Picu llosorio desde La Foz de Morcin

Hoy nos las prometíamos muy felices con una rutilla, sobre el papel,asequible. Pero nos salió el tito por la culata.
La ruta ya comenzó subiendo, y durante bastante tiempo.
Las primeras vistas, no sabemos cómo eran, porque arrancamos con una densa niebla y no se quito en hora y media.
Primero pista de hormigón, y cuando se acabó, se empezó lo duro.
Subir y subir, "poco arriba" por el camino más corto, y recto hacia la cima.
Algunas veces el camino se adivinaba por caminos de vacas, pero se sigue fácil y después por el cortafuegos por donde va la tubería del gas de León a Oviedo.
Arriba, arriba, y a media subida, de repente, salimos del mar de nubes. Las vistas , increíbles.
Las nubes a nuestros pies, hasta donde se perdía la vista.
Algunos montes cercanos salían de las nubes casi como por arte de magia. Y las antenas de Gamoniteiro (creo) se veían a lo lejos.
Llegamos a la cresta que separa los dos valles, el que vascula hacia Mieres y el que lo hace hacia Morcin.
Vamos cresteando y subiendo poco a poco,( menos mal).
Seguimos por la canalización del gas y ya vemos nuestra cima de hoy, el Pico Llosorio, en lo alto.
Llegamos al poste geodésico con su buzón de cumbres, con un tiempo espectacular.
Desde aquí ya empezamos a bajar.
Caminos de vacas entre los escayos y las cotoyas, nos bajan hasta una bocamina abandonada y desde aquí, unos dos km por una pista ancha y muy llana, que suponemos que era por donde sacaban el carbón hacia el valle.
Luego llego una zona cercana a una pared de piedra que pensábamos que nos llevaría al coche, o como mucho al pueblo.
Pero cuál fue nuestra sorpresa cuando vemos que tenemos que subir a cruzar la mole de piedra porque tenemos el coche al otro lado.
Cómo estábamos cansados, decidimos no jugarnosla trepando, o más bien escalando y bajamos hacia el pueblo, aunque esto nos conllevaba otros 3,5 Km más de asfalto para llegar al coche.
Al pie de la la pared de roca, un grupo de chavales practicando la escalada. A media montaña, un rebaño de cabras que no se sabia por donde podían haber subido, y más arriba una gran bandada de buitres salían de los roquedos a volar.
El cansancio era grande, pero la cerveza y el café del bar en el pueblo, junto a los cargaderos del carbón nos dieron nuevamente energía.
La ruta fue más dura de lo normal, pero el esfuerzo mereció la pena.