Por Castro Caldelas: Castillo, Cañón del Sil, Mirador de Matacás Y Alrededores
near Castro Caldelas, Galicia (España)
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Itinerary description
Para realizar esta ruta nos cercamos hasta la ourensana villa de Castro Caldelas.
En ella destaca la imponente figura de su castillo, que en tiempos perteneció a los condes de Lemos. Está bastante bien conservado, se puede entrar a él, se pueden visitar sus diferentes dependencias y pasear por sus almenadas torres.
Visitamos así mismo El Santuario de Los Remedios en cuya portada podemos ver también la imagen de Santa Bárbara. A ambos lados vemos sendos cruceiros.
Continuamos callejeando y ascendiendo obteniendo nuevas perspectivas del castillo y la localidad.
Y poco a poco vamos tomando contacto con la masa arbórea circundante. El suelo que pisamos se nos muestra alfombrado a nuestros pies en parajes en donde El pintor Otoño está esmerándose con su bonita y variada paleta de colores.
De repente allí en medio de la floresta surge la figura pétrea del Monasterio De San Xoán de Camba. Fue Abadía y real Monasterio y todavía hoy se puede vislumbra la grandeza de antaño.
Va caminando el viajero por entre estrechos senderos y al echar la vista atrás todavía atisba el solitario monasterio entre el follaje otoñal.
Llegamos así al Área recreativa de Ponte das Táboas que imaginamos debe su nombre a un rústico puente sobre El Río Edo que por allí discurre.
En seguida nos adentramos en una senda fluvial siguiendo el curso del Edo, afluente del Sil. El río no llevaba mucho caudal pero aún así se veía bonito con sus aguas convertidas en espejos.
El sendero se ve amenizado con algunos molinos distribuidos en una u otra orilla dejando patente testimonio del sabio aprovechamiento que del agua hacían nuestros antepasados.
La vegetación que nos acompaña es la propia de ribera pero castaños centenarios con sus características siluetas desdibujadas contribuyen a la belleza del momento.
Algo más adelante cambiamos el tono de la ruta con caminos más abiertos y desde los cuales atisbamos a la ciudad y su castillo allá en lo alto.
Los castaños continúan siendo fieles compañeros del senderista y dando colorido a la marcha de los caminantes.
No faltan los robles y otros ejemplares arbóreos también manifiestan su colorida presencia.
Y vamos acercándonos así a escarpados parajes en donde el paisaje cambia por completo. Tojos y madroños son ahora los protagonistas y alguna formación rocosa curiosa, sale también a nuestro encuentro.
Es un momento en que casi no se ve la senda y tenemos que ir adivinándola. Gracias que algunos montoncitos de piedras, parecidos a las mariolas del Gerés, nos ayudan a no perder la pista.
Los pinos también contribuyen al cambio de decorado. Pero todos ceden ante el verdadero protagonista de estos pagos: El Cañón del Río Sil que aquí se nos muestra en todo su esplendor.
Es El Mirador de As Penas de Matacás desde donde podemos contemplar al afluente más famoso del Miño y también toda la belleza que lo rodea con los famosos socalcos de los viñedosyY más… Mucho más… ¡Realmente un lugar para quedar sin respiración!
Pero la ruta debe continuar y así lo hicimos cambiando nuevamente de escenario. Son ahora los viñedos los que piden su turno mostrándonos otra variante del colorido otoño.
Hay momentos en que caminamos por entre los bancales con las parras ahora desprovistas de su jugoso fruto pero todavía llenas de magia.
Y así, poco a poco vamos cerrando el círculo de la caminata, y tras cruzar de nuevo sobre el Edo y subir una empinada cuesta nos encaminamos al final de la jornada.
Reseñar que es una ruta que no está en absoluto marcada por lo que es necesaria la ayuda del GPS para seguirla. En el momento de realización la mayor parte de los caminos estaban en muy buenas condiciones para la práctica del senderismo. Sólo en la parte de Matacás hay que ir casi adivinando el camino por entre matorral bajo, que no impide, de momento, el paso del caminante aunque obliga a tomar precauciones e ir despacio porque además es un terreno accidentado. Como digo son de mucha ayuda los montoncitos de piedra que nos van dirigiendo algolos pasos.
La califico de moderada por esa parte de Matacás y por la última y empinada subida. Hay que tomársela con calma: subir como un viejo para llegar como un niño...
Nosotros la realizamos en sentido antihorario pero a quién no le gusten las subidas y sí las bajadas puede realizar la ruta al revés con lo que empezaría con un descenso en vez de terminar con una subida.
En ella destaca la imponente figura de su castillo, que en tiempos perteneció a los condes de Lemos. Está bastante bien conservado, se puede entrar a él, se pueden visitar sus diferentes dependencias y pasear por sus almenadas torres.
Visitamos así mismo El Santuario de Los Remedios en cuya portada podemos ver también la imagen de Santa Bárbara. A ambos lados vemos sendos cruceiros.
Continuamos callejeando y ascendiendo obteniendo nuevas perspectivas del castillo y la localidad.
Y poco a poco vamos tomando contacto con la masa arbórea circundante. El suelo que pisamos se nos muestra alfombrado a nuestros pies en parajes en donde El pintor Otoño está esmerándose con su bonita y variada paleta de colores.
De repente allí en medio de la floresta surge la figura pétrea del Monasterio De San Xoán de Camba. Fue Abadía y real Monasterio y todavía hoy se puede vislumbra la grandeza de antaño.
Va caminando el viajero por entre estrechos senderos y al echar la vista atrás todavía atisba el solitario monasterio entre el follaje otoñal.
Llegamos así al Área recreativa de Ponte das Táboas que imaginamos debe su nombre a un rústico puente sobre El Río Edo que por allí discurre.
En seguida nos adentramos en una senda fluvial siguiendo el curso del Edo, afluente del Sil. El río no llevaba mucho caudal pero aún así se veía bonito con sus aguas convertidas en espejos.
El sendero se ve amenizado con algunos molinos distribuidos en una u otra orilla dejando patente testimonio del sabio aprovechamiento que del agua hacían nuestros antepasados.
La vegetación que nos acompaña es la propia de ribera pero castaños centenarios con sus características siluetas desdibujadas contribuyen a la belleza del momento.
Algo más adelante cambiamos el tono de la ruta con caminos más abiertos y desde los cuales atisbamos a la ciudad y su castillo allá en lo alto.
Los castaños continúan siendo fieles compañeros del senderista y dando colorido a la marcha de los caminantes.
No faltan los robles y otros ejemplares arbóreos también manifiestan su colorida presencia.
Y vamos acercándonos así a escarpados parajes en donde el paisaje cambia por completo. Tojos y madroños son ahora los protagonistas y alguna formación rocosa curiosa, sale también a nuestro encuentro.
Es un momento en que casi no se ve la senda y tenemos que ir adivinándola. Gracias que algunos montoncitos de piedras, parecidos a las mariolas del Gerés, nos ayudan a no perder la pista.
Los pinos también contribuyen al cambio de decorado. Pero todos ceden ante el verdadero protagonista de estos pagos: El Cañón del Río Sil que aquí se nos muestra en todo su esplendor.
Es El Mirador de As Penas de Matacás desde donde podemos contemplar al afluente más famoso del Miño y también toda la belleza que lo rodea con los famosos socalcos de los viñedosyY más… Mucho más… ¡Realmente un lugar para quedar sin respiración!
Pero la ruta debe continuar y así lo hicimos cambiando nuevamente de escenario. Son ahora los viñedos los que piden su turno mostrándonos otra variante del colorido otoño.
Hay momentos en que caminamos por entre los bancales con las parras ahora desprovistas de su jugoso fruto pero todavía llenas de magia.
Y así, poco a poco vamos cerrando el círculo de la caminata, y tras cruzar de nuevo sobre el Edo y subir una empinada cuesta nos encaminamos al final de la jornada.
Reseñar que es una ruta que no está en absoluto marcada por lo que es necesaria la ayuda del GPS para seguirla. En el momento de realización la mayor parte de los caminos estaban en muy buenas condiciones para la práctica del senderismo. Sólo en la parte de Matacás hay que ir casi adivinando el camino por entre matorral bajo, que no impide, de momento, el paso del caminante aunque obliga a tomar precauciones e ir despacio porque además es un terreno accidentado. Como digo son de mucha ayuda los montoncitos de piedra que nos van dirigiendo algolos pasos.
La califico de moderada por esa parte de Matacás y por la última y empinada subida. Hay que tomársela con calma: subir como un viejo para llegar como un niño...
Nosotros la realizamos en sentido antihorario pero a quién no le gusten las subidas y sí las bajadas puede realizar la ruta al revés con lo que empezaría con un descenso en vez de terminar con una subida.
Waypoints
Comments (3)
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GRUPO DE ANDAINAS RÍAS BAIXAS
Hola MC ! la ruta parece muy completa . Y veo que incluye parte de la ruta homologada del bosque mágico, y con menos asfalto.
Efectivamente los 4,8 primeros km de esta ruta coinciden con la ruta de los bosques mágicos y tiene muy poquito asfalto.