Pico Argel desde la aldea de Tus

Subida al Pico Argel (1.698 m) máxima altura del Calar del Mundo desde la aldea de Tus. Toda la subida la hicimos en condiciones de prácticamente nula visibilidad y con lluvia. Hoy en día y gracias a los GPS no revierte ninguna dificultad la orientación, pero el hecho de subir a un calar y estar rodeado de nieblas y nubes bajas le da un encanto especial a la ruta difícil de describir, una mezcla de satisfacción e imprudencia.
El inicio de la ruta es claro. Aparcamos el coche justo a la entrada de la aldea de Tus, al lado del lavadero. A partir de aquí solo hay que seguir las marcas del GR-66 que va a Riopar. Avanzamos junto a una pequeña canalización de agua entre deliciosos huertos de nogales, caquileros, higueras, almendros y olivares. El ambiente húmedo y cerrado que deja entrever las paredes del calar al fondo se hace muy espectacular ante nuestro ojos.
La senda comienza a coger altura suavemente y se encañona a lo largo del arroyo del Tus hasta salir al calar. Sabemos que estamos en lo alto de las paredes; enfrente nuestro tenemos el Cerro Viboreros y toda la cuerda de los Tornajos que lleva hasta el Argel. Derivamos la marcha hacia nuestra derecha, muy atentos a los hitos y marcas de Gr, ya que la visibilidad no llegaba ni a diez metros. Aunque tiramos de Gps es conveniente hacer un ejercicio de posicionamiento mental de donde estamos y que haríamos si nos fallara la maquinita.
En un momento dado, optamos por salir de la senda del Gr en busca de la Fuente de los Tornajos del Tus pero que no llegamos a encontrar. Volvemos de nuevo sobre el Gr e iniciamos la subida al Collado de los Tornajos. Una vez en él, giramos a nuestra izquierda y comenzamos a remontar la loma hasta llegar a la propia cuerda. A partir de aquí solo nos quedan unos metros hasta alcanzar el Argel.
Justo en este momento nos comenzó a llover, asi que desandamos el camino a marchas forzadas, por lo menos, hasta situarnos a la entrada del Arroyo del Tus y abandonar el Calar lo antes posible.
Conforme bajamos y ya con más calma volvemos a disfrutar de la vista de la sucesión de aldeas que pueblan el Valle del Tus y de los últimos restos de los colores otoñales.