Por Pedre, Serrapio, Río Quireza y Vichocuntín
near Pedre, Galicia (España)
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Itinerary description
El Espectacular Conjunto Arquitectónico de Serrapio es uno de los protagonistas de esta ruta a la que dimos inicio en el lugar de Pedre.
Inicialmente visitamos La Iglesia de San Esteban de Estilo Barroco construida entre el S. XVII y el XIX con muros de mampostería y cubierta a dos aguas. En la fachada fijaos en una puerta adintelada y una espadaña con dos vanos y pináculos a los lados.
Pero los que se llevan el gato al agua en Pedre son sus hórreos agrupados en La “Eira Grande". Allí los vemos, orgullosos, con su estructura de piedra, madera y teja acompañados de un cruceiro y una fuente.
Y también en La “Eira do Pallal” en donde se realizaba La “Malla” del centeno, se deshojaba el maíz, amenizado todo con cantos, cuentos y risas de los vecinos. Allí mismo veréis también varios cruceiros de variado formato.
Vamos saliendo del pueblo, y todavía vislumbramos aquí y allí la característica estructura de los canastros, en diverso estado de conservación.
Y ya nos adentramos en la senda encontrándonos con los vestigios de una calzada romana bajo la sombra de frondosos robles.
Se oye rumor de agua. Es El Río Lérez deslizándose bajo las piedras del Puente de Pedre de gran porte.
Algunos dicen que es romano por las bases de sus pilastras, y su calzada más bien plana, de “loma de mula”, sin embargo sus 3 arcos ojivales de anchuras diferentes son típicamente medievales y hay quien apunta que podría ser obra de Pedro de Pedre, padre del Mestre Mateo, autor del Pórtico de La Gloria.
Fijaos también en una losa con una serie de grabados en medio del puente. En ella se puede ver la silueta del puente con sus tres ojos y un par de inscripciones. Aunque parece que sería de época reciente sin duda alguna añade una nota de misterio.
Sea como sea el puente es una auténtica joya de nuestra arquitectura emplazada en un escenario único por donde, en tiempos, transitaban peregrinos de Camino a Santiago de Compostela.
Al poco divisamos el enclave en donde, sobre un promontorio, se encuentra el fascinante conjunto de Serrapio al que nos vamos acercando paulatinamente.
Y allí los tenemos en medio del silencio sólo perturbado por el canto de los pájaros y el soplar del viento: el palomar, los diversos cruceiros, y La Ermita de San Lorenzo.
Una pequeña capilla de Estilo Barroco con planta rectangular, cubrición a dos aguas y espadaña con lugar para una campana en donde en agosto los lugareños celebran a su santo patrono.
El día estaba claro y un cielo azul acompañaba a los senderistas que disfrutaban plenamente de todo lo que allí se percibe.
Descendemos del montículo y desde la actual posición no podemos dejar de impresionarnos con los diversos elementos allí arriba posicionados y que nos contemplan desde su atalaya.
Y toca ya acercarnos a la orilla del Río Quireza que por allí transcurre poco antes de entregar sus aguas al Río Lérez del que es afluente.
Y lo encontramos tranquilo, rodeado de variadas especies arbóreas que en varias ocasiones aprovechan para mirarse en el espejo de sus aguas.
Es primavera y la belleza de la senda se ve realzada por la presencia de diversidad de flores silvestres que nos alegran con su colorido.
Un desvencijado puente, devastado por la dejadez y el transcurrir de los años, surge ante los ojos de los caminantes que lo cruzan solamente para contemplar la decadente belleza de un solitario molino.
Algo más adelante El Río Quireza nos obsequia con unos bonitos rápidos en su lecho.
Poco antes de cambiar de orilla mediante el oportuno pontón de Bugarín bajo el cual el Quireza fluye sin apenas sonido.
Sigue su periplo el senderista y sus pasos lo llevan hasta un paraje por el que se desliza un regato que no hace mucho movía la rueda de un ahora silencioso molino.
En las alturas el celeste sigue predominando, la senda se va pintando del amarillo de retamas y tojos y distintas tonalidades rosadas de otros ejemplares de la flora gallega mientras se divisa Pedre en la lejanía.
Y hete aquí que nos fijamos en una roca, sin señalizar, con petroglifos en su superficie.
Y al poco ya nos topamos con las primeras casas de piedra en ruínas… Es La Aldea de Vichocuntín casi escondida en la frondosidad del bosque.
Rodeados de un halo de misterio vamos adentrándonos en ella. Lo que queda de un gran hórreo es nuestro anfitrión y nos habla del pasado de esplendor del lugar.
Sus rincones, en donde la naturaleza se hizo dueña, encierran historias de la vida de la gente que moró entre sus muros ahora cubiertas de musgo.
Allí veremos un molino, al lado de casas de aspecto señorial, con lareira, horno, escaleras,… llenos de un encanto especial.
Y tras una corta senda en donde la flora es protagonista, con la compañía de una fuentecilla de piedra, nos encontramos de nuevo con el río Lérez.
Que nos acompañará con su sonoridad líquida hasta que decidimos retornar al punto de inicio de una ruta en la que, en primavera, el cuco todavía nos deleita con su canto, transportándonos a otra época en que el mundo y la gente se movía con menos prisa que ahora.
Reseñar que ES UNA RUTA NO SEÑALIZADA POR LO QUE ES NECESARIA LA AYUDA DEL GPS para poder seguirla tal cual nosotros la hicimos.
Los caminos y senderos en el momento de su realización se encontraban en buenas condiciones para la práctica del senderismo.
Inicialmente visitamos La Iglesia de San Esteban de Estilo Barroco construida entre el S. XVII y el XIX con muros de mampostería y cubierta a dos aguas. En la fachada fijaos en una puerta adintelada y una espadaña con dos vanos y pináculos a los lados.
Pero los que se llevan el gato al agua en Pedre son sus hórreos agrupados en La “Eira Grande". Allí los vemos, orgullosos, con su estructura de piedra, madera y teja acompañados de un cruceiro y una fuente.
Y también en La “Eira do Pallal” en donde se realizaba La “Malla” del centeno, se deshojaba el maíz, amenizado todo con cantos, cuentos y risas de los vecinos. Allí mismo veréis también varios cruceiros de variado formato.
Vamos saliendo del pueblo, y todavía vislumbramos aquí y allí la característica estructura de los canastros, en diverso estado de conservación.
Y ya nos adentramos en la senda encontrándonos con los vestigios de una calzada romana bajo la sombra de frondosos robles.
Se oye rumor de agua. Es El Río Lérez deslizándose bajo las piedras del Puente de Pedre de gran porte.
Algunos dicen que es romano por las bases de sus pilastras, y su calzada más bien plana, de “loma de mula”, sin embargo sus 3 arcos ojivales de anchuras diferentes son típicamente medievales y hay quien apunta que podría ser obra de Pedro de Pedre, padre del Mestre Mateo, autor del Pórtico de La Gloria.
Fijaos también en una losa con una serie de grabados en medio del puente. En ella se puede ver la silueta del puente con sus tres ojos y un par de inscripciones. Aunque parece que sería de época reciente sin duda alguna añade una nota de misterio.
Sea como sea el puente es una auténtica joya de nuestra arquitectura emplazada en un escenario único por donde, en tiempos, transitaban peregrinos de Camino a Santiago de Compostela.
Al poco divisamos el enclave en donde, sobre un promontorio, se encuentra el fascinante conjunto de Serrapio al que nos vamos acercando paulatinamente.
Y allí los tenemos en medio del silencio sólo perturbado por el canto de los pájaros y el soplar del viento: el palomar, los diversos cruceiros, y La Ermita de San Lorenzo.
Una pequeña capilla de Estilo Barroco con planta rectangular, cubrición a dos aguas y espadaña con lugar para una campana en donde en agosto los lugareños celebran a su santo patrono.
El día estaba claro y un cielo azul acompañaba a los senderistas que disfrutaban plenamente de todo lo que allí se percibe.
Descendemos del montículo y desde la actual posición no podemos dejar de impresionarnos con los diversos elementos allí arriba posicionados y que nos contemplan desde su atalaya.
Y toca ya acercarnos a la orilla del Río Quireza que por allí transcurre poco antes de entregar sus aguas al Río Lérez del que es afluente.
Y lo encontramos tranquilo, rodeado de variadas especies arbóreas que en varias ocasiones aprovechan para mirarse en el espejo de sus aguas.
Es primavera y la belleza de la senda se ve realzada por la presencia de diversidad de flores silvestres que nos alegran con su colorido.
Un desvencijado puente, devastado por la dejadez y el transcurrir de los años, surge ante los ojos de los caminantes que lo cruzan solamente para contemplar la decadente belleza de un solitario molino.
Algo más adelante El Río Quireza nos obsequia con unos bonitos rápidos en su lecho.
Poco antes de cambiar de orilla mediante el oportuno pontón de Bugarín bajo el cual el Quireza fluye sin apenas sonido.
Sigue su periplo el senderista y sus pasos lo llevan hasta un paraje por el que se desliza un regato que no hace mucho movía la rueda de un ahora silencioso molino.
En las alturas el celeste sigue predominando, la senda se va pintando del amarillo de retamas y tojos y distintas tonalidades rosadas de otros ejemplares de la flora gallega mientras se divisa Pedre en la lejanía.
Y hete aquí que nos fijamos en una roca, sin señalizar, con petroglifos en su superficie.
Y al poco ya nos topamos con las primeras casas de piedra en ruínas… Es La Aldea de Vichocuntín casi escondida en la frondosidad del bosque.
Rodeados de un halo de misterio vamos adentrándonos en ella. Lo que queda de un gran hórreo es nuestro anfitrión y nos habla del pasado de esplendor del lugar.
Sus rincones, en donde la naturaleza se hizo dueña, encierran historias de la vida de la gente que moró entre sus muros ahora cubiertas de musgo.
Allí veremos un molino, al lado de casas de aspecto señorial, con lareira, horno, escaleras,… llenos de un encanto especial.
Y tras una corta senda en donde la flora es protagonista, con la compañía de una fuentecilla de piedra, nos encontramos de nuevo con el río Lérez.
Que nos acompañará con su sonoridad líquida hasta que decidimos retornar al punto de inicio de una ruta en la que, en primavera, el cuco todavía nos deleita con su canto, transportándonos a otra época en que el mundo y la gente se movía con menos prisa que ahora.
Reseñar que ES UNA RUTA NO SEÑALIZADA POR LO QUE ES NECESARIA LA AYUDA DEL GPS para poder seguirla tal cual nosotros la hicimos.
Los caminos y senderos en el momento de su realización se encontraban en buenas condiciones para la práctica del senderismo.
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Ver Más Detalles Y Fotos De La Ruta En Este Enlace Del Blog:
GRUPO DE ANDAINAS RÍAS BAIXAS
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Information
Easy to follow
Scenery
Easy
Otra buena ruta de nuestra amiga Moledo. Imprescindible el gps.Parte del tramo final del Río Lerez con mucha vegetación. Gracias
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Easy to follow
Scenery
Easy
Ruta interesante, que combina bonitos pueblos como Pedre, caminos romanos, bellos paisajes... muy agradable en su mayor parte. Se sigue fácilmente con GPS, pero su tramo final, cuando se baja al río Lérez la maleza ha hecho casi desaparecer el sendero en algunos tramos, y dado que este tramo es el menos interesante, recomiendo no bajar al río. El resto merece la pena. Gracias a MCMoledo por subirla y documentarlo.