95. Peña Valdosa y El Churrión desde Tejada

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 66 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 612 metros (superior al que estima Wikiloc).


“Monotonía de lluvia tras los cristales”, en el poema machadiano. Así eran las jornadas previas. Persistente, aunque mansa lluvia. Tres tristes días grises tras los cristales (trabalenguas fiel a la realidad), pero eran bienvenidas esas precipitaciones por otras razones. Blanda monotonía que alimentaba nuestros deseos de variedad, contraste y acción para las jornadas por venir.

Mientras cae, la lluvia nos evoca la reciente visita a una espectacular cascada: El Churrión. Teatral en su continente, en sus formas: con varios saltos escalonados surgiendo por la fisura en unos macizos farallones. Pero menguada en su contenido líquido en aquél momento. Ahora, en cambio, sus colas probablemente borbotarán pródigas. En cuanto escampe, tendremos una ocasión ideal para contemplarlo.

No se trata de repetir el mismo lugar, ni la misma actuación, aunque sea intensificada, sino de tener otra perspectiva del cuadro y la representación. A la vez, hay que evitar los charquinales y barrizales que se habrán aposentado en las zonas bajas tras los chubascos, por todas partes. Habrá que ir por zonas altas.

Una ruta satisfaría estos requisitos. Un trayecto que, además de pasar justo por el pozo encimero de El Churrión, añadiría una gran variedad de parajes en su recorrido. Hablamos de la travesía entre las poblaciones de Tejada y Barriosuso, a lo largo de Peña Valdosa: su cresta y meseta, primero (en la ida); su falda y valle norte, después (en el regreso). Precisamente, en esa sierra nace y por el valle discurre el arroyo de los Molinos, que nutre a la cascada. Todo, pues, en el mismo paquete. Y así lo hicimos.

El trazado de ‘Marcopolis’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/tejada-pena-baldosa-barriosuso-el-churrion-14051908 ) nos sirvió como guía. Hicimos unas pocas variaciones y un km más. Aunque ‘Marcopolis’ es muy parco en palabras sobre la ruta, su ‘track’ es fiable. Resultó útil porque el trayecto desde Tejada a Barriosuso, en especial el ascenso a Peña Valdosa, es complicado y no está exento de riesgos (ver debajo).

Hacía 10 días habíamos hecho la Ruta de las Ermitas ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-de-las-ermitas-prc-bu-120-100017964 ), que incluye un desvío a El Churrión por su lado norte, donde se ve la cascada desde abajo. Poca agua entonces. Pero, siendo de buen conformar o magnánimos para con cualquier muestra de belleza natural, quedamos satisfechos (o casi). El ‘casi’, sin embargo, empezó a cosquillearnos y a crecer en nuestra mente día a día: “¿Por qué no la exploramos desde arriba; por su lado sur?”. La pertinaz lluvia reciente nos proporcionó el argumento definitivo.

Pero no era la cascada nuestro único motivo para esta nueva excursión. Hay otros atractivos en esa zona. Unos pocos meses antes, gozamos sin límites (sin ‘casis’) en la travesía de Peña Cervera, hermana oriental de la Valdosa ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pena-cervera-desde-barriosuso-93698749 ). Magnífica. Ahora buscábamos extender la experiencia con la nueva ruta, muy próxima. En realidad, ambas tienen un tramo compartido: la subida (ahora, bajada) desde Barriosuso hasta el collado entre las dos elevaciones.

Antes de destacar las bondades de la ruta, mencionemos sus demandas; de orientación y físicas. Peajes por lo que ella nos ofrece. La orientación es relativamente fácil en general (con guía), pero el último tramo de subida a Peña Valdosa desde Tejada es complicado. No obstante, una vez allí, siempre nos queda el recurso de tomar los roquedos de la cima como referencia: Para localizar el punto de acceso, la mejor (quizá única) opción es moverse hacia la derecha (el sur), donde el escalón rocoso se termina puliendo y permite el paso.

En relación con la exigencia física, hay pendientes con mucha inclinación. Entre los km 2,4 y 2,9, se afronta un muy empinado trecho (camino y cortafuegos), aunque sin peligro. Luego, entre los km 2,9 y 3,4, a la abrupta pendiente se añade la inestabilidad en el suelo; una pedrera. A veces, hay que trepar “a cuatro patas”. Viable, pero con precaución. Serpenteando y alargando este tramo, puede mitigarse su dureza. Después, caminar por la cima es incómodo a trozos por el descarnado lapiaz. El resto de la ruta es cómodo y seguro.

Podemos ahora realzar los elementos más sobresalientes de la ruta. Compensan con creces las penalidades. Los iré mencionando al hilo de la secuencia en el propio itinerario.

Tanto el pueblo de Tejada, primero, como el más reconcentrado de Barriosuso, después, conservan algunas edificaciones tradicionales que los embellecen y los hacen distintivos. En varios casos, bien cuidadas y preservadas con esmero.

Tras dejar Tejada, nos recibe un campo en plena efervescencia: a primera hora de la mañana, aún algo apagado, entre las sombras y los rayos oblicuos del sol; al final de ella, en el regreso, con vivos colores y un verde eléctrico, a pleno sol. Como señal clara de naturaleza genuina, enseguida vimos no menos de 6 corzos en esa parte, paciendo y ramoneando tranquilos, incluso muy cerca de la población.

Luego, en el resto del recorrido veremos (y oiremos [“ladrar”], sin verlos) unos cuantos corzos más. También dos ardillas. Y no podían faltar los buitres, una vez nos encaramamos en la cima. Aunque sus colonias están ubicadas más bien en los cantiles orientales de Peña Cervera, varios km hacia el este, algunos nos pasaron y re-pasaron en vuelo rasante junto a los acantilados. Por su actitud, parecían los exploradores, o los centinelas de avanzada.

A lo largo de la cima de Peña Valdosa, las vistas son de gala, de exhibición. Por el norte, las sierras nevadas de Mencilla y de la Demanda, con sus picos de blanco intenso (por no mencionar las icónicas Mamblas, Carazo, etc.). Por el sur, alcanzamos hasta la más lejana cordillera del Sistema Central, recortada y bien visible gracias al realce de la nieve. Entre unas y otra se despliegan bosques y campos, llanuras y valles, en la infinita meseta.

Junto al hito en la cumbre de la Valdosa, se aprecian restos de un castro celtibérico de más de tres mil años. Bueno, hay que poner de nuestra parte ignorante algo de imaginación. Se observan varios círculos de piedras, ahondados y con una leve elevación sobre el suelo; posiblemente, lugares de refugio. Nos maravilla que algo se conserve después de tanto tiempo sometido a una despiadada intemperie allá arriba; y más aún que alguien pudiera habitarlos. Hacia el sur, quedan, al parecer, rudimentos de muralla.

El descenso desde allí hasta Barriosuso es también efectista, deslumbrante. El valle de San García, a nuestra derecha; el de Santibáñez hasta Silos, a la izquierda primero y luego de frente. Las piedras de arenisca coloreadas en la ladera y en el propio sendero cuando ya encaramos la bajada hacia Barriosuso. Y, antes de llegar a éste, las cárcavas, también de arenisca, con formas caprichosas fruto de la erosión.

El camino de regreso a Tejada, a los pies de la falda de Peña Valdosa, es una delicia, con la primavera pujando intensa en los campos a un lado y con la corona caliza y los taludes de esa mole al otro. Y la luna en cuarto menguante (y algo desvaída) sobre las crestas, como compañía de lujo. Ya empiezan las aulagas a acicalarse de amarillo fosforescente (un ‘reclamo’ para insectos y pájaros, con la ‘finalidad’ de que vengan y esparzan su simiente).

Mención especial en ese tramo merece la cabecera de El Churrión. Por una vaguada, el arroyo de los Molinos se embuda sobre la ciclópea fisura en la roca que da inicio a la cascada. Impresionante emplazamiento natural. Llegados a un punto, un salto desagua en una poza. Desde allí, la angostura y verticalidad de los paredones impide el paso (a las “personas normales”). Al parecer, están instalando un pequeño mirador; una estructura metálica de escaleras (aún sin terminar) y una pasarela (quizá fuimos los primeros en usarlo…).

Ciertamente, ese sería un buen final de ruta, aunque quizá demasiado apoteósico. Por si así fuera, para templar los ánimos, aún nos quedan casi 2,5 km de melodioso disfrute (visual y sonoro) hasta el final en Tejada. El entorno de salida de la propia vaguada es bucólico, con el arroyo y el humedal y las praderas abajo, y la sierra arriba. La apacible vereda de vuelta pone el lazo de adorno al regalo de la excursión.

Entre las favoritas.