Por tierras de “El Tempranillo”: Jauja-Badolatosa-Embalse de Malpasillo-Ermita de la Fuensanta
near Jauja, Andalucía (España)
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Ruta por tierras que fueron los dominios de uno de los más famosos bandoleros del siglo XIX, José María Hinojosa, alias “El Tempranillo” (por su precocidad en echarse al monte, con tan sólo 15 años). Según la tradición, en la romería de San Miguel (un 29 de septiembre de 1820) mata a un hombre en un duelo a navaja tras haber éste importunado a una niña de Jauja, de la que José María estaría enamorado (aunque hay otras hipótesis sobre la causa del enfrentamiento); para escapar de la horca, huye a la Serranía de Ronda, donde es posible que se dedicara al contrabando con Gibraltar, incorporado a la banda de los Siete Niños de Écija (a la que pertenecía José Ulloa, "el Tragabuches", que se echó a la sierra tras matar a su mujer y al amante de ésta). A los dos años creó su propia partida y con 20 años ya lo seguían 14 hombres, todos mayores que él (llegando a contar hasta con 50 hombres huidos de la justicia, aunque algunos hubieran sido héroes de la Guerra de la Independencia). Se especializó en asaltos a carruajes y diligencias, sobre todo de la Hacienda del Reino (su golpe más famoso y espectacular fue cuando robó una diligencia en Écija que llevaba una gran cantidad de dinero). También se dice que, cuando desvalijaba a los viajeros, éstos adquirían una especie de seguro “obligatorio” que hacía que no recibiesen daño alguno ni se les despojase de sus bienes en el futuro, y que trataba muy bien a las damas a las que robaba, ofreciéndoles su brazo para ayudarlas a bajar del carruaje y diciéndoles mientras les iba quitando las joyas que una mano tan bella no necesitaba tales alhajas. Controlaba todos los pasos de Sierra Morena, disponiendo de informantes entre las gentes de los pueblos sobre los movimientos de los migueletes (unidades militares especializadas desplegadas por el rey en el sur de España para combatir el bandolerismo).
Pese a sus robos, se le conocía como "el bandido bueno", ya que podía quedarse con menos dinero en el reparto que sus compañeros o dar grandes sumas a gente pobre o a un pueblo a cambio de refugio, siempre en lucha contra caciques y latifundistas. Se convirtió en el prototipo de bandido generoso que roba a los ricos para entregarlo a los pobres, inaugurándose con él la época romántica del bandolerismo andaluz. Pasó a ser un mito, apareciendo en romances, coplas, folletines, novelas, biografías (con multitud de inexactitudes y fantasías)...incluso en vida, conociéndose sus hazañas fuera de nuestras fronteras (en Inglaterra, Francia y hasta en Estados Unidos, a través de numerosos escritores y periodistas extranjeros, algunos de la talla de Prosper Merimée, autor de “Carmen”, que llegó a decir: “En España manda el Rey, pero en Sierra Morena manda el Tempranillo").
En el vértice que une las provincias de Málaga (Alameda), Córdoba (Jauja, Benamejí) y Sevilla (Badolatosa, Corcoya y Casariche), José María vivió gran parte de su corta existencia. Esta ruta la inicio en su pueblo natal, Jauja, una pedanía de Lucena (no es la Jauja del dicho, que es la de Perú; la Jauja cordobesa tiene un origen árabe, viniendo su nombre a significar pasadizo o portillo). Probablemente fuese adoptado, procedente de la casa de expósitos, por una familia muy humilde de jornaleros, los Hinojosa Corbacho, por lo que desde muy niño tuvo que trabajar en el campo junto a sus padres y nunca tuvo estudios (era analfabeto, como gran parte de la población de la época).
A Jauja se llega por carreteras comarcales (las CO-761 y 751), tras dejar la Autovía de Málaga por la A-318,
entrando en el pueblo por la calle Molino; al final de ésta, aparco frente al parque junto al Genil, comenzando a caminar en dirección a la vecina localidad, ya en la provincia de Sevilla, de Badolatosa. Cruzo el puente de hierro sobre el Genil, en el límite provincial, y sigo por la carretera, dejando a la izquierda, junto a una cooperativa olivarera, un carril de tierra (por el que regresaré). Tras pasar junto al cementerio, giro a la izquierda entrando en Badolatosa, topónimo que puede provenir de la voz latina Vadus latus ( "vado ancho"): se cree que por aquí cruzó César el río Sergelio (Genil), tras vencer a Pompeyo en la batalla de Munda, para castigar a las ciudades rebeldes, como Urso (Osuna). En el siglo XVI existía un núcleo de viviendas, que formaba un barrio estepeño, en un paraje del río de fondo firme, llano y poco profundo, que se conocía como Vado de las Chozas, que, por contracción fonética, pasó a ser Vado la Choza y luego se unió en una sola palabra, Vadolatoza, que con el tiempo se convirtió en el nombre actual (aunque también se dice que viene de una palabra árabe, Badolatonsa, “espaldar mojado”). Vecino del pueblo fue otro de los bandoleros más famosos de aquel tiempo, José Ruiz Permana, apodado “Germán”.
Tras salir de Badolatosa por la carretera que lleva a La Roda de Andalucía,
llego al Embalse de Malpasillo, inaugurado en 1951 y cuarto por capacidad de los pantanos del Genil (tras el embalse de Iznájar, el de Canales y el de Cordobilla). Este entorno fue declarado Paraje Natural en 1989, siendo un humedal de importancia internacional, ya que en las orillas del río existe una densa vegetación compuesta fundamentalmente de espadañas, eneas, cañas y carrizos (también lirios y juncos), que alberga numerosas aves protegidas (que tienen aquí sus áreas de nidificación e invernada): anátidas (malvasía, pato cuchara, ánade real, porrón común), rálidos (focha común, polla de agua), algunas rapaces (básicamente aguiluchos laguneros), garzas (imperial y real) y somormujos (zampullín chico), y se está recuperando la presencia de flamencos, cigüeñuelas, avocetas y chorlitejos. Su interés ecológico aumenta por su localización próxima a la Reserva Natural Lagunas del Sur de Córdoba.
El sendero Paraje Natural Embalse de Malpasillo-Ermita Nuestra Señora de la Fuensanta continúa por una pista de tierra que sale a la izquierda de la carretera y baja entre olivares, hasta que se coge una senda que baja al río; atraviesa los arroyos de la Cantera, del Pontón (de donde sale otra vereda hacia la ermita) y del Algarrobo y empieza a subir, regalándonos buenas vistas del Meandro del Genil. La senda termina en un carril de tierra (donde se disfruta de otra buena panorámica), que llega hasta un cruce, junto a unas ruinas: el camino de vuelta es hacia la derecha (aunque sigo un corto trecho a la izquierda buscando otras perspectivas del Río Chico), entre pinos y luego por un olivar (aquí hay que tirar de track ante la falta de señalización), que me acerca a Corcoya, aldea dependiente de Badolatosa. Antes de llegar a su cementerio, atrocho por el olivar hasta el camino asfaltado que lleva al Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta y Guía, una antigua y preciosa ermita, donde "El Tempranillo" solía acudir a pedirle auxilio a la Virgen y a refugiarse en unas cuevas que hay junto al santuario. Fue aquí donde tuvo lugar el acto de la amnistía concedida por el rey Fernando VII a la partida de José María, al que asistió el escribano público de Estepa.
Hay que decir que los primeros años de la década de 1830 son los más importantes en la actividad bandolera de “El Tempranillo”, sumiendo al campo andaluz en una gran inseguridad, a pesar de los bandos publicados por las autoridades, recompensando a todo aquel que ofrezca datos que faciliten su captura. El rey Fernando VII, no sabiendo cómo parar esta fuerte actividad delictiva, en agosto de 1832 concedió el indulto a todos aquellos que quisieran acogerse a él, abriéndose una negociación que duró meses. De la partida de José María, únicamente “El Veneno" no lo recibió, siendo ajusticiado con garrote en diciembre de 1832. Desde su indulto “El Tempranillo” se dedica a colaborar con la justicia persiguiendo a sus antiguos compañeros de profesión, y así le llegó la muerte un 22 de septiembre de 1833, en el cortijo de Buenavista, a dos kilómetros de Alameda, en una emboscada de un antiguo compañero, “El Barberillo", el cual lo hirió gravemente de dos disparos (por algunos documentos se desprende que fue un hecho premeditado por un círculo de bandoleros que no aceptaron el radical cambio de vida de José). Trasladado a Alameda, donde recibe cuidados médicos en uno de los mesones de la calle Granada, la Posada de San Antonio, sabiendo de la gravedad de sus heridas, dicta testamento ante el escribano del pueblo. Ese mismo día moría rodeado de sus antiguos compañeros y el 24 fue sepultado en el viejo cementerio, hoy patio de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Alameda. Tenía 28 años de edad. En su testamento llama la atención la escasez de bienes (poco más de dos caballos y un montón de préstamos que no pudo cobrar). Con su muerte desaparece la figura mítica del bandido generoso y finaliza la época romántica del bandolerismo andaluz.
Desde la ermita sigo un sendero que se bifurca en dos caminos: sigo el de la derecha que lleva a unas viejas edificaciones en ruinas, restos de unas minas de hierro, denominadas “melita”, ubicadas en la Sierra de la Cabrera, que fueron explotadas por una empresa alemana durante los años 1890 y 1900 y alcanzaron notoriedad a nivel nacional. Aquí llegaron trabajadores de todos los lugares llegando a formar hasta tres grupos de trabajo (mañana, tarde y noche) en su momento de mayor auge. Esto dio mucha vida a Corcoya, aunque la sobreexplotación de estos mineros en unas condiciones pésimas de trabajo y seguridad ocasionó un número exagerado de accidentes (muchos mortales). Todo con la pasividad de los dueños de las minas y la complacencia de los habitantes del pueblo. A principios de los años 20, las minas se cerraron definitivamente debido a una falta de mineral y a lo costoso del mantenimiento de las mismas.
Junto a unas ruinas al lado del camino parte una estrecha senda (casi comida por la vegetación herbácea) que lleva al vértice geodésico de la sierra de la Cabrera, punto más elevado de la comarca. Desde aquí, vuelvo a disfrutar de una panorámica de 360 grados.
Ya de vuelta a la bifurcación del camino, sigo por el de la izquierda; hay que ir atento para tomar una desviación por el olivar que lleva a una estrecha senda que cruza el barranco del arroyo del Pontón, la pasada del Pontón. Según la leyenda, a la ermita de la Virgen de la Fuensanta acudían con frecuencia muchos devotos, a rezarle donde originariamente se había aparecido; un día en que una mujer que se dirigía a realizar sus plegarias no pudo cruzar el arroyo de tan crecido que iba por las lluvias, se le apareció la Virgen (nunca mejor dicho) e hizo mover dos grandes piedras formando un puente natural por el que pudo pasar la mujer. Justo tras cruzar el barranco, baja al fondo del mismo una estrecha vereda con mucha pendiente (algo suavizada por los escalones hechos en la tierra) y con una soga anclada en la pared en su parte final, que nos permite ver el túnel en los yesos que atraviesa el arroyo.
Sigo luego el sendero en subida, que pasa a convertirse en un cómodo camino que llanea entre pinos y olivos, antes de llegar a un espectacular mirador sobre el Meandro del Genil. Tras reposar aquí unos minutos, con el sonido de las aves que pueblan este lugar, bajo por la estrecha senda que lleva al olivar por donde pasé en la ida. Luego, a la entrada de Badolatosa, sigo a la derecha por un camino de tierra, y, tras cruzar una pista asfaltada (el Camino de las Huertas), continúo por otro carril de tierra (entre huertos), dando vistas a Jauja (donde se destaca la Iglesia Parroquial de San José, del siglo XVIII, con su roja espadaña). El carril conecta con la carretera junto a la cooperativa de aceite, justo antes del puente de hierro. Ya en Jauja, recorro una pasarela en el parque para ver de cerca la aceña árabe, del siglo XIV, que se usaba en la molienda de harina, con un mayor aprovechamiento de la fuerza del agua merced a unas ruedas de madera en horizontal, en lugar de en vertical; dejó de funcionar en el siglo XVII, cuando el caudal del río bajó a consecuencia de la crisis climática que tuvo lugar en este período.
La guinda a esta ruta se pondría con una visita al Centro Temático del Bandolerismo Romántico, en la vecina calle Iglesia (pasado el templo). Por desgracia, aunque era horario de visita, me lo encontré cerrado, por lo que es más prudente concertar cita previa.
Pese a sus robos, se le conocía como "el bandido bueno", ya que podía quedarse con menos dinero en el reparto que sus compañeros o dar grandes sumas a gente pobre o a un pueblo a cambio de refugio, siempre en lucha contra caciques y latifundistas. Se convirtió en el prototipo de bandido generoso que roba a los ricos para entregarlo a los pobres, inaugurándose con él la época romántica del bandolerismo andaluz. Pasó a ser un mito, apareciendo en romances, coplas, folletines, novelas, biografías (con multitud de inexactitudes y fantasías)...incluso en vida, conociéndose sus hazañas fuera de nuestras fronteras (en Inglaterra, Francia y hasta en Estados Unidos, a través de numerosos escritores y periodistas extranjeros, algunos de la talla de Prosper Merimée, autor de “Carmen”, que llegó a decir: “En España manda el Rey, pero en Sierra Morena manda el Tempranillo").
En el vértice que une las provincias de Málaga (Alameda), Córdoba (Jauja, Benamejí) y Sevilla (Badolatosa, Corcoya y Casariche), José María vivió gran parte de su corta existencia. Esta ruta la inicio en su pueblo natal, Jauja, una pedanía de Lucena (no es la Jauja del dicho, que es la de Perú; la Jauja cordobesa tiene un origen árabe, viniendo su nombre a significar pasadizo o portillo). Probablemente fuese adoptado, procedente de la casa de expósitos, por una familia muy humilde de jornaleros, los Hinojosa Corbacho, por lo que desde muy niño tuvo que trabajar en el campo junto a sus padres y nunca tuvo estudios (era analfabeto, como gran parte de la población de la época).
A Jauja se llega por carreteras comarcales (las CO-761 y 751), tras dejar la Autovía de Málaga por la A-318,
entrando en el pueblo por la calle Molino; al final de ésta, aparco frente al parque junto al Genil, comenzando a caminar en dirección a la vecina localidad, ya en la provincia de Sevilla, de Badolatosa. Cruzo el puente de hierro sobre el Genil, en el límite provincial, y sigo por la carretera, dejando a la izquierda, junto a una cooperativa olivarera, un carril de tierra (por el que regresaré). Tras pasar junto al cementerio, giro a la izquierda entrando en Badolatosa, topónimo que puede provenir de la voz latina Vadus latus ( "vado ancho"): se cree que por aquí cruzó César el río Sergelio (Genil), tras vencer a Pompeyo en la batalla de Munda, para castigar a las ciudades rebeldes, como Urso (Osuna). En el siglo XVI existía un núcleo de viviendas, que formaba un barrio estepeño, en un paraje del río de fondo firme, llano y poco profundo, que se conocía como Vado de las Chozas, que, por contracción fonética, pasó a ser Vado la Choza y luego se unió en una sola palabra, Vadolatoza, que con el tiempo se convirtió en el nombre actual (aunque también se dice que viene de una palabra árabe, Badolatonsa, “espaldar mojado”). Vecino del pueblo fue otro de los bandoleros más famosos de aquel tiempo, José Ruiz Permana, apodado “Germán”.
Tras salir de Badolatosa por la carretera que lleva a La Roda de Andalucía,
llego al Embalse de Malpasillo, inaugurado en 1951 y cuarto por capacidad de los pantanos del Genil (tras el embalse de Iznájar, el de Canales y el de Cordobilla). Este entorno fue declarado Paraje Natural en 1989, siendo un humedal de importancia internacional, ya que en las orillas del río existe una densa vegetación compuesta fundamentalmente de espadañas, eneas, cañas y carrizos (también lirios y juncos), que alberga numerosas aves protegidas (que tienen aquí sus áreas de nidificación e invernada): anátidas (malvasía, pato cuchara, ánade real, porrón común), rálidos (focha común, polla de agua), algunas rapaces (básicamente aguiluchos laguneros), garzas (imperial y real) y somormujos (zampullín chico), y se está recuperando la presencia de flamencos, cigüeñuelas, avocetas y chorlitejos. Su interés ecológico aumenta por su localización próxima a la Reserva Natural Lagunas del Sur de Córdoba.
El sendero Paraje Natural Embalse de Malpasillo-Ermita Nuestra Señora de la Fuensanta continúa por una pista de tierra que sale a la izquierda de la carretera y baja entre olivares, hasta que se coge una senda que baja al río; atraviesa los arroyos de la Cantera, del Pontón (de donde sale otra vereda hacia la ermita) y del Algarrobo y empieza a subir, regalándonos buenas vistas del Meandro del Genil. La senda termina en un carril de tierra (donde se disfruta de otra buena panorámica), que llega hasta un cruce, junto a unas ruinas: el camino de vuelta es hacia la derecha (aunque sigo un corto trecho a la izquierda buscando otras perspectivas del Río Chico), entre pinos y luego por un olivar (aquí hay que tirar de track ante la falta de señalización), que me acerca a Corcoya, aldea dependiente de Badolatosa. Antes de llegar a su cementerio, atrocho por el olivar hasta el camino asfaltado que lleva al Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta y Guía, una antigua y preciosa ermita, donde "El Tempranillo" solía acudir a pedirle auxilio a la Virgen y a refugiarse en unas cuevas que hay junto al santuario. Fue aquí donde tuvo lugar el acto de la amnistía concedida por el rey Fernando VII a la partida de José María, al que asistió el escribano público de Estepa.
Hay que decir que los primeros años de la década de 1830 son los más importantes en la actividad bandolera de “El Tempranillo”, sumiendo al campo andaluz en una gran inseguridad, a pesar de los bandos publicados por las autoridades, recompensando a todo aquel que ofrezca datos que faciliten su captura. El rey Fernando VII, no sabiendo cómo parar esta fuerte actividad delictiva, en agosto de 1832 concedió el indulto a todos aquellos que quisieran acogerse a él, abriéndose una negociación que duró meses. De la partida de José María, únicamente “El Veneno" no lo recibió, siendo ajusticiado con garrote en diciembre de 1832. Desde su indulto “El Tempranillo” se dedica a colaborar con la justicia persiguiendo a sus antiguos compañeros de profesión, y así le llegó la muerte un 22 de septiembre de 1833, en el cortijo de Buenavista, a dos kilómetros de Alameda, en una emboscada de un antiguo compañero, “El Barberillo", el cual lo hirió gravemente de dos disparos (por algunos documentos se desprende que fue un hecho premeditado por un círculo de bandoleros que no aceptaron el radical cambio de vida de José). Trasladado a Alameda, donde recibe cuidados médicos en uno de los mesones de la calle Granada, la Posada de San Antonio, sabiendo de la gravedad de sus heridas, dicta testamento ante el escribano del pueblo. Ese mismo día moría rodeado de sus antiguos compañeros y el 24 fue sepultado en el viejo cementerio, hoy patio de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Alameda. Tenía 28 años de edad. En su testamento llama la atención la escasez de bienes (poco más de dos caballos y un montón de préstamos que no pudo cobrar). Con su muerte desaparece la figura mítica del bandido generoso y finaliza la época romántica del bandolerismo andaluz.
Desde la ermita sigo un sendero que se bifurca en dos caminos: sigo el de la derecha que lleva a unas viejas edificaciones en ruinas, restos de unas minas de hierro, denominadas “melita”, ubicadas en la Sierra de la Cabrera, que fueron explotadas por una empresa alemana durante los años 1890 y 1900 y alcanzaron notoriedad a nivel nacional. Aquí llegaron trabajadores de todos los lugares llegando a formar hasta tres grupos de trabajo (mañana, tarde y noche) en su momento de mayor auge. Esto dio mucha vida a Corcoya, aunque la sobreexplotación de estos mineros en unas condiciones pésimas de trabajo y seguridad ocasionó un número exagerado de accidentes (muchos mortales). Todo con la pasividad de los dueños de las minas y la complacencia de los habitantes del pueblo. A principios de los años 20, las minas se cerraron definitivamente debido a una falta de mineral y a lo costoso del mantenimiento de las mismas.
Junto a unas ruinas al lado del camino parte una estrecha senda (casi comida por la vegetación herbácea) que lleva al vértice geodésico de la sierra de la Cabrera, punto más elevado de la comarca. Desde aquí, vuelvo a disfrutar de una panorámica de 360 grados.
Ya de vuelta a la bifurcación del camino, sigo por el de la izquierda; hay que ir atento para tomar una desviación por el olivar que lleva a una estrecha senda que cruza el barranco del arroyo del Pontón, la pasada del Pontón. Según la leyenda, a la ermita de la Virgen de la Fuensanta acudían con frecuencia muchos devotos, a rezarle donde originariamente se había aparecido; un día en que una mujer que se dirigía a realizar sus plegarias no pudo cruzar el arroyo de tan crecido que iba por las lluvias, se le apareció la Virgen (nunca mejor dicho) e hizo mover dos grandes piedras formando un puente natural por el que pudo pasar la mujer. Justo tras cruzar el barranco, baja al fondo del mismo una estrecha vereda con mucha pendiente (algo suavizada por los escalones hechos en la tierra) y con una soga anclada en la pared en su parte final, que nos permite ver el túnel en los yesos que atraviesa el arroyo.
Sigo luego el sendero en subida, que pasa a convertirse en un cómodo camino que llanea entre pinos y olivos, antes de llegar a un espectacular mirador sobre el Meandro del Genil. Tras reposar aquí unos minutos, con el sonido de las aves que pueblan este lugar, bajo por la estrecha senda que lleva al olivar por donde pasé en la ida. Luego, a la entrada de Badolatosa, sigo a la derecha por un camino de tierra, y, tras cruzar una pista asfaltada (el Camino de las Huertas), continúo por otro carril de tierra (entre huertos), dando vistas a Jauja (donde se destaca la Iglesia Parroquial de San José, del siglo XVIII, con su roja espadaña). El carril conecta con la carretera junto a la cooperativa de aceite, justo antes del puente de hierro. Ya en Jauja, recorro una pasarela en el parque para ver de cerca la aceña árabe, del siglo XIV, que se usaba en la molienda de harina, con un mayor aprovechamiento de la fuerza del agua merced a unas ruedas de madera en horizontal, en lugar de en vertical; dejó de funcionar en el siglo XVII, cuando el caudal del río bajó a consecuencia de la crisis climática que tuvo lugar en este período.
La guinda a esta ruta se pondría con una visita al Centro Temático del Bandolerismo Romántico, en la vecina calle Iglesia (pasado el templo). Por desgracia, aunque era horario de visita, me lo encontré cerrado, por lo que es más prudente concertar cita previa.
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817 ft
Panel informativo del Sendero Paraje Natural del Embalse de Malpasillo-Ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta
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