Pico Gildar (Panderruedas)

Puerto de Panderruedas (1.450) - Collado de la Vieja - Loma de Pozaperro - Alto de las Cerras de Cuénabres - Collada de Sotres (1.730) - Hoyas de Frañana - Collado de Cebolleda (1.974) - Pico Gildar (2.078).

Se inicia la ruta desde el collado del puerto y durante la primera hora el camino, que luego se vuelve sendero, va discurriendo entre un bosque de hayas por la loma que separa los valles de la Iglesia y de Frañana. Alcanzada la collada de Sotres, paso de comunicación entre los dos valles, continuamos por la izquierda hasta alcanzar las Hoyas de Frañana situadas a los pies de las cumbres de Gildar y Cebolleda. Lugar privilegiado que recoge sus primeras aguas el afamado río Cares, que en sus primeros metros se conoce por el arroyo de la Horca.

Desde la collada entre las dos cumbres y hacia el noreste se alcanza el Pico Gildar. El regreso lo realizamos por el mismo itinerario de la ascensión.

GILDAR

Arriba Llavaris
Por Llavaris arriba
Remonta el camino bajo el bosque,
Dejando el arroyo a la derecha
Canta siempre, alto, quedo, misterioso,
Hasta alcanzar los altos
Escalones de camperas

Cerca ya de las cumbres
La senda se revuelve
Hacia la izquierda buscando la collada
Es la collada de Sotres,
Asomada a Frañana,
Con su piso de tierra oscura,
Ahíta de pisadas y horizontes

Desde aquí, dos caminos
Incitan la mirada:
Más fácil el del valle
Más duro el de las cumbres,
Como en la vida.
Si sigues el cordal
Tendrás dos horizontes,
Si sigues el del valle, sólo uno,
Pero tuyo, del todo, sin reservas..,

Gildar aún está lejos,
Y queda Cebolleda,
La cumbre gemela,
Que guarda el paso, y le defiende
Con sus garfios de piedra.
Es preciso vencerla
Para matar su magia
Y llegar al Gildar
Y encontrarla doncella,
Vencida y desarmada.

Al pie de Cebolleda,
Está la fuente, allá en la Regalina
Sonriente regazo de elevadas ventanas;
Y el agua tras la piedra,
Casi hiriente de fría,
Recién nacida, apenas balbuciente,
Y la yerba mullida y sosegada.

Gildar espera siempre
A quien quiera poseerla,
Con las puertas abiertas,
Bajo un techo de cielo,
Con su noble cabeza descubierta
Y horizontes volando.

Gildar apacienta soledades
Anteriores al hombre.

Allí sentí el respingo
De la nada de mi mismo,
La humildad de no haber sido
Y también la gloria de ser
Y poder decir mi palabra,
Y sentirme nacer y morir
En el tiempo sin tiempo de Dios,
En la soledad eterna de Gildar

Jose Benito Alvarez Buylla