Pino Singular, Álamos plateados y Mina de Wolframio al pie de la Cabeza Líjar.
near Gudillos, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Esta circular, además de recorrer el tramo de cordal entre el Alto del León y la Cabeza Líjar, lleva a visitar algunos de los enclaves “escondidos” que hay en la vertiente madrileña de la Cabeza, entre los que destacan: el del Pino singular de la Pinosilla, el Cerro de los Álamos blancos y la mina de Wolframio.
El itinerario por el bosque de la cara Este de la Cabeza Líjar resulta especialmente atractivo. La soledad y el recogimiento están prácticamente garantizados.
En cambio el tramo por el cordal es bastante frecuentado, aunque con buenas vistas a ambos lados (si la niebla lo permite).
Hoy, el ambiente otoñal le ha dado un encanto especial a la ruta. Tanto da hacerla en un sentido como en el contrario. En mi caso el sentido horario ha sido el elegido, básicamente porque el viento y las nubes cargadas de humedad, que soplando desde la vertiente segoviana batían inmisericordemente el cordal, me han inducido a buscar la calma de la parte protegida al pie de las alturas, esperando que al cabo de la mañana se hubieran calmado algo las cosas, como así ha sucedido.
Después de un descenso hasta la cota 1.400m por un pinar húmedo y amplio, que permite mantener un ritmo vivo, y tras divisar en lontananza el enclave del Cerro de los Álamos blancos, se llega en primer lugar a la pequeña nava del bosque donde se encuentra el Pino (albar) de la Pinosilla, con 200 años de edad estimada, algo más llamativo que los que le rodean, que no le van muy a la zaga. Al lado está la fuente de la Pinosilla, que en otoño no mana.
El bosque se cierra un poco, la senda pasa junto a un enorme acebo y enseguida se alcanza el Cerro de los Álamos blancos, lugar de restos bélicos camuflados entre la belleza de un conjunto de delicados álamos (populus tremula), cuyas hojas oscilan con el viento y dan una nota de color al pinar. Algún que otro roble completa el cuadro junto con un denso sotobosque de helechos.
Dejando atrás el Cerro se va a buscar una pista en la cota 1.350m que, al Sur y al pie del mismo, contornea el cordal superior (Cabeza Líjar, la Salamanca, Polanco, etc...) por la vertiente madrileña.
Una vez en ella se sigue durante un centenar de metros hasta encontrar un cortafuego que, desde su derecha, enfila directamente hacia el O, en busca de la parte alta de la cuerda, entre el Cerro de la Salamanca (al S) y la Cabeza Líjar (al N). Es ahora la parte más dura del recorrido: 250m de desnivel por cortafuego (reductora y cada cual a su ritmo sin mirar a nadie; en mi caso, al ir solo, no ha habido lugar a distracción) seguidos por un atractivo ladeo bosque a través alfombrado de gayuba hasta dar con la boca de la Mina de la Cabeza Líjar, en la cota 1.960m.
La mina de wolframio de Cabeza Líjar se encuentra apenas unos metros por debajo del Collado de la Mina, en la espesura del bosque. Desde arriba pasa desapercibida por no haber indicación alguna.
Los primeros metros del interior de la mina están anegados, pero pueden vadearse con cuidado; conviene ir atentos para no darse un coscorrón, lo que no siempre se consigue (¡Uff!)
Hay una galería central que se adentra unos 80m y de la que van saliendo ramales laterales perpendiculares a ella. Las vetas de wolframita son visibles en las paredes.
Tras visitar la Mina se alcanza la parte alta del cordal y con ello el sendero de GR – 10 que lo recorre en su integridad.
Aunque el ambiente sigue siendo desapacible, y las rocas están mojadas y resbaladizas, la buena traza del sendero permite mantener un trote cuidadoso y sostenido hasta alcanzar el punto de partida en el Alto del León.
En resumen, una circular mañanera muy atractiva e interesante por el bosque al pie de la Cabeza Líjar, deambulando entre pinceladas de otoño y de antaño.
El itinerario por el bosque de la cara Este de la Cabeza Líjar resulta especialmente atractivo. La soledad y el recogimiento están prácticamente garantizados.
En cambio el tramo por el cordal es bastante frecuentado, aunque con buenas vistas a ambos lados (si la niebla lo permite).
Hoy, el ambiente otoñal le ha dado un encanto especial a la ruta. Tanto da hacerla en un sentido como en el contrario. En mi caso el sentido horario ha sido el elegido, básicamente porque el viento y las nubes cargadas de humedad, que soplando desde la vertiente segoviana batían inmisericordemente el cordal, me han inducido a buscar la calma de la parte protegida al pie de las alturas, esperando que al cabo de la mañana se hubieran calmado algo las cosas, como así ha sucedido.
Después de un descenso hasta la cota 1.400m por un pinar húmedo y amplio, que permite mantener un ritmo vivo, y tras divisar en lontananza el enclave del Cerro de los Álamos blancos, se llega en primer lugar a la pequeña nava del bosque donde se encuentra el Pino (albar) de la Pinosilla, con 200 años de edad estimada, algo más llamativo que los que le rodean, que no le van muy a la zaga. Al lado está la fuente de la Pinosilla, que en otoño no mana.
El bosque se cierra un poco, la senda pasa junto a un enorme acebo y enseguida se alcanza el Cerro de los Álamos blancos, lugar de restos bélicos camuflados entre la belleza de un conjunto de delicados álamos (populus tremula), cuyas hojas oscilan con el viento y dan una nota de color al pinar. Algún que otro roble completa el cuadro junto con un denso sotobosque de helechos.
Dejando atrás el Cerro se va a buscar una pista en la cota 1.350m que, al Sur y al pie del mismo, contornea el cordal superior (Cabeza Líjar, la Salamanca, Polanco, etc...) por la vertiente madrileña.
Una vez en ella se sigue durante un centenar de metros hasta encontrar un cortafuego que, desde su derecha, enfila directamente hacia el O, en busca de la parte alta de la cuerda, entre el Cerro de la Salamanca (al S) y la Cabeza Líjar (al N). Es ahora la parte más dura del recorrido: 250m de desnivel por cortafuego (reductora y cada cual a su ritmo sin mirar a nadie; en mi caso, al ir solo, no ha habido lugar a distracción) seguidos por un atractivo ladeo bosque a través alfombrado de gayuba hasta dar con la boca de la Mina de la Cabeza Líjar, en la cota 1.960m.
La mina de wolframio de Cabeza Líjar se encuentra apenas unos metros por debajo del Collado de la Mina, en la espesura del bosque. Desde arriba pasa desapercibida por no haber indicación alguna.
Los primeros metros del interior de la mina están anegados, pero pueden vadearse con cuidado; conviene ir atentos para no darse un coscorrón, lo que no siempre se consigue (¡Uff!)
Hay una galería central que se adentra unos 80m y de la que van saliendo ramales laterales perpendiculares a ella. Las vetas de wolframita son visibles en las paredes.
Tras visitar la Mina se alcanza la parte alta del cordal y con ello el sendero de GR – 10 que lo recorre en su integridad.
Aunque el ambiente sigue siendo desapacible, y las rocas están mojadas y resbaladizas, la buena traza del sendero permite mantener un trote cuidadoso y sostenido hasta alcanzar el punto de partida en el Alto del León.
En resumen, una circular mañanera muy atractiva e interesante por el bosque al pie de la Cabeza Líjar, deambulando entre pinceladas de otoño y de antaño.
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