42. Por los Confines de las Tierras de Lara
near Jaramillo de la Fuente, Castilla y León (España)
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Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 66 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 539 metros (superior al que estima Wikiloc).
En el extremo sureste de la extensa comarca de Lara, partimos de Jaramillo de la Fuente en dirección a San Millán de Lara. Luego subimos hasta Iglesiapinta. A ello siguió un prolongado regreso a Jaramillo, bordeando primero la falda de la Sierra de Mencilla y luego recorriendo el valle que conduce a esta última localidad. Tuvimos la suerte de un día luminoso, soleado y fresco, ideal para caminar y deleitarse con el paisaje. No se nos olvidará: por eso, ...y por lo demás que vino después...
En general, no calificaría la ruta como físicamente sencilla, porque es larga y a ello se añade un nada desdeñable desnivel acumulado, además de un terreno áspero en varios tramos. Pero no es extenuante; a pesar de ser nuestra ruta más larga hasta entonces, no nos pareció la más fatigosa. Quizá el entorno distrae y disipa el cansancio. En cambio, sí es compleja mentalmente, en orientación: no hay ninguna señalización, parte de la ruta se hace monte a través, sin senderos identificables, y la vegetación es a menudo densa (es imprescindible llevar GPS, Wikiloc, o similar).
Para esta ruta intentamos seguir el trazado en Wikiloc de ‘Roman’ ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/san-millan-iglesiapinta-jaramilllo-127482 ). Digo “intentamos” porque resultó difícil conseguirlo. A veces (bastantes), el ‘track’ parecía marcar un camino intransitable (vallas fuertemente cerradas; vegetación o maleza muy tupida). Otras, parecía como si el mapa estuviera algo ‘movido’ y no marcase dónde estábamos exactamente en relación con el trazado previo. Lo primero podría deberse a los casi 14 años que han pasado desde que ‘Roman’ hizo su ruta (abril de 2008) hasta la nuestra (penúltimo día de 2021). Lo segundo no debería tener nada que ver con el hecho de haber iniciado nuestra ruta en Jaramillo de la Fuente, mientras que ‘Roman’ lo hizo desde San Millán de Lara. [Se me ocurre otra explicación...].
En cualquier caso, aunque fuimos casi siempre algo desajustados respecto al trazado original, el ‘track’ de ‘Roman’ nos fue útil para mantener el rumbo; para no perdernos. Aun así, somos remisos a recomendar este trazado a todo el mundo; al menos el que nosotros seguimos. Por un lado, el recorrido es poco económico en varios tramos: los bosques de robles me encantan de verdad, pero esta excursión tiene sobre-abundancia de ellos a lo largo de casi todo el trayecto. Otro posible inconveniente, aparte de algunas zonas de bosque espeso y con maleza, y algunas vallas insalvables, son los tres ríos (ver detalles debajo) que tuvimos que cruzar descalzos y bien remangados (agua helada y curso impetuoso).
Claro que también es posible ver un lado positivo en estas dificultades. Parece una ruta ideal para aventureros y descubridores, caminantes ávidos de sorpresas, con pocos puntos clave predefinidos y el resto de los detalles pendientes de desvelarse; para tomar decisiones sobre la marcha; en definitiva, para sentirse un explorador. En este sentido, y sin pretenciosidad, a esta ruta le cuadra el poema de Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…”. En realidad, en largos trechos no hay ni siquiera un tenue o angosto sendero. Parece como si “nuestras huellas fueran el camino, y nada más…”. Esto, aparte de una alegoría de la vida misma, abriéndose paso para afrontar los obstáculos, es como una terapia de autoafirmación sobre la propia valía y valentía.
Pero no nos pongamos transcendentes. En realidad, nuestra gallardía flaqueó en dos ocasiones, hasta el punto de abandonar el bosque y salirnos a la carretera. Primero, en el trayecto de Jaramillo a San Millán. En este caso, nos decíamos que eso era por los tiros de los cazadores, que parecían cercanos en el bosque. Así nos justificábamos con el fin de proteger nuestra autoestima de “exploradores que hacen camino”. Segundo, el recorrido desde San Millán a Iglesiapinta lo hicimos por la carretera (con magníficas vistas). Y también nos justificamos diciendo que era imposible encontrar el comienzo del trazado original por el bosque (todo parecía vallado; o el río lo impedía). Por cierto, ambas carreteras, en calma total: un único coche, y aún parado, cuando entrábamos en Iglesiapinta. El conductor nos dijo, amablemente: “bienvenidos a nuestro pueblo”, con acento inglés (¿¡en Iglesiapinta¡?; un lugar más cerca del cielo, a los pies del Mencilla: no sería extraño que un extranjero lo eligiera…).
Tuvimos que cruzar dos arroyos que bien parecían ríos gigantes, con flujo voluminoso y ritmo impetuoso, y varios brazos cada uno. Primero, el arroyo de San Millán (km 13); después de buscar un paso, no encontramos otra opción que la de mojarnos con el agua gélida de los neveros. Después, el arroyo de Valdierre (en torno al km 18), al que volvimos a encontrar un km más tarde, pero más crecido y ancho aún, tras unirse al de Santa Lucía (éste, en su curso alto, ya lo habíamos salvado saltando). Imaginamos que ‘Roman’ también tuvo que cruzar esos arroyos, y más o menos por el mismo sitio que nosotros, pero nada menciona al respecto. Suponemos que los vadeó mojándose; en su caso era en primavera, con previsible abundante caudal. Desde nuestra experiencia, ponemos un aviso para posibles ‘navegantes’ por esos pagos: hay que ir preparados para el agua.
Una pequeña anécdota relacionada con los vadeos previos. Próximos ya al final de la ruta cerca de Jaramillo, a un lado del camino encontramos un pilón-abrevadero con agua. Le dije a mi acompañante: ¿“nos descalzamos y lo cruzamos”? Ni se enfadó, ni se rió; sólo dijo “jaja”. Y yo me quedé tranquilo: al parecer, no le habían disgustado las experiencias previas del agua helada, tanto que dolía (pero luego vivificante para caminar), ni mi chiste debió de ser tan gracioso (aunque no le resultase sarcástico). Definitivamente, habíamos terminado cogiendo afición a lo de descalzarnos y remangarnos...
Si he de destacar especialmente algunos aspectos de la ruta, elegiría tres:
Primero, los casi omnipresentes bosques de vetustos robles, retorcidos, musgosos, con protuberancias; ninguno igual a otro; trasmiten personalidad; casi parecen humanos. Incluso en su austera vestimenta de hojas marrón claro recién iniciado el invierno, resultan atractivos.
Segundo, las praderas y espacios abiertos entre los km 13,5 y 15, poco después de cruzar el arroyo San Millán, flanqueados por la Sierra de Mencilla a la izquierda; sensación de infinitud y paz. Y, de modo similar, las praderas del valle que forman luego los arroyos de Santa Lucía y Valdierre, desde el km 17 hasta casi el final, escoltados por dehesas de robles a un lado y la Peña Mayor al otro.
Y, tercero, junto a las bellezas naturales, tenemos las creaciones artísticas humanas, con dos joyas: la majestuosa iglesia románica de Jaramillo y la ermita-iglesia de Iglesiapinta. Esta última, sin la belleza de la anterior, posee el atractivo adicional de su enclave, con la Sierra de Mencilla de fondo para darle realce.
En resumen, a pesar de los inconvenientes mencionados (“pelillos a la mar”), disfrutamos mucho de la excursión; más aun, recordándola en retrospectiva un día después (“a toro pasado”). Existe otra versión de esta ruta en Wikiloc, de ‘MiraBurgos’ (‘IglesiaPinta. Robles centenarios…’), algo posterior (febrero de 2012) a la de ‘Roman’. Ambas tienen un trazado muy parecido, pero aquella quizá incluye mejoras en los puntos dificultosos. No la elegimos sólo porque tenía un poco más de desnivel y de longitud.
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 66 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 539 metros (superior al que estima Wikiloc).
En el extremo sureste de la extensa comarca de Lara, partimos de Jaramillo de la Fuente en dirección a San Millán de Lara. Luego subimos hasta Iglesiapinta. A ello siguió un prolongado regreso a Jaramillo, bordeando primero la falda de la Sierra de Mencilla y luego recorriendo el valle que conduce a esta última localidad. Tuvimos la suerte de un día luminoso, soleado y fresco, ideal para caminar y deleitarse con el paisaje. No se nos olvidará: por eso, ...y por lo demás que vino después...
En general, no calificaría la ruta como físicamente sencilla, porque es larga y a ello se añade un nada desdeñable desnivel acumulado, además de un terreno áspero en varios tramos. Pero no es extenuante; a pesar de ser nuestra ruta más larga hasta entonces, no nos pareció la más fatigosa. Quizá el entorno distrae y disipa el cansancio. En cambio, sí es compleja mentalmente, en orientación: no hay ninguna señalización, parte de la ruta se hace monte a través, sin senderos identificables, y la vegetación es a menudo densa (es imprescindible llevar GPS, Wikiloc, o similar).
Para esta ruta intentamos seguir el trazado en Wikiloc de ‘Roman’ ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/san-millan-iglesiapinta-jaramilllo-127482 ). Digo “intentamos” porque resultó difícil conseguirlo. A veces (bastantes), el ‘track’ parecía marcar un camino intransitable (vallas fuertemente cerradas; vegetación o maleza muy tupida). Otras, parecía como si el mapa estuviera algo ‘movido’ y no marcase dónde estábamos exactamente en relación con el trazado previo. Lo primero podría deberse a los casi 14 años que han pasado desde que ‘Roman’ hizo su ruta (abril de 2008) hasta la nuestra (penúltimo día de 2021). Lo segundo no debería tener nada que ver con el hecho de haber iniciado nuestra ruta en Jaramillo de la Fuente, mientras que ‘Roman’ lo hizo desde San Millán de Lara. [Se me ocurre otra explicación...].
En cualquier caso, aunque fuimos casi siempre algo desajustados respecto al trazado original, el ‘track’ de ‘Roman’ nos fue útil para mantener el rumbo; para no perdernos. Aun así, somos remisos a recomendar este trazado a todo el mundo; al menos el que nosotros seguimos. Por un lado, el recorrido es poco económico en varios tramos: los bosques de robles me encantan de verdad, pero esta excursión tiene sobre-abundancia de ellos a lo largo de casi todo el trayecto. Otro posible inconveniente, aparte de algunas zonas de bosque espeso y con maleza, y algunas vallas insalvables, son los tres ríos (ver detalles debajo) que tuvimos que cruzar descalzos y bien remangados (agua helada y curso impetuoso).
Claro que también es posible ver un lado positivo en estas dificultades. Parece una ruta ideal para aventureros y descubridores, caminantes ávidos de sorpresas, con pocos puntos clave predefinidos y el resto de los detalles pendientes de desvelarse; para tomar decisiones sobre la marcha; en definitiva, para sentirse un explorador. En este sentido, y sin pretenciosidad, a esta ruta le cuadra el poema de Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…”. En realidad, en largos trechos no hay ni siquiera un tenue o angosto sendero. Parece como si “nuestras huellas fueran el camino, y nada más…”. Esto, aparte de una alegoría de la vida misma, abriéndose paso para afrontar los obstáculos, es como una terapia de autoafirmación sobre la propia valía y valentía.
Pero no nos pongamos transcendentes. En realidad, nuestra gallardía flaqueó en dos ocasiones, hasta el punto de abandonar el bosque y salirnos a la carretera. Primero, en el trayecto de Jaramillo a San Millán. En este caso, nos decíamos que eso era por los tiros de los cazadores, que parecían cercanos en el bosque. Así nos justificábamos con el fin de proteger nuestra autoestima de “exploradores que hacen camino”. Segundo, el recorrido desde San Millán a Iglesiapinta lo hicimos por la carretera (con magníficas vistas). Y también nos justificamos diciendo que era imposible encontrar el comienzo del trazado original por el bosque (todo parecía vallado; o el río lo impedía). Por cierto, ambas carreteras, en calma total: un único coche, y aún parado, cuando entrábamos en Iglesiapinta. El conductor nos dijo, amablemente: “bienvenidos a nuestro pueblo”, con acento inglés (¿¡en Iglesiapinta¡?; un lugar más cerca del cielo, a los pies del Mencilla: no sería extraño que un extranjero lo eligiera…).
Tuvimos que cruzar dos arroyos que bien parecían ríos gigantes, con flujo voluminoso y ritmo impetuoso, y varios brazos cada uno. Primero, el arroyo de San Millán (km 13); después de buscar un paso, no encontramos otra opción que la de mojarnos con el agua gélida de los neveros. Después, el arroyo de Valdierre (en torno al km 18), al que volvimos a encontrar un km más tarde, pero más crecido y ancho aún, tras unirse al de Santa Lucía (éste, en su curso alto, ya lo habíamos salvado saltando). Imaginamos que ‘Roman’ también tuvo que cruzar esos arroyos, y más o menos por el mismo sitio que nosotros, pero nada menciona al respecto. Suponemos que los vadeó mojándose; en su caso era en primavera, con previsible abundante caudal. Desde nuestra experiencia, ponemos un aviso para posibles ‘navegantes’ por esos pagos: hay que ir preparados para el agua.
Una pequeña anécdota relacionada con los vadeos previos. Próximos ya al final de la ruta cerca de Jaramillo, a un lado del camino encontramos un pilón-abrevadero con agua. Le dije a mi acompañante: ¿“nos descalzamos y lo cruzamos”? Ni se enfadó, ni se rió; sólo dijo “jaja”. Y yo me quedé tranquilo: al parecer, no le habían disgustado las experiencias previas del agua helada, tanto que dolía (pero luego vivificante para caminar), ni mi chiste debió de ser tan gracioso (aunque no le resultase sarcástico). Definitivamente, habíamos terminado cogiendo afición a lo de descalzarnos y remangarnos...
Si he de destacar especialmente algunos aspectos de la ruta, elegiría tres:
Primero, los casi omnipresentes bosques de vetustos robles, retorcidos, musgosos, con protuberancias; ninguno igual a otro; trasmiten personalidad; casi parecen humanos. Incluso en su austera vestimenta de hojas marrón claro recién iniciado el invierno, resultan atractivos.
Segundo, las praderas y espacios abiertos entre los km 13,5 y 15, poco después de cruzar el arroyo San Millán, flanqueados por la Sierra de Mencilla a la izquierda; sensación de infinitud y paz. Y, de modo similar, las praderas del valle que forman luego los arroyos de Santa Lucía y Valdierre, desde el km 17 hasta casi el final, escoltados por dehesas de robles a un lado y la Peña Mayor al otro.
Y, tercero, junto a las bellezas naturales, tenemos las creaciones artísticas humanas, con dos joyas: la majestuosa iglesia románica de Jaramillo y la ermita-iglesia de Iglesiapinta. Esta última, sin la belleza de la anterior, posee el atractivo adicional de su enclave, con la Sierra de Mencilla de fondo para darle realce.
En resumen, a pesar de los inconvenientes mencionados (“pelillos a la mar”), disfrutamos mucho de la excursión; más aun, recordándola en retrospectiva un día después (“a toro pasado”). Existe otra versión de esta ruta en Wikiloc, de ‘MiraBurgos’ (‘IglesiaPinta. Robles centenarios…’), algo posterior (febrero de 2012) a la de ‘Roman’. Ambas tienen un trazado muy parecido, pero aquella quizá incluye mejoras en los puntos dificultosos. No la elegimos sólo porque tenía un poco más de desnivel y de longitud.
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