Peromingo - San Médel - Valverde - Peromingo

Oculto entre los macizos de la Sierra de Francia y más cercana a la de Béjar y Candelario, eclipsado por la fama de los pueblos reconocidos como conjuntos históricos que lo rodean, el Valle del Sangusín es un desconocido para el paseante más ocasional y para buena parte de salmantinos y foráneos. Un hermoso paraje de fresnos maduros que delimitan prados verdes salpicados de flores donde pasta el ganado, situado en la vertiente occidental de la Sierra de Béjar, regado por el río Sangusín y que esconde innumerables sorpresas de delicada belleza que esperan a ser descubiertas.
De tradición ganadera, Peromingo es un pequeño pueblo, cruce de caminos por cuyo término municipal discurría la calzada romana de la Plata, en la que todavía se pueden contemplar un buen número de miliarios que han ido reintegrándose en su emplazamiento originario tras haber sido utilizados para otros cometidos, como el que sirvió de pilar para un pontón sobre el río. Merece la pena callejear para descubrir los escudos heráldicos que ostentan varias de sus casas o la pequeña jabonería artesanal Artesanos del Sangusín, que elabora jabón de Castilla a partir del aceite de oliva virgen al que añaden aceites y otros ingredientes.
Si nos animamos a charlar, alguno de los vecinos, nos hablará de la abundancia de fuentes en Peromingo, incluyendo la Fuente de la Pesquera, que tenía aguas sulfurosas y quedó cegada por la arena del río, o de que muchos años atrás, un día de crecida, reventó la presa que lo retenía cerca del molino, y las aguas llegaron a las puertas del pueblo. El agua es fundamental para los pastos en Peromingo. Hay pozas y lavaderos de cuya construcción no se guarda memoria. El Pozo del Quebrajano en la dehesa comunal del mismo nombre se atribuye a época romana, al igual que el puente que hay en dirección a Sanchotello. Cerca del pozo parece que hubo una villa romana que perduró hasta el siglo diecinueve.
Una red de caminos rodeados de fresnos, robles, encinas y quejigos conforman el circuito amarillo de la ruta Vetona que discurre por los términos de Calzada de Béjar, Fresnedoso, Valdesangil, Béjar y Calzada de Béjar además del propio Peromingo. El amplio camino de tierra que parte detrás de bar Las Escuelas, nos encamina hacia San Medel. Los cerdos y las vacas de los cercados próximos al pueblo, nos observarán rodeados de pastos y contemplando el vuelo de abubillas y cigüeñas que se cruzan a nuestro paso.
Evitaremos tomar el primer desvío que encontramos a nuestra izquierda para continuar recto, y más adelante, cuando llevamos caminados en torno a unos mil metros, ante una bifurcación sí que optaremos por el que sale a nuestra izquierda, pues de seguir rectos, paralelos al Arroyo de la Fresneda, acabaríamos recalando en Fuentes de Béjar. Una vez tomado este desvío continuaremos ya siempre recto para, justo al final, encontrar un cruce donde seguiremos el camino de la derecha, pues el de la izquierda nos llevará más tarde hasta Valverde.
San Medel es una pequeña población dependiente de Puebla de San Medel que apenas llega a 10 habitantes elevada sobre el valle, y que nos permite admirar unas magníficas vistas de las copas de los árboles con la sierra de Béjar y Candelario al fondo. Su pequeño casco urbano, de viviendas y corrales de piedra, está parcialmente derruido, especialmente aquellas que se encuentran en las callejuelas del centro. Sin embargo, la visita es agradable, más aún si tenemos la suerte de encontrarnos con Carmen, la más joven de sus habitantes, que nos enseñará su colección de gallinas exóticas y una burra a la que le encanta que la acaricien y posar para las fotografías.
En el paraje conocido como la Dehesa hubo un cazadero en el período magdaleniense del Paleolítico Superior; en la Mariselva un poblado de Neolítico final a Edad de Cobre y en Las Paredejas un castro vetón de la Edad de Hierro. Acompañándonos durante la visita al pueblo, Carmen nos cuenta cómo en verano San Medel recobra de nuevo la vida con los hijos del lugar que regresan durante las vacaciones, los pequeños conciertos y bailes que se organizan frente a las escuelas y nos abrirá las puertas de la pequeña iglesia románica semiderruida, desde cuyo campanario, apreciamos aún mejor la belleza del entorno. A los pies de la escalinata que sube hasta la campana, encontramos un miliario romano, y nos aseguran que hubo otro más que hacía las veces de escalón para entrar a la iglesia, y que posteriormente fue reintegrado al trazado de la Vía de la Plata.
Con el esfuerzo de los vecinos, lograron rehabilitar una parte de la iglesia para que sirviera de lugar donde celebrar los actos más relevantes, pues de habitual, allí ya no se oficia misa.
Salimos de San Medel por el mismo camino por el que entramos. Y esta vez continuamos recto, evitando el desvío a la izquierda que nos llevaría de vuelta a Peromingo. Se trata de un recorrido llano, de un kilómetro y medio, acompañados por fresnos y vacas y contemplando la cúpula verde de los árboles que cubre el valle.
Llegamos entonces a Valverde de Valdelacasa. De los setenta y cuatro vecinos de Valverde, veinticuatro proceden de otro país, siendo el segundo pueblo de Salamanca con mayor proporción de extranjeros por habitante. La localidad es paso obligado para los peregrinos que siguen la Vía de la Plata camino a Santiago. Aquí se encontraba la Mansio ad Lippos, que era la parada 144. En el prado Fusillo, se puede contemplar el miliario 143, del año 100 de la época de Trajano, que se mantiene en su lugar original. Como no podía ser de otra forma, la Iglesia del siglo XVI de Valverde está consagrada a Santiago Matamoros, y en la espadaña del campanario podemos observar curiosos símbolos labrados en su base. Además, el pueblo también conserva los restos de un antiguo hospital refugio para peregrinos.
En las afueras de Valverde encontraremos otros vestigios, como una fuente o parte de una alcantarilla romana, una tumba altomedieval labrada próxima a ella y una fuente de aguas sulfurosas.
Salimos de Valverde por el extremo opuesto al que entramos, tomando la Vía de la Plata en dirección Calzada de Béjar y atravesando el pontón sobre el Arroyo del Chapato. A unos ochocientos metros, tras cruzar sobre el Arroyo Valhondillo, saldrá un desvío a la izquierda que nos encamina hacia Peromingo a la sombra de los árboles y entre prados donde se multiplican los pozos y los afloramientos naturales del agua que recoge el Valle del Sangusín. Continuaremos rectos sin desviarnos hasta dar con la carretera, a pocos metros de la entrada a Peromingo.

Servicios: bar-restaurante.
Otros puntos de interés: restos arqueológicos, cosmética artesanal.

Si quieres descargarte el libro 26 Paseos Inesperados por las Sierras de Salamanca:
https://adriss.net/wp-content/uploads/2022/04/Guia-26-PASEOS-INESPERADOS.pdf

Otras propuestas en la revista Sierras de Salamanca: https://www.sierrasdesalamanca.es/revistas-electronicas/

Y para saber más de las Sierras de Salamanca: https://www.sierrasdesalamanca.es/