Pico Peñalba de Lérdano. Desde El Vigo, Valle de Mena. Montes de la Peña.

Circular de ida y vuelta desde el pequeño poblado de El Vigo, cuya modesta iglesia ostenta un tímpano románico ineludible para todo amante del arte que tantas huellas contiene la comarca de Las Merindades.
La representación de El Calvario deja atónito a todo el que se presenta ante él.

Nos ponemos en marcha y después de atravesar el túnel bajo las vías del tren de la FEVE, comienza el corto y duro ascenso que nos va a permitir asaltar la cima de los Montes de la Peña.

Termina el pavimento y un pilón junto al camino marca el comienzo de un ascenso exigente y continuo prácticamente hasta llegar a nuestro objetivo de la jornada, el pico Peñalba de Lérdano.

Después de atravesar en primera instancia un tramo de robles y algunas buenas encinas, llegamos a un prado salpicado por acebos a la misma altura de la ladera de los Montes de la Peña por los que vamos a subir.
Esto prueba que esta zona, septentrional toda ella, era rica en esta especie arbórea tan valorada como escasa.
Las limpias y posibles incendios provocados para crear prados para pastos los han extinguido casi en su totalidad. Aún así, se resisten a caer derrotados.

La cuesta es perpendicular al monte y cada vez se va haciendo más dura.
El sendero se encuentra perfectamente marcado.

Poco después y ganando altura sin ninguna tregua entramos en el hayedo que tapiza esta maravillosa ladera del Valle de Mena.

No tenemos problemas en seguir la senda, pues las huellas de las carboneras que aquí se explotaron aún perduran.

El hayedo nos rodea continuamente. El esfuerzo es considerable.
Poco a poco, sin prisas y con paradas periódicas para disfrutar de este maravilloso entorno a la vez que cogemos aire, llegamos bajo las riscas del monte.
Desde aquí atravesamos varios portillos creados en zigzag con muros para sujetar el terreno y poder llegar al collado de Lérdano.
Poco antes de llegar a él nos adentramos en la Cueva de Lérdano, que así se nombra a toda esta zona de los Montes de la Peña.

La senda está perfectamente marcada con señales encarnadas en el suelo y en los árboles.

Desde el portillo de Lérdano se puede acceder al Valle de Losa o continuar el cordal hacia el oeste.

Nosotros nos dirigimos hacia el este ganando los últimos metros de esta subida para quedarnos impresionados ante la magnitud de las vistas hacia Mena y hacia Losa.
Sobre los cortados blanquecinos saluda y resiste con orgullo el punto geodésico de este anticlinal acompañado por dos buzones.

Una vez que nos hemos recreado desde las alturas regresamos por los pasos anteriormente ganados para descender con atención evitando tropiezos y caídas.

El Calvario lo hemos dejado atrás y de nuevo lo encontramos cuando llegamos a la modesta iglesia de El Vigo.

Ruta recomendable si se tiene ganas y piernas, además de buenos pulmones.