Pinedas - Ruta de los enamorados

Entre las Sierras de Francia y Béjar, encontramos uno de los parajes naturales más deslumbrantes de la zona: Pinedas. El río Alagón atraviesa su término municipal y desde el mirador de Los Canchitos, podremos admirar la vegetación que le rodea y los cultivos de cerezos, melocotoneros y olivos. El casco urbano de Pinedas aún mantiene influencias árabes en el entramado sinuoso de sus calles y en la construcción caótica y sencilla de las viviendas. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, y la ermita del Humilladero, ambas del siglo XVI, son sus construcciones más destacadas.
Pinedas también alberga un gran número de restos arqueológicos: una pila excavada en granito, dólmenes megalíticos situados en el Castrejón, castros en el alto de los Palacios, un sepulcro excavado en roca y parte de la muralla del poblado de El Maginario del siglo VI a.C. paraje donde la leyenda esconde tesoros que nadie ha conseguido encontrar, como pasa en tantos otros lugares de las sierras… Pero hoy venimos a recorrer el Camino de los Enamorados.
El disfrute comienza mucho antes, ya desde la pequeña carretera que parte del cruce entre Horcajo y Colmenar de Montemayor y asciende entre robledales y algún castaño aún en el término municipal de Colmenar. En primavera y verano se puede contemplar a las vacas y los caballos pastando juntos y refrescándose en las charcas floridas que hay a ambos lados de la dehesa que vamos atravesando. Hay dos casas rurales donde poder alojarnos: Los Robles y El Zahorí de Pinedas.
Según nos acercamos al pueblo, aparecen los viñedos que abastecen a la cooperativa local. También se ven cerezos y más allá encontraremos olivos. Aparcamos en la plaza, junto a las escuelas, a la sombra de un gran árbol, próximo a la iglesia. Y enseguida la mirada te obliga a acercarte al mirador que descubre el paisaje del Río Alagón, visto desde el alto promontorio donde se asienta Pinedas.
A nuestra izquierda un caño y el antiguo lavadero. Junto a las escuelas encontraremos un panel explicativo que nos narra la leyenda de los enamorados a los que se refiere el nombre de la senda. Se le ha llamado Camino de los Enamorados en memoria de los novios Hortensia y Kiko, pareja oriunda de Pinedas que fallecieron en el paraje de las Pasaderas. Durante la postguerra, alrededor de 1940, el trueque y la caza eran el medio de subsistencia de mucha gente de esta serranía. Kiko, mozo cazador y alegre, e hijo del tamborilero, esperaba en el paraje de las Pasaderas, junto al río Alagón, a que apareciese su amada, que ese día se dirigía a Miranda a vender huevos.
Era el mes de marzo y el caudal del río bajaba crecido debido al deshielo y a las intensas lluvias. Hortensia, que era moza agraciada y emprendedora, padecía, sin embargo, de una pequeña cojera. Tras el encuentro amoroso en esta bonita ribera, cruzaron el río; primero lo hizo Kiko con su escopeta al hombro y la cesta de huevos que con cuidado depositó en la otra orilla. Al volver en busca de su amada, ambos se dispusieron a cruzar con la mala fortuna que mientras atravesaban la pasadera, Hortensia resbaló, precipitándose al río Alagón. Kiko sin demora, se arrojó para intentar salvarla, pero los cuerpos de ambos finalmente aparecieron ahogados. El del galán muy cerca de aquí y el de Hortensia, río abajo en el término municipal de La Pesga, Las Hurdes, a 30 kilómetros del punto de encuentro.
Repuestos del susto y para empezar a transitar por el camino, debemos dirigirnos a la parte baja de Pinedas, concretamente hacia la carretera que lo une con Miranda del Castañar. Allí encontraremos la primera de las señales que nos guiará en la senda. Desde ese punto, cercano al antiguo vertedero, comienza un descenso encementado que trascurre en su primer tramo entre huertas y cortinas de pastos delimitadas por tapiales de piedra seca y fresnos que dan sombra y alimentan al ganado. El trazado es de origen romano, y ya entonces fue empedrado y señalizado, pues era una de las vías para comercializar el oro extraído del paraje de las Cavenes, en el término municipal de El Cabaco.
Caminamos por un tramo del GR10, en dirección a Miranda del Castañar. Descenderemos hasta el fondo del valle por el que discurre el río Alagón, un desnivel de 395 metros hasta llegar a las pasaderas donde ocurrió el trágico episodio de los enamorados. Los días de transición entre el final del verano y el comienzo del otoño podremos disfrutar de las gruesas moras que nos ofrecen los zarzales que jalonan la camino. Al frente podemos observar la Peña de Francia y a nuestro lado, abundantes viñedos y prados donde pace el ganado.
El caminante atento podrá observar en los canchales de granito que encontramos a nuestro paso, las marcas de los cortes en la piedra de donde se extraían los sillares con los que construir las viviendas del pueblo. Al alcanzar un pequeño arroyo, termina el camino encementado y continúa la senda convertida en suelo de tierra. Unos metros más adelante, encontraremos una portera construida de palos y alambre de espino que está y debe continuar cerrada tras nuestro paso. Allí podemos detenernos a contemplar una majestuosa vista del valle.
Por allí corren muchos animales protegidos como el gato montés, la comadreja, el tejón o la garduña y lo hizo en su momento el lince. En el río dicen haber visto nadar ejemplares de nutria.
Desde allí comenzaremos un descenso que nos lleva a topar con una pista de tierra que a la derecha nos conduce al pueblo Molinillo y a la izquierda nos encamina a la carretera de Miranda. Hacia allí nos dirigiremos, pues las antiguas veredas que descendían directas hacia el río se hayan perdidas entre el follaje de jaras y escobas.
Tras descender doscientos metros por la carretera, tomamos el desvío que sale a la derecha, señalizado por un pequeño hito que marca el camino GR 184. Tan pronto como nos internamos en él, podemos ver que vamos flanqueados de madroños y castaños que en ocasiones forman una bóveda sobre nuestras cabezas y nos permite caminar en la umbría. El descenso al río presenta un desnivel muy acusado por la pista de tierra, difícilmente transitable para los vehículos.
La Asociación PatriHum Casmi de Miranda del Castañar ha señalizado con tablillas recicladas este tramo del sendero. Esta acción forma parte del proyecto Buen-camino con el que pretenden recuperar el uso de esta vía tradicional y evitar así, que el patrimonio rural desaparezca y quede olvidado para las generaciones venideras. Encontraremos entonces una de ellas que nos informa de una distancia de 8,4 kilómetros hasta Miranda y nos indica que hemos recorrido ya 3,6 desde Pinedas. Más adelante deberemos tomar un desvío de pendiente pronunciada a la derecha hasta volver a dar con otro cruce de caminos, con un amplio prado enfrente nuestro y un indicador de 4,7 kilómetros hacia la derecha para regresar a Pinedas y 7,3 de Miranda, en dirección hacia el paraje de las Pasaderas. Cuando nos encontramos a unos cien metros del río toparemos nuevamente con dos opciones. Un sendero más evidente a nuestra izquierda que debemos obviar y un pequeño senderillo señalizado a la derecha que nos lleva hasta el paraje de las Pasaderas, el objetivo final, una improvisada pasarela construida con tablas sobre dos troncos que flanquean el río Alagón y que fueron el escenario de la historia de Kiko y Hortensia, que nos ha traído hasta aquí.
Y si aún nos quedan fuerzas para llegar hasta Miranda, podremos pisar restos de la calzada romana y pasar cerca de una edificación de la que se dice que también es vestigio de aquella época.

Servicios: alojamiento, bar.
Otros puntos de interés: restos arqueológicos.

Si quieres descargarte el libro 26 Paseos Inesperados por las Sierras de Salamanca:
https://adriss.net/wp-content/uploads/2022/04/Guia-26-PASEOS-INESPERADOS.pdf

Otras propuestas en la revista Sierras de Salamanca: https://www.sierrasdesalamanca.es/revistas-electronicas/

Y para saber más de las Sierras de Salamanca: https://www.sierrasdesalamanca.es/