PEÑACORADA, PICO CORBERO Y PEÑA MAYOR DESDE CISTIERNA.

CONOCEMOS LAS MONTAÑAS DE CASTILLA Y LEÓN.
Los miembros del grupo Gabanceda ponemos nuestra mirada en el Macizo de Peñacorada.
El punto de partida: la localidad leonesa de Cistierna.
Iniciamos la ruta ascendiendo hacia E por el agradable paseo que nos dirige hasta la ermita de S. Guillermo. Hacemos una breve parada en este lugar para conocer el lugar y proseguimos subiendo por un pinar de pino silvestre de repoblación contemplando gran variedad y cantidad de setas, algo normal en esta estación otoñal. En un punto del itinerario enlazamos durante unos metros con una pista que sube desde el pueblo de Valmartino la cual abandonaremos muy pronto para proseguir el ascenso, ahora entre robles de buen porte, pegados al arroyo que nos llevará hasta el verde collado Lero.
Ahora toca descender de nuevo hacia otro arroyuelo para remontar hacia los pastos de los Campos de Quintana donde vacas y caballos dan buena cuenta de su hierba fresca.
En este paraje de pastizales variamos nuestro rumbo hacia N para conseguir llegar a la cima de Peña Mayor. Desde esta cumbre observamos el resto del recorrido con todo el cresterío, el pico Corbero y Peñacorada. Nos llama la atención la belleza de este paisaje de montañas calcáreas con muy verdes pastizales a sus pies, pequeñas charcas en las que sacian su sed las vacas y los caballos que pastan en ellos.
Una vez hemos disfrutado de las vistas hacia Picos de Europa, Macizo del Mampodre y Montaña palentina, proseguimos la ruta por la cresta rodeando los Hoyos. La segunda cima, el pico Corbero, la alcanzamos con facilidad y sin pararnos mucho en ella nos dirigimos hacia la montaña de mayor entidad: Peñacorada.
Nos vamos acercando a la cima por la cara S de la cresta y siempre siguiendo un rumbo E. En esta altitud ya ha desaparecido el suelo por lo que la roca caliza aflora en superficie dejándonos disfrutar de los estratos y de algunas plantas que viven y crecen aferrando sus raíces a la roca; es el caso del enebro rastrero y el tejo. Es digno de admirar la resistencia de estos arbustos y matorrales a las inclemencias del tiempo. Contemplando estos milagros de la naturaleza alcanzamos la cima de Peñacorada, la última cumbre del día despejado que tenemos la suerte de disfrutar. Valles, bosques de hayas y robles, y las grandes montañas como Espigüete, Curavacas o Peña Prieta centran nuestra atención.
El descenso lo hacemos por la cara norte de la cresta siguiendo una senda bien marcada. Observamos que en esta ladera la cantidad de pequeños tejos es mayor. Es de destacar el tramo de bajada muy vertical hasta llegar al Collado de los Ratones. A partir de aquí pronto enlazaremos con el Camino de la Mata de Monteagudo que transcurre por un pinar de repoblación prácticamente hasta el pueblo.
Ruta cómoda, sin ninguna dificultad técnica reseñable y con muchos alicientes para disfrutar de nuestras montañas.