visible según vamos avanzando.
En alguna zona no es demasiado intuitivo y supongo que habrá diferentes maneras de llegar a él; nosotros la hicimos por la que yo creo que es más fácil, y además , muy entretenido.
Es este un collado muy bonito, cubierto por hierba y matorral bajo, y como no, por flores.
Bordeamos por el Sur un picacho que tengo entendido se denomina Lingote, y ya empezamos con la verdadera ascensión; el camino es bien visible y no tiene ningún paso complicado, así que poco a poco superamos los casi 200 m de desnivel desde el collado y llegamos a la cumbre, donde una vez más, aunque no es el fin ni lo buscamos en la montaña, el regalo es estrepitoso. Al Este Congosto, detrás Morronegro y detrás Ubiñas, Castillines, Fontanes y el Prau; al Oeste el Cornón, que siempre me parece solitario, sobre todo si lo comparamos con otro grande de la zona, el Montihuero y su Espadaña, magnífico tótem sobre la laguna de Las Verdes, y acompañado de Coloradas, Chana y Años.
Cada vez que subo a esta montaña me encuentro algún artilugio en la cumbre, desde el cráneo de una oveja clavado en una barra de hierro (antigua cruz sin barra horizontal), pasando por un monigote de esos que vemos hasta en Ancares, hasta lo que hay ahora, un piolet. Igual es hora que dejemos a las montañas en paz, ser lo que son y no como nosotros queramos que sean, sin tanto adorno ni tanta fanfarria.
La idea era comer ahí, pero la ingente cantidad de insectos voladores, inofensivos pero muy molestos, nos hicieron desistir, teniendo que descender hacia Torre Orniz para poder comer las viandas y saborear sin ninguna prisa el espectáculo babiano que nos rodeaba

El descenso se puede realizar por varios sitios, siendo bastante intuitivo, pero ahora bien, no perdáis el tiempo buscando el manantial mágico del nacimiento del Sil porque no lo váis a encontrar, y no lo váis a encontrar porque no existe, y si existiera, el que nacería sería el arroyo Cebolleu, que no se denomina Sil hasta pasar por La Cueta, o al menos así dicen los mapas topográficos. Dependiendo de temporada del año y del clima hay diferentes zonas algo más húmedas, a veces algo de musgo, y aquí y allá pueden aparecer hilillos de agua, pero no hay un claro nacimiento del Sil.
Con estas disquisiciones vamos recorriendo el camino de vuelta, en ocasiones medio chapoteando, pasando por los puertos del Cuetalbo, en un bellísimo recorrido que nos va a llevar de nuevo hasta la majada de Covalancha.
Iba a escribir que es un camino fácil de hacer, pero cuando estábamos refrescándonos los pinreles en el río y haciendo las correspondientes payasadas pasó una pareja de montañeros que nos avisó que alguien se había caído en el camino. Dimos vuelta y efectivamente nos encontramos a un señor de 68 años acompañado de su mujer, que se había resbalado y fracturado un codo. El buen hombre insistía en poder volver andando (quedaban 3.5 kms de pista/camino de montaña) y estaba chocado hasta el punto de perder el conocimiento o casi cada vez que intentaba levantarse. En estos momentos es muy importante , y no solo en la montaña, recordar el PAS (Proteger, Avisar, Socorrer), así que una vez que el accidentado esté en la mejor situación que puede estar lo que hay que hacer es solicitar ayuda, y no marear la perdiz. No encontramos cobertura hasta prácticamente La Cueta. En media hora estaba un todoterreno de la Guardia Civil y a los 20 minutos el helicóptero. No pude menos que sentirme orgulloso de pertenecer a un pais que dispone de un servicio público de rescate tan eficaz y altamente cualificado, tanto las personas que cogen el teléfono y realizan el triaje, como todo el equipo de rescate (sanitarios, piloto), y por supuesto, la Guardia Civil, nuestro ángel de la guarda en la montaña.

Después, ya nos pudimos tomar, con alegría y un resquicio de emoción, la tan esperada cerveza, en este caso acompañada de un crepuscular chorizo casero que tuvo a bien darnos Estrella.