Pico Casillas y Pozo de la Nieve por los robedales
near Navahondilla, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Subida (por fin) a lo alto del Pico Casillas o Alto del Mirlo, el pico más alto de la zona con espléndidas vistas en 360º.
Los caminos elegidos, tanto de subida como de bajada, son poco conocidos y transcurren por robledales que rodean al castañar.
La ida es por una cuerda de pequeñas cimas por encima de los 1.300 metros, con olor a robledales sagrados, construcciones megalíticas y secretos celtas. Hay que tener algo de cuidado en los pasos por las rocas, ya que al estar húmedas se hacen muy resbaladizas.
La pendiente de verdad es por camino ancho tipo cortafuegos, hasta llegar a la base del pico.
El camino elegido para subir no es el más conveniente ni mucho menos, ya que es directamente cuesta arriba, entre arbustos altos y cerrados, con mucha pendiente y difícil de avanzar. No mucho más adelante de donde empeamos a subir, hay un sendero indicado con hitos que parecía mucho más asequible y, si no, se puede avanzar más por el camino ancho y subir tranquilamente por donde es la bajada de esta ruta, que no tiene ninguna complicación.
Arriba hace frío y viento, pero las vistas merecen la pena. Se baja tranquilamente por caminos anchos, hasta seguir la cuerda que pasa por el Pozo de la Nieve. Igual que antes, por acortar nos metimos entre arbustos campo a través, pero un poco más adelante hay una intersección indicada para llegar sin complicaciones a esta construcción rehabilitada para su visita que también merece la pena hacerla.
La bajada es tranquila, por senderos, pasando por ruinas aún en uso para ganado con pilones y casetas, y atravesando un magnífico bosque de robles centenarios. A finales de otoño, atardeciendo, con el viento limpiando las últimas hojas secas de las copas, bajo una nieve de hojas de roble, el camino se hizo mágico.
Se atraviesa la zona de Las Barrancas, con pequeño aparcamiento para coches y bancos y barbacoas, menos conocida y transitada que el punto de partida que es donde suele ir todo el mundo. Vemos el trabajo de limpieza de los forestales y la cantidad de madera recogida acumulada.
Tras cruzar un pequeño puente, entramos de lleno en el castañar, pisando sobre un mar de hojas rojizas, hasta llegar al Abuelo, que visitamos y, tras pasar también por el refugio, cogemos el camino de vuelta final.
Un camino otoñal precioso y magico, con variedad de paisajes, algo de ejercicio, visita cultural y arropados por robles y castaños jóvenes y antiguos.
En el pueblo hay una estupenda cafeteria-pastelería y varios sitios para tomar algo. Para repetir la ruta en distintas épocas del año, pero evitando las de mayor afluencia ya que te topas con el afán recaudatorio del ayuntamiento que aun en días con poco tráfico de gente hacia el castañar, te pueden dar una sorpresa rascándote el bolsillo...
Los caminos elegidos, tanto de subida como de bajada, son poco conocidos y transcurren por robledales que rodean al castañar.
La ida es por una cuerda de pequeñas cimas por encima de los 1.300 metros, con olor a robledales sagrados, construcciones megalíticas y secretos celtas. Hay que tener algo de cuidado en los pasos por las rocas, ya que al estar húmedas se hacen muy resbaladizas.
La pendiente de verdad es por camino ancho tipo cortafuegos, hasta llegar a la base del pico.
El camino elegido para subir no es el más conveniente ni mucho menos, ya que es directamente cuesta arriba, entre arbustos altos y cerrados, con mucha pendiente y difícil de avanzar. No mucho más adelante de donde empeamos a subir, hay un sendero indicado con hitos que parecía mucho más asequible y, si no, se puede avanzar más por el camino ancho y subir tranquilamente por donde es la bajada de esta ruta, que no tiene ninguna complicación.
Arriba hace frío y viento, pero las vistas merecen la pena. Se baja tranquilamente por caminos anchos, hasta seguir la cuerda que pasa por el Pozo de la Nieve. Igual que antes, por acortar nos metimos entre arbustos campo a través, pero un poco más adelante hay una intersección indicada para llegar sin complicaciones a esta construcción rehabilitada para su visita que también merece la pena hacerla.
La bajada es tranquila, por senderos, pasando por ruinas aún en uso para ganado con pilones y casetas, y atravesando un magnífico bosque de robles centenarios. A finales de otoño, atardeciendo, con el viento limpiando las últimas hojas secas de las copas, bajo una nieve de hojas de roble, el camino se hizo mágico.
Se atraviesa la zona de Las Barrancas, con pequeño aparcamiento para coches y bancos y barbacoas, menos conocida y transitada que el punto de partida que es donde suele ir todo el mundo. Vemos el trabajo de limpieza de los forestales y la cantidad de madera recogida acumulada.
Tras cruzar un pequeño puente, entramos de lleno en el castañar, pisando sobre un mar de hojas rojizas, hasta llegar al Abuelo, que visitamos y, tras pasar también por el refugio, cogemos el camino de vuelta final.
Un camino otoñal precioso y magico, con variedad de paisajes, algo de ejercicio, visita cultural y arropados por robles y castaños jóvenes y antiguos.
En el pueblo hay una estupenda cafeteria-pastelería y varios sitios para tomar algo. Para repetir la ruta en distintas épocas del año, pero evitando las de mayor afluencia ya que te topas con el afán recaudatorio del ayuntamiento que aun en días con poco tráfico de gente hacia el castañar, te pueden dar una sorpresa rascándote el bolsillo...
Waypoints
Fountain
4,646 ft
Corral y pilón
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