Chorreón de las Naranjas-Cueva y tumbas, Jimena de la Frontera: P.N. ALCORNOCALES

Hoy hemos hecho una ruta preciosa y bastante conocida por muchos senderistas. Se trata del Chorreón de las Naranjas que son unas chorreras situadas en la última parte del sendero y a la vuelta, nos desviamos del camino, para conocer una cueva y las tumbas antropomorfas que están justo al lado.
Aparcamos los coches justo al lado de la Finca de las Naranjas y en ese momento, salen los dueños con los que entablamos conversación y nos deseó suerte en la suerte.
Continuamos por el carril de la finca. Pasamos el Monte de Las Naranjas asomándose una roca con una forma un poco graciosa. Si te pones a mirarla, te darás cuenta que tiene forma de tortuga con su caparazón y todo.
Seguimos bajando por el carril y pasamos por una fuente llena de agua para el ganado y un abrevadero. Ahora vamos en dirección hacia la casa de la Finca de las Naranjas.
Nos hacemos fotos con el letrero y con el paisaje de fondo mientras deseamos llegar a las chorreras ya que el día acompaña bastante.
En un cruce nos desviamos a la derecha para seguir por un sendero rodeado de vegetación, alcornoques y chaparros hasta que llegamos a la parte alta de la chorrera principal, protagonista de la ruta de hoy.
Tomamos un desvío para cruzar un pequeño arroyo mientras escuchamos el murmullo del agua que nos relaja un montón. Aprovechamos para hacernos unas fotos y en breve, continuamos por un sendero marcado que va descendiendo poco a poco al río Guadarranque.
Llegamos a las primeras chorreras que son las más pequeñas en comparación con la otra más arriba.
Estuvimos un buen rato ahí bañándonos, haciéndonos fotos y disfrutando de lo lindo.
Después, subimos a la chorrera principal, donde nos bañamos también y almorzamos.
Subimos arriba de la chorrera a un llano rocoso y tomamos un desvío a la derecha que nos indica el camino para ir a la cueva y las tumbas.
Pasamos por una angarilla rota y vamos ascendiendo por un sendero que a veces, se pierde un poco hasta que por fin, caminamos por uno firme y rodeado de chaparros a los lados. En esta parte, la vegetación ha crecido bastante y no se ve apenas nada.
Llegamos a una glorieta. Algunos me acompañan a la cueva para conocerla ya que está cerca, mientras que otros se esperan a que volvamos.
La verdad es que merece la pena la cueva tanto por su interior como por las vistas que tiene. Un placer para los sentidos.
Volvemos a por los compañeros y comenzamos la subida por el mismo carril de bajada hasta que al fin, llegamos a los coches.