Peñacorada (1.835 m.) desde Robledo de la Guzpeña
near Prado de la Guzpeña, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Punto de partida: Robledo de la Guzpeña.
Espacio protegido:
Época recomendada: Todo el año, excepto con nieve o terreno mojado.
Elementos de interés: Bosques de robles y encinas y las vistas panorámicas desde la cima.
Tipo de camino: Campo a través y roquedo en el último tramo de ascensión.
Servicios: Los establecimientos más cercanos se encuentran en Cistierna o Puente Almuhey.
Descripción del itinerario.
Tras un comienzo de año escaso en cuanto a lluvias y nieve se refiere, elijo una de las cumbres más visuales y cercanas a la meseta leonesa que se pueden divisar en la cordillera Cantábrica, Peñacorada o Peña Corada, a caballo entre León y Palencia.
Peñacorada se puede considerar una de las últimas avanzadillas de la cordillera Cantábrica. Al pie de su ladera meridional, la depresión de contacto pone fin a los pliegues y repliegues montañosos, y da paso a la suavidad de las tierras llanas de la meseta.
Esta cima se puede lograr desde varios puntos de las antiguas tierras de Vadinia como Cistierna o Fuentes de Peñacorada pero la vía más directa se realiza desde su cara sur desde Robledo de la Guzpeña, donde en la plaza de los Enamorados encontramos el inicio de la ascensión, una amplia plaza que cuenta con un panel informativo sobre una ruta que recorre los bosques más cercanos de Robledo, mayoritariamente robles y encinas (figuras 1 y 2).
Tras salir de la plaza seguimos por la calle de la derecha para buscar la calle Peñacorada que nos sacará del pueblo no sin antes pasar por una fuente con peces (figuras 3, 4, 5 y 6). En la última casa de Robledo, donde se acaba el asfalto tendremos un cara a cara con la mole caliza que pretendemos acometer, pareciendo inexpugnable (figuras 7 y 8).
Seguidamente tendremos un desvío de caminos, momento en el que elegiremos, solo por unos metros, el de la izquierda, pues este nos llevará a una nave ganadera. En nuestro caso, tocará empezar a ganar altura a media ladera entre encinas y algún roble (figuras 9, 10, 11, 12 y 13).
Tras salir del bosque, entramos en una franja despejada de terreno. Este punto será el nexo de unión de la ida, que la realizaremos por la senda de la izquierda, y la vuelta, por el camino más marcado de la derecha de la imagen 14.
En una amplia campa donde descansan los restos de la estructura de un antiguo redil que hoy en día sirve como protección a un colmenar, un abrevadero y un refugio de montaña, nos desviaremos donde se encuentra el último para encontrar una senda que nos permitirá internamos en el bosque, donde los robles, algunos de buen porte, empiezan a ganarle la partida a las encinas (figuras 15, 16, 17, 18, 19, 20 y 21).
A partir de aquí, la vegetación es sustituida por el roquedo. Entraremos en el tramo de mayor esfuerzo y desnivel; empresa que realizaremos por donde más fácil nos resulte, siendo recomendable realizar un zig-zag hasta llegar al cresterío. Una vez en el él, el recorrido se encuentra hitado y llegar hasta la cima no presentará mayores complicaciones, sin encontrar ningún paso aéreo (figuras 22, 23, 24, 25, 26, 27 y 28).
La cima del Peñacorada se presenta amplia y extensa. En ella encontramos el vértice geodésico y dos buzones de cumbres. Una cumbre en la que la niebla me privó disfrutar de sus maravillosas vistas. Sobre ella, dibujando el horizonte por el norte se despliega la gran barrera cantábrica, mientras por el sur se extiende la llanura sin fin (figuras 29, 30 y 31). Los setecientos metros de desnivel que median entre Robledo y la cumbre de la montaña no presentan dificultades técnicas, pero sí una notable pendiente.
El descenso le realizaremos por la vertiente situada más al este. El primer tramo de descenso será algo complicado porque hay mucha piedra suelta además de la inclinación a la que estamos sometidos (figuras 32, 33 y 34). En el tramo medio del descenso encontramos un pequeño pinar de repoblación hasta que lleguemos al tramo bajo donde el roble vuelve a imperar hasta que lleguemos de vuelta a Robledo, enlazando de nuevo con el camino de ida (figuras 35, 36, 37 y 38).
Impresiones.
En los alrededores de Robledo se conservan las huellas de su cada vez más lejano pasado minero, como las cortas de la concesión María Luz, abiertas al noroeste del pueblo. Ahora bien, más que por las secuelas de la industria carbonera, Robledo destaca por sus verdes praderas y sus bosques de robles y encinas. Sobre ellos se levanta Peñacorada, la gran nave pétrea cuya proa se adentra en las llanuras meseteñas.
Espacio protegido:
Época recomendada: Todo el año, excepto con nieve o terreno mojado.
Elementos de interés: Bosques de robles y encinas y las vistas panorámicas desde la cima.
Tipo de camino: Campo a través y roquedo en el último tramo de ascensión.
Servicios: Los establecimientos más cercanos se encuentran en Cistierna o Puente Almuhey.
Descripción del itinerario.
Tras un comienzo de año escaso en cuanto a lluvias y nieve se refiere, elijo una de las cumbres más visuales y cercanas a la meseta leonesa que se pueden divisar en la cordillera Cantábrica, Peñacorada o Peña Corada, a caballo entre León y Palencia.
Peñacorada se puede considerar una de las últimas avanzadillas de la cordillera Cantábrica. Al pie de su ladera meridional, la depresión de contacto pone fin a los pliegues y repliegues montañosos, y da paso a la suavidad de las tierras llanas de la meseta.
Esta cima se puede lograr desde varios puntos de las antiguas tierras de Vadinia como Cistierna o Fuentes de Peñacorada pero la vía más directa se realiza desde su cara sur desde Robledo de la Guzpeña, donde en la plaza de los Enamorados encontramos el inicio de la ascensión, una amplia plaza que cuenta con un panel informativo sobre una ruta que recorre los bosques más cercanos de Robledo, mayoritariamente robles y encinas (figuras 1 y 2).
Tras salir de la plaza seguimos por la calle de la derecha para buscar la calle Peñacorada que nos sacará del pueblo no sin antes pasar por una fuente con peces (figuras 3, 4, 5 y 6). En la última casa de Robledo, donde se acaba el asfalto tendremos un cara a cara con la mole caliza que pretendemos acometer, pareciendo inexpugnable (figuras 7 y 8).
Seguidamente tendremos un desvío de caminos, momento en el que elegiremos, solo por unos metros, el de la izquierda, pues este nos llevará a una nave ganadera. En nuestro caso, tocará empezar a ganar altura a media ladera entre encinas y algún roble (figuras 9, 10, 11, 12 y 13).
Tras salir del bosque, entramos en una franja despejada de terreno. Este punto será el nexo de unión de la ida, que la realizaremos por la senda de la izquierda, y la vuelta, por el camino más marcado de la derecha de la imagen 14.
En una amplia campa donde descansan los restos de la estructura de un antiguo redil que hoy en día sirve como protección a un colmenar, un abrevadero y un refugio de montaña, nos desviaremos donde se encuentra el último para encontrar una senda que nos permitirá internamos en el bosque, donde los robles, algunos de buen porte, empiezan a ganarle la partida a las encinas (figuras 15, 16, 17, 18, 19, 20 y 21).
A partir de aquí, la vegetación es sustituida por el roquedo. Entraremos en el tramo de mayor esfuerzo y desnivel; empresa que realizaremos por donde más fácil nos resulte, siendo recomendable realizar un zig-zag hasta llegar al cresterío. Una vez en el él, el recorrido se encuentra hitado y llegar hasta la cima no presentará mayores complicaciones, sin encontrar ningún paso aéreo (figuras 22, 23, 24, 25, 26, 27 y 28).
La cima del Peñacorada se presenta amplia y extensa. En ella encontramos el vértice geodésico y dos buzones de cumbres. Una cumbre en la que la niebla me privó disfrutar de sus maravillosas vistas. Sobre ella, dibujando el horizonte por el norte se despliega la gran barrera cantábrica, mientras por el sur se extiende la llanura sin fin (figuras 29, 30 y 31). Los setecientos metros de desnivel que median entre Robledo y la cumbre de la montaña no presentan dificultades técnicas, pero sí una notable pendiente.
El descenso le realizaremos por la vertiente situada más al este. El primer tramo de descenso será algo complicado porque hay mucha piedra suelta además de la inclinación a la que estamos sometidos (figuras 32, 33 y 34). En el tramo medio del descenso encontramos un pequeño pinar de repoblación hasta que lleguemos al tramo bajo donde el roble vuelve a imperar hasta que lleguemos de vuelta a Robledo, enlazando de nuevo con el camino de ida (figuras 35, 36, 37 y 38).
Impresiones.
En los alrededores de Robledo se conservan las huellas de su cada vez más lejano pasado minero, como las cortas de la concesión María Luz, abiertas al noroeste del pueblo. Ahora bien, más que por las secuelas de la industria carbonera, Robledo destaca por sus verdes praderas y sus bosques de robles y encinas. Sobre ellos se levanta Peñacorada, la gran nave pétrea cuya proa se adentra en las llanuras meseteñas.
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