Por los páramos de San Martín de Valvení

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San Martín de Valvení es una localidad de la provincia de Valladolid ubicada a unos 20 kilómetros de la capital, en el valle del Valdencina, afluente del río Pisuerga.

En su casco urbano, destacan la iglesia del Salvador (siglo XVI) y los restos del castillo de los Zuñiga, fortaleza que data, al parecer, del siglo XV.




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Con su orla de páramos, San Martín de Valvení constituye un enclave ideal para el paseo y la tranquila contemplación de una naturaleza que llama al asombro, pródiga y fascinante pese a encontrarse a tiro de piedra de importantes vías de comunicación y grandes aglomeraciones urbanas.

Si desea conocer la historia geológica de las llanuras, cuestas y páramos que vamos a recorrer, puede consultar la página Por los cortados de Cabezón de Pisuerga y San Martín de Valvení.

Del extremo norte de San Martín (725 m), sale el camino de las bodegas, ancha pista forestal que deja a la derecha el Alto de la Campana, cerro de faldas salpicadas de numerosas bodegas, unas mejor y otras peor conservadas.

Una somera subida salva el escalón (770 m, 1,2 km) que da acceso a Valdecelada, amplia llanada ocupada toda ella por tierras de cultivo.

Enfrente, cerrando el horizonte, se yergue nuestro objetivo: el páramo Miralrío con el promontorio del Castillo a la izquierda.

Siguiendo directos hacia el páramo, sin coger ninguna desviación ni a derecha ni a izquierda, llegamos hasta su base sin necesidad de hollar ninguna parcela cultivada (760 m, 2,2 km).

El ascenso al páramo puede hacerse por cualquiera de las trochas dibujadas en sus cuestas. La subida es pina, en especial en la parte final.

Una vez arriba (860 m, 2,7 km), terminan los esfuerzos. Ancha y plana, la parte superior del páramo resulta de buen andar y generosas vistas.

Tirando hacia la derecha, alcanzamos el vértice geodésico de Miralrío (867 m, 3,7 km).
Desde aquí, desandamos el camino para dirigirnos al Castillo. Antes de coronarlo, hemos de descender al collado que lo separa de Miralrío (808 m, 5,7 km), desde donde una corta subida nos deja en la sorprendente cima de esta atalaya (861 m, 6 km), que, en primavera, viene a ser algo así como una bucólica pradera rebosante de florecillas.

Para retornar, bajamos al collado y descendemos a Valdecelada. Por el linde de las parcelas, sin necesidad de entrar en ninguna de ellas, enlazamos con el itinerario de ida allí donde iniciamos la subida al páramo.

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