El Camino de Santiago. San Salvador y Primitivo, etapa 9/11: Pola de Allande - La Mesa.

Tras hacer ayer la ruta de Hospitales toca hoy volver a subir al Puerto del Palo desde Pola de Allande, en un tramo que sirve para reconciliarte con la naturaleza, ya que se trata de una hermosa vereda que acompaña al río Nisón hasta su nacimiento en la sierra del Paloun. El camino hasta la Reigada recorre un precioso valle, alternando túneles vegetales y claros, donde encontramos unas cuantas encrucijadas bien señalizadas y en alguna de ellas me salgo del Camino para acercarme a las pasarelas que se ven sobre el río. Después de la aldea entramos en bosque de cuento de hadas, juro que hasta llegar a la carretera no he notado que estábamos ascendiendo, tal era el embrujo al que estaba sometido.

Pasados 7,5 kilómetros cruzamos la carretera y damos el último empujón hasta el puerto del Palo, atravesando un pequeño pinar y pasando por una fuente en la que hay una placa de homenaje. Al llegar al puerto del Palo nos reencontramos con el horror vivido en la etapa de ayer, y descendemos mirando a los desastres que el fuego la provocado en los valles de Castanedo y Rollón. No es hasta pasar al otro lado de la sierra y entrar en la cara que da al valle del Forno que salimos de la pesadilla y nos centramos en acercarnos a Montefurado, donde me detengo un buen rato a charlar con una lugareña que me relata lo sufrido semanas atrás. Afrontamos un leve ascenso y tenemos a la vista el valle del río del Oro por el que descendemos hasta llegar a la aldea de Lago.

Aquí nos encontramos una pequeña iglesia, Santa María de Lagos, construida en el siglo XVII sobre un edificio anterior y muestra de ello es la presencia de un impresionante tejo milenario declarado monumento natural. Este árbol cuyos frutos y hojas son venenosos, era sagrado para los celtas y también vinculado a algunos ritos romanos; cuando se cristianizaron estas zonas construyeron las iglesias en esos lugares, por ello es habitual ver estos árboles al lado de las ermitas y capillas que pueblan Asturias y Galicia. Dejamos atrás Lagos y pasamos por un espeso pinar, salpicado con pequeños acebos, que nos conduce hasta Berducedo. Aquí me detengo para una necesaria rehidratación con un par (o tres) de 1906 y doy cuenta de lo que queda del bollu preñau.

Al salir de Berducedo pasamos por la iglesia de Santa María, del siglo XIV, que también luce un espléndido tejo a su vera y encaramos lo últimos 4,5 kilómetros que nos separan de La Mesa en un agradable paseo, disfrutando de las idílicas panorámicas hacia el valle del Carballín y las no tan gratificantes del parque eólico de la pena os Coriscos. Me quedé en el albergue Miguelín donde tuve unas interesantes charlas con su dueña, que tras una primera impresión un tanto seca, resultó ser absolutamente encantadora.