PICÓN BLANCO 1529m - Poblado prehistórico de Castromorca - LOBERA DEL ALTO DEL CABALLO. Subida anual veraniega 2022.
near Espinosa de los Monteros, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Este año casi nos saltamos la tradición de la subida anual veraniega a Picón Blanco. Hemos llegado en el último momento , pues el siguiente fin de semana ya es otoño. Hace un hermoso día de sol , pero sin el calor de las anteriores semanas . Es la octava vez consecutiva que realizamos la ruta mi mujer y yo . Esta vez con una pequeña variación . Después de subir a la base militar abandonada y explorarla , hemos bajado por el poblado de Castromorca y la lobera del Alto del Caballo.
Luego hemos bajado por un sendero paralelo a la carretera que se desvía a la derecha para bajarnos directamente al pueblo de Espinosa de los Monteros .
La subida la hemos acometido desde el ferial siguiendo la larga pista que nos interna en un hermoso hayedo . A la salida del hayedo tenemos ya a la vista las edificaciones blancas de la base militar y las espectaculares vistas que se ven desde ella. Subida con algún tramo duro . Vistas en la cima espectaculares . otro año más aquí estamos . Esperando el siguiente.
Es una pena que quizás la carretera que han hecho desde el puerto de la Sía y la que proviene de Espinosa de los Monteros han dado esplendor a la subida en bicicleta y la han restado a nivel montañero. Cada día es más fácil ver docenas de coches y motos que ocupan la base militar. A pesar de ello sigue siendo una hermosa montaña para conquistar.
BASE MILITAR ABANDONADA DE PICÓN BLANCO
La antigua base militar del Puerto de la Sía (CT-9 en siglas militares) ocupa lo más alto del Picón Blanco, a 1.529 m de altitud. Son tres grandes cuarteles y un edificio que servía de garaje y perrera a prueba de nevadas, vientos huracanados y frío extremo que aguantan en pie tras 15 años de abandono. Concretamente desde 1999, cuando el ejército trasladó el puesto de control aéreo (EVA) al Picón del Fraile, en Lunada.
Picón Blanco, por la nieve que cubre su cima hasta entrada la primavera, es una cumbre que se eleva sobre Espinosa de los Monteros, en el límite con Cantabria. En los años 70 el ejército ocupó los altos y restringió el acceso. Cuando se fueron las instalaciones fueron saqueadas hasta quedar reducidas a un esqueleto. Los edificios siguen allí, pero ahora vacíos y sembrados de boñigas. Dentro silva el viento, se forman ventisqueros y en verano, cuando el calor aprieta, sirven de refugio al ganado.
Cualquier época del año es buena para subir, aunque es mejor hacerlo en verano. El camino más fácil es por el alto de La Sía (1.235 m). De allí parte una carretera de montaña para servicio de los aerogeneradores que nos deja arriba. Cinco kilómetros (300 m de desnivel) no aptos para cualquier vehículo. La subida a pie es sencilla y poco exigente -una hora larga a paso tranquilo-.
Una vez en la base todo es espectacular. Primero están las vistas, que abarcan los cuatro puntos cardinales: el mar, Castro Valnera, las sierras burgalesas, los montes vascos... Luego las instalaciones. Los cuarteles vacíos, fantasmagóricos, poblados de ecos que atardecer ponen la carne de gallina. Finalmente los prados. Siempre verdes, salpicados de vacas y caballos, y de champiñones. Vuelan las alondras y desde el cielo vigilan los buitres y los cuervos.
Las instalaciones se usan para partidas de paintball. En las noches estrelladas de verano algunos suben para vigilar el cielo y descifrar mensajes extraterrestres.
En invierno todo el diferente. La nieve sepulta los edificios -se han medido en la zona espesores de hasta 13 metros- y los congela. Entrar en los cuarteles helados da 'yuyu'. Trae a la memoria películas como 'Estación Polar Cebra' o la tremenda 'El terror que acecha en la Antártida'.
POBLADO PREHISTÓRICO DE CASTROMORCA
Este antiguo poblado, hoy abandonado, se sitúa a unos 7 kilómetros de la población de Espinosa junto al nacimiento del arroyo Mailo. Es un sitio privilegiado para conocer un pedazo de la historia de los habitantes de estas montañas, ligados siempre al cuidado de su ganado. No en vano, los pastos de la sel de Castromorca eran aprovechados por cabras y ovejas durante los meses de verano; siendo este el origen de las cabañas pastoriles que ahora se pueden visitar.
El poblado pastoril surge durante la Edad Media, con el origen del aprovechamiento intensivo de la hierba, que dio lugar a conjuntos de construcciones destinadas a albergar al ganado y a las familias de forma separada. Existen escritos de compraventa que datan el Poblado de Castromorca en el Siglo XVI. Se trata por tanto del testigo más antiguo del poblamiento pasiego.
En Castromorca, encontramos un conjunto de diecisiete cabañas que forman dos grupos, en torno al arroyo Mailo. Estas cabañas de base rectangular y tejado a dos aguas son precursoras de las actuales cabañas pasiegas. A pesar de no mostrar la complejidad de las actuales, sí presentan elementos característicos como borciles o colgadizas, destinadas a guardar perros, gallinas o cerdos. Las cabañas, aunque hoy no lo conservan, tendrían tejado de lastra, en las ocupadas por las personas, y de madera, en aquellas destinadas al ganado.
LOBERA DEL ALTO DEL CABALLO
Las loberas constituyen un legado que ha llegado a nosotros a través del tiempo. Estas trampas eran usadas para cazar lobos cuando éstos causaban daños al ganado. Aunque hay constancia de la existencia de loberas en todo el norte peninsular, es en el norte de Burgos donde se concentra un mayor número. Siendo la Lobera de Espinosa de los Monteros una de ellas.
La lobera es una construcción de mampostería de piedra en seco formada por dos muros que convergen en un foso, formando un embudo donde era acorralado el lobo, tras una batida por el monte en la que participaban vecinos de Espinosa y de los pueblos circundantes.
Cuando uno de estos carnívoros era avistado tocaban las campanas de las poblaciones cercanas. Hasta 200 hombres de Espinosa, Montija y Carranza participaban en la batida, que podía durar una o varias jornadas. El objetivo era empujar al lobo hacia la trampa donde quedaba atrapado. Si el empeño tenía éxito, se celebraba con una fiesta convirtiéndose así en un acto social.
Una vez en la lobera del Alto del Caballo, podremos seguir el sendero que discurre junto al muro derecho de la lobera, hasta alcanzar el foso, donde veremos la convergencia de los dos muros que impedían la escapada del animal, que caía en el foso.
Waypoints
BASE MILITAR ABANDONADA DE PICÓN BLANCO
BASE MILITAR ABANDONADA DE PICÓN BLANCO La gente ha subido al Picón Blanco por infinidad de motivos a lo largo de la historia. Sólo hace unas décadas, los reclutas ascendían a ese monte de 1.529 metros para montar guardia en una base que domina Espinosa de los Monteros por la vertiente de Burgos y los valles pasiegos por la de Cantabria. Cuando los soldados se marcharon, sólo las vacas, los caballos, algunos montañeros y recientemente el pelotón de la Vuelta a Burgos se acercan a los edificios militares abandonados, bien por el monte, bien por la carretera de la base. En el Picón Blanco, el tiempo se ha detenido más de lo que parece. A las ruinas de la cima les aguarda el mismo destino que a los campamentos de época romana que los arqueólogos están desenterrando al pie de elevaciones no muy distantes. El emperador Augusto y sus legiones crestearon por ellas a finales del siglo I antes de Cristo para sacar a los cántabros de sus refugios y obligarlos a bajar a los valles. Era una táctica nueva que se ponía en práctica en el Cantábrico para someter a los pueblos rebeldes del norte de Hispania, incluidos los astures en los Picos de Europa. Tras declarar oficialmente la victoria sobre los cántabros, Roma cerró las puertas del Templo de Jano, señal de que todo el Imperio estaba pacificado. La 'pax augusta' nació con las travesías extenuantes de las legiones entre Burgos y Cantabria. Esas marchas son el antecedente de los ultra trails organizados en esa vasta comarca, una frontera climática donde el Picón Blanco mira, por un lado, al puerto de Los Tornos, y por el otro, al conjunto de cimas que se alza sobre los pasos de la Sía, Lunada y Estacas de Trueba, camino de Reinosa. Un territorio que remite a otras épocas, aunque paradójicamente lo domina una moderna estación militar de seguimiento aéreo erigida en lo alto del glaciar de Lunada, con la forma de un gigantesco balón de fútbol blanco. Esta instalación sí está en activo. Los radares que captan el tráfico de los aviones reemplazan a las marchas montañeras de Augusto en busca de los cántabros y a los pobres reclutas destinados en el no muy lejano Picón Blanco, cuya base fue despojada en su día, como las ruinas de la Antigüedad, de todos los materiales de valor. Mientras, unos cuantos eruditos recorren lugares próximos con detectores de metal para localizar los restos que pudieron dejar olvidados los soldados romanos: monedas, piezas de instrumentos de agrimensor, clavijas de tiendas de campaña... En los días soleados, los brillantes tejados del Picón se divisan desde Las Machorras, quinientos metros más abajo. Sin embargo, en lo más crudo del invierno el panorama es diametralmente distinto. La nieve invade la parte burgalesa de la comarca y se detiene en seco justo en Cantabria, donde la humedad proveniente del mar traza a veces una línea que el montañero distingue al avanzar con raquetas y bastones, y el rostro protegido por el pasamontañas. Cuando fija la vista en la abrupta caída hacia los valles del otro lado, el paisaje es verde y húmedo, y el aire no parece tan frío. La frontera no ha cambiado en milenios. Apreciar esos contrastes en el Picón después de una copiosa nevada es toda una experiencia (siempre que se vaya acompañado de un guía experimentado que conozca el terreno y tome precauciones). En verano, aquello es un vergel, pero en enero y febrero la antigua base puede quedar sepultada por la nieve y transformarse en una especie de instalación antártica o recordar a Stalingrado durante el asedio de la Segunda Guerra Mundial. Durante esas jornadas, el montañero encuentra refugio en los edificios en ruinas entrando por las ventanas o despejando la puerta con una pala. El aire silba en el interior, invadido por nieve finísima. Al intruso le invade la sensación de que en cualquier momento puede aparecer, semienterrado, el diario de alguna expedición perdida.
POBLADO PREHISTÓRICO DE CASTROMORCA
POBLADO PREHISTÓRICO DE CASTROMORCA Este antiguo poblado, hoy abandonado, se sitúa a unos 7 kilómetros de la población de Espinosa junto al nacimiento del arroyo Mailo. Es un sitio privilegiado para conocer un pedazo de la historia de los habitantes de estas montañas, ligados siempre al cuidado de su ganado. No en vano, los pastos de la sel de Castromorca eran aprovechados por cabras y ovejas durante los meses de verano; siendo este el origen de las cabañas pastoriles que ahora se pueden visitar. El poblado pastoril surge durante la Edad Media, con el origen del aprovechamiento intensivo de la hierba, que dio lugar a conjuntos de construcciones destinadas a albergar al ganado y a las familias de forma separada. Existen escritos de compraventa que datan el Poblado de Castromorca en el Siglo XVI. Se trata por tanto del testigo más antiguo del poblamiento pasiego. En Castromorca, encontramos un conjunto de diecisiete cabañas que forman dos grupos, en torno al arroyo Mailo. Estas cabañas de base rectangular y tejado a dos aguas son precursoras de las actuales cabañas pasiegas. A pesar de no mostrar la complejidad de las actuales, sí presentan elementos característicos como borciles o colgadizas, destinadas a guardar perros, gallinas o cerdos. Las cabañas, aunque hoy no lo conservan, tendrían tejado de lastra, en las ocupadas por las personas, y de madera, en aquellas destinadas al ganado.
LOBERA DEL ALTO DEL CABALLO
LOBERA DEL ALTO DEL CABALLO Las loberas constituyen un legado que ha llegado a nosotros a través del tiempo. Estas trampas eran usadas para cazar lobos cuando éstos causaban daños al ganado. Aunque hay constancia de la existencia de loberas en todo el norte peninsular, es en el norte de Burgos donde se concentra un mayor número. Siendo la Lobera de Espinosa de los Monteros una de ellas. La lobera es una construcción de mampostería de piedra en seco formada por dos muros que convergen en un foso, formando un embudo donde era acorralado el lobo, tras una batida por el monte en la que participaban vecinos de Espinosa y de los pueblos circundantes. Cuando uno de estos carnívoros era avistado tocaban las campanas de las poblaciones cercanas. Hasta 200 hombres de Espinosa, Montija y Carranza participaban en la batida, que podía durar una o varias jornadas. El objetivo era empujar al lobo hacia la trampa donde quedaba atrapado. Si el empeño tenía éxito, se celebraba con una fiesta convirtiéndose así en un acto social. Una vez en la lobera del Alto del Caballo, podremos seguir el sendero que discurre junto al muro derecho de la lobera, hasta alcanzar el foso, donde veremos la convergencia de los dos muros que impedían la escapada del animal, que caía en el foso.
Comments (5)
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Buena ruta Iñaki, con el aliciente de llegar a la base militar y con salida del mismo Espinosa. 👏👏. Lo de veraniega ya tiene los días contados 😉
Un abrazo
Hola Roberto.
Me alegro de hablar contigo 😃.
O subíamos este finde o no era ya veraniega 😂. Hace un día maravilloso y hemos disfrutado. Aquí estamos hasta el invierno 👋👋
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Easy to follow
Scenery
Moderate
Jaja! Justos hemos andado, si esperamos un poco más ya no es la clásica veraniega. Ha hecho un día perfecto para subir al monte, y disfrutar del hamaiketako en la cima
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Easy to follow
Scenery
Easy
El sendero es muy cómodo y fácil
Aúpa Sorkunde.
Me alegro que hayas disfrutado de la ruta sin dificultad. Espero que te haya gustado. Mil gracias por tu comentario y un saludo 👋