Pereruela- Puente de las Urrietas- Río Duero por el camino de la Aceña

Pereruela de Sayago a 15 kilómetros escasos de Zamora es algo más que cerámica tan de moda últimamente.

Por el término de Pereruela se pueden seguir el recorrido de dos calzadas de posible origen romano, una es la que unía Zamora con Miranda y la otra es un ramal que, partiendo de la anterior, llegaba hasta Fermoselle. Ambas se pueden seguir en la actualidad, ya que la Calzada Mirandesa ha sido recientemente señalizada.

En estas calzadas encontramos puentes de gran interés que tradicionalmente han sido considerados como de época romana.
Al hacer esta ruta mi idea era llegar al puente de las Urrietas, el día tormentoso no invitaba a adentrarse en lugares alejados o con malos caminos.

Como el cielo no presagiaba nada bueno y siguiendo las indicaciones de un grupo de agradables señoras que regresaban de su paseo matinal, me dirigí al puente de las Urrietas en coche y puedo asegurar que la pista está en perfecto estado, incluso mejor que muchas de nuestras carreteras provinciales.
Se puede llegar hasta él sin dar un solo paso y lo primero que ves es un merendero con una cerca que imagino que será para defenderlo del ganado vacuno que abunda por la zona.

El puente tiene un aspecto imponente y macizo, consta de tres arcos, mayor el del centro, y podrá estar datado en época de Augusto aunque ha conocido, que sepamos hasta ahora, tres construcciones deferentes. La primera sería un origen romano-medieval, la segunda hay que situarla en la segunda mitad del siglo XV o primera del siglo XVI, y la tercera a finales del siglo XVIII. Tiene, además, cuatro tajamares. Recientemente has sido restaurado, con poco acierto y colocado un merendero en sus inmediaciones para el disfrute de los visitantes. El arroyo de Sobradillo que transcurre bajo sus arcos merece un recorrido a parte en primaveras. Aún hoy sus aguas corrían libres.

El hecho de que tres perros mastines (no pretendo denunciar su trabajo, pero sí la poca profesionalidad de su dueño que no era capaz de controlarlos) me impidiesen el paso hacia Arcillo que era mi primera intención, hizo que descubriera un hermoso paisaje hacia las orillas mismas del Duero que recomiendo para completar el paseo sin demasiadas complicaciones.

A la vuelta me volví a encontrar de nuevo los mastines, ya sin dueño. Recomiendo en estas situaciones quedarse parado, no mirarlos directamente a los ojos y continuar el camino muy lentamente, cuanto más lento se haga, mejor. Las amenazas o movimientos bruscos les estimulan el ataque.