Por el Valle de Bubín (Igüeña)

Comienza la ruta en la localidad de Igüeña, próxima a Colinas de Campo de Martín Moro Toledano. A pesar de las heladas caídas los días previos, hoy la mañana no es tan fría.
Salimos del pueblo por la Calle Bubín para ascender en su totalidad el valle del mismo nombre, por un camino bien marcado que discurre en paralelo, y por su margen derecha, al río Bubín (en el mapa del IGN y en el de Google figura como río Bobín).
En el camino encontramos un par de fuentes con agua (el río también baja con bastante caudal a pesar del seco invierno que padecemos) y una cabaña, llamada Cabaña de Abajo, según reza el cartel que la señaliza.
El camino presenta un aspecto muy agradable: va subiendo de forma tendida, pegado al río en varios tramos y con un firme que facilita la marcha. Pero las cosas se complicarán más adelante.
Llegamos a un punto en el que, a la derecha del camino, sale una estrecha senda señalizada con un cartel que indica: Murio del Roble. Nosotros, no obstante, seguimos por el camino principal un corto trecho, cruzamos el río por un puentecillo bien preparado y llegamos a la Cabaña de Arriba (o del Tío Perruca), enclavada en un bonito lugar, la cual, por cierto está acondicionada para pasar la noche en caso de necesidad (chimenea con leña y hacha, mesa y taburetes, altillo para dormir...).
Desandamos el camino hasta la bifurcación y comenzamos el ascenso por la senda que nos remontará hasta el final del valle, donde nace el río Bubín. La senda, que discurre por un magnífico robledal, es estrecha y muy empinada; hay que emplearse a fondo. Cuando nos queda ya poco resuello llegamos a un punto en el que se ven restos de un cartel que indicaba por dónde dirigirse hacia el famoso Roble de Bubín. A unos doscientos metros de ese punto (el esfuerzo hace que parezcan más), subiendo a la derecha por una senda prácticamente sin marcar ¡y muy empinada!, dejándonos guiar por la intuición, nos topamos con un hermoso ejemplar de roble: el Roble de Bubín. El regreso al camino requiere mucho cuidado para no dejar el tobillo entre los huecos de las rocas cubiertas de vegetación.
Poco más adelante, tras cruzar el río, que nace muy cerquita, nos topamos con un cartel roto en dos mitades, que recomponemos como podemos, y que señala la cercanía (unos 20 metros a la izquierda de la senda) de la Cueva de los Mosquitos, antiguo refugio de pastores excavado en una roca. Continuamos por la senda, que gira casi noventa grados a la derecha, cruzamos de nuevo el río Bubín, que acaba de nacer allí mismo, y remontamos hasta el collado que tiene idéntico nombre: Bubín.
La subida hasta este punto ha sido larga, dura y extenuante, pero la bajada, en su primer tramo, hasta dar con un camino amplio y bien marcado, también se las trae: por una senda muy estrecha y muy, muy empinada, con el firme de piedras y tierra, que anuncian resbalón y peligro de caída desde su inicio.
Una vez en el camino, el descenso hasta Igüeña, aunque largo, se hace mucho más llevadero y sin ningún peligro.
Algunos podrían calificar la ruta de difícil, pero vamos a dejar su calificación en Dificultad Moderada. 😄