Plágaro; los Puntidos; Caballoso; Mojón Acuchillado; Risco del Mojón Acuchillado; Cueto; la Lunada; ermita de los Mártires.

Ruta circular dura por su desnivel y por el ascenso y descenso en un monte lapiaz, con muchos derrubios por gravedad.

Aún así vale la pena el esfuerzo que se realiza, pues el paisaje lapiaz de la Sierra de Árcena es su nota más característica.

Salimos desde el pueblo silenciado y ruinoso de Plágaro, perteneciente al Valle de Tobalina.
Nos encontramos en la Sierra de Árcena, en su vertiente meridional.
La ruta parte cruzando la curva de la carretera que lleva a Herrán.
Se toma una camino de rodada ascendiendo de manera continua y cada vez con más exigencia hacia el Silo
Pinos y encinas entre mucho boj nos escoltan hasta llegar a una portilla que se atraviesa a los pies del cinto o cejo de los Puntidos

Seguimos subiendo con esfuerzo debido al fuerte desnivel hasta llegar a un collado con una zona de pasto que en estas fechas está abrasado.
Los caballos aparecen buscando compañía y sobre todo, algo de comida.
De ahí giramos a la derecha entre los pinos y por las trochas del ganado se lleva a un paso estrecho y con gran desnivel para enseguida acceder a la cima de los Puntidos.
Las panorámicas son increíbles.
Después de disfrutar de las vistas y estudiar la configuración geológica de la Sierra descendemos rápidamente hasta llegar de nuevo al collado.
Los caballos nos siguen un trecho por el sendero que tomamos para seguir subiendo.
La piedra comienza a ser protagonista del paisaje y del terreno que pisamos.

Nos sorprende la aparición de un portillo todo de piedras dispuestas de manera caprichosa y con una saúco.
Justo bajo las peñas del cinto Caballoso, se van precipitando de manera acelerada por culpa de los meteoros climáticos y de la gelivación.
A sus pies se van depositando todos sus gajos.

Tras cruzar un gran canchal se llega a un pastizal o breña.

De ahí giramos casi en redondo para descender entre los bojes y encajamos en la ladera que sube casi a plomo con multitud de derrubios por gravedad y que dificulta nuestro avance.
Nosotros somos tercos y el objetivo de conquistar la cima del Mojón Acuchillado se logra tras un buen calentón.

Lástima la bruma que se nos aparece desde la cara norte de Árcena.
Se mueve constantemente peleando con el aíre matinal que se va calentando.
Nos quedamos si esas grandiosas panorámicas hacia el gran bosque y hacia los precipicios de Valderejo y San Zadornil.

Aún así decidimos continuar con la ruta planificada y caminamos dirección este hasta llegar al Risco del Mojón Acuchillado.

En este intervalo hemos descubierto e intuido diversos portillos que tiran hacia el norte entre las caprichosas riscas.

La bajada se realiza a la altura del portillo de Nograro, pero nosotros giramos a la derecha para recorrer la ladera meridional entre boj, pino y encina para llegar a los pastizales que se hallan bajo los estéticos riscos de la Lunada.

Desde ahí se perimetran esas peñas y se atraviesa un precioso portillo para inmediatamente girar de manera brusca para atacar una fuerte pendiente con simas y rendijones debido a la fuerte acción erosiva en un paisaje kárstico.

El buzón de la Lunada es tan llamativo como poco estético.

De ahí se desciende en vertical hasta el collado que se sitúa bajo la cima del cinto de Camón.

Justo ahí se gira hacia la derecha para abajo siguiendo el cauce del arroyo de Tabanera y que ha creado un barranco de buenas dimensiones con un piso incómodo debido a la gran cantidad de derrubios por gravedad.

Aún así, la llegada al desfiladero de este arroyo y las diferentes hoces que lo rodean te reconfortan al sentirse parte de un paisaje natural grandioso.

El paso por esta hoz de Tabanera coincide con el propio lecho del arroyo, por lo que en época de lluvias y deshielos se puede complicar el tránsito.

Nada más atravesarlo, tenemos una caseta de captación de agua.
Justo ahí aparece un camino que nos conduce sin pérdida hasta el cruce de la ermita de los Santos Mártires.
La rodeamos y bajamos finalmente al despoblado de Plágaro, con los restos ruinosos de la iglesia y de cuatro paredes caídas en lo que fue un casco urbano rural con vida.

Ruta tan maravillosa y enriquecedora como exigente.