Pinar de Cánava, Los Caracoles y Pilar del Moro desde Ermita de Cánava, Cruz de la Atalaya

Partiendo de la Ermita de Cánava el camino es mucho más duro (por la fuerte ascensión) que el ahora subido. Para recorrerlo, hay que tomar la carretera de Albánchez que parte de Jimena y, a un kilómetro, salirse de la citada carretera en un desvío que se abre a la derecha. Existe un cartel indicador que avisa de la ruta hasta el Pinar de Cánava. A dos kilómetros de ese desvío, y por una pista asfaltada, se llega hasta el Pilar del Moro, donde hay una pequeña y coqueta área de recreo (con mesas y bancos y la mencionada fuente) y en la que podemos dejar el coche para continuar andando hasta nuestro primer destino, el pinar, que comienza justo donde el camino rural que llevamos confluye con el otro antes citado, mucho más exigente y que parte de la ermita. El recorrido de ida y vuelta se puede hacer tranquilamente en unas cuatro o cinco horas (según el número de paradas y de calma con la que nos dispongamos a disfrutar del lugar).
Con esta excursión, llegaremos hasta la meseta que acoge lo que en su día fuera el poblado donde los antiguos canteros de la zona residían y ejercían su profesión en los meses del año que el clima lo permitía. Asimismo, podremos contemplar un pequeño bosque de grandes pinos autóctonos con una edad aproximada de 300 años. También podremos hacer una visita a la Cruz de la Atalaya, que hace de pararrayos sobre el pueblo de Jimena. Desde la Cruz hay unas vistas panorámicas espectaculares.si pedimos las llaves a la Santera del Santuario de Canava nos las dejará con mucho gusto,ya que es una persona simpática, amable y servicial.Agradable y cómodo sendero a los pies del pico Aznaitín. Sin demasiadas dificultades, atravesaremos el Pinar de Cánava, los Caracoles (curiosas construcciones redondas de piedra en donde se refugiaban temporalmente los canteros y que parecen unos iglús), la Cruz de la Atalaya (también llamada de los canteros y desde las que se tienen unas vistas espectaculares) y una cantera abandonada que ha dejado dos estrechos cañones excavados sobre el suelo del monte.

Por una mera casualidad, la pequeña meseta inclinada que se extiende a la derecha del pinar y de los Caracoles (y que luego se corta con unos imponentes acantilados verticales sobre la localidad de Jimena), nos ha sorprendido con una infinidad de lirios recién florecidos. Jamás había observado un escenario parecido en ningún otro monte. Son tantas las flores nacidas entre este mar de piedras que, durante todo el trayecto por este paraje, no te abandona su aroma.