Porqueres Les Estunes-Puig de les Gitanes-Puig Clarà 100 Cims

Abandonados a nuestra suerte por los colegas de salidas que, buscando huir del calor y la humedad, emigran a lejanos y mas fresquitos lares, concertamos un encuentro con los gerundenses, que aunque no están disponibles para caminar, si se apuntan al apartado de hidratación y nutrición. Nada mas salir del coche, la humedad propicia que sudemos copiosamente, y estemos tentados de mandar a paseo la caminata y darnos un bañito en el Estany de Banyoles. Como somos serios y cumplidores, nos resistimos a la tentación e iniciamos la excursión. Un corto tramo de carretera, y enseguida pisamos sendero herboso. Huele a mies recien cortada, y aunque si parece que han recogido una parte, el resto tiene aspecto de asolanada. Tras otro corto tramo de asfalto, nos enfrentamos por fin a sendero terroso y pedregoso, a veces ocupado por la vegetación, que aunque de suave pendiente, pone a prueba nuestra determinación. Aunque es zona de fuentes, por experiencia sabemos que la larga sequía las ha secado, y que la pandemia, o mas bien la poca utilización de los senderos, ha propiciado que además esten ocultas por las zarzas y que sea misión impsible encontrarlas. Para evitar mas arañazos de los necesarios, evitando así verter nuestra sangre, las ignoramos si no están de paso. Si nos sorprende que el sendero que nos debía llevar al Salt del Matxo aparezca impenetrable, siendo necesario para abrirse camino por lo menos un grueso machete, o una guadaña si me apuras. Decidimos dar media vuelta e improvisar por otro sendero que en nuestros mapas, cada vez mas desactualizados, acaba de improviso en una riera sin solución de continuidad. Afortunadamente tenemos fe y con desenvoltura, lo seguimos hasta reencontar el track. Como somos cabezones, optamos por tomar otro sendero poco transitado para subir al Puig de les Gitanes, en aras de no repetir camino. Aunque empinado y resbaladizo, cubiertos de sudor de pies a cabeza por la citada humedad, llegamos a la cima superando los obstáculos. No pertenece a la lista ampliada de 100 cims, como su pariente mas afortunado el Puig Clarà. Comentamos con sorna y con todos los respetos, que lo merece mas que algunos de la Plana de Lleida. Con accesos escarpados en algún tramo, vistas del Estany y una ondeante bandera, reivindica sus derechos con humildes belenes. De bajada hay que desgrimpar unos metros por una lisa y erosionada losa, y gracias a quienes dotaron de cuerdas el sendero, ayudarse de ellas para no romperse la crisma en el resbaladizo tramo. Superados estos retos, que luego servirán para chanzas, bromas y comparaciones, continuamos por pista hasta la cima del Puig Clarà, 100 cims oficial de esta ruta. Dado que ni es complicado coronarlo, ni alberga banderas ni belenes, pensamos que ostenta este honor, por haber sido declarado del Estany de Banyoles, oficial mirador. Para compararlo con su hermano pobre, elegimos a propósito el descenso por el equipado sendero, que con varias cuerdas ayuda en el agarre. Proclamamos empate en el envite y nos reafirmamos en nuestro anterior fallo, pues en el Puig de les Gitanes, también se veía el lago. Se inicia ahora un largo trecho alrededor del estanque, de carril bici dotado. Corredores, ciclistas con niños, paseantes con y sin perro, disfrutan del buen tiempo, compartiendo actividades al aire libre. Nos tomamos con calma esta parte de la ruta, procurando no desanimarnos, al ver que algunas lagunas, o están ocultas a la vista, o apenas tienen agua. Nos compensan las espléndidas vistas del lago, las sonoras llamadas de las aves, el juego de luces entre los cielos y las aguas, el tierno chapoteo de las crías de ánade, y envidiamos, por su edad no por el ritmo, la sonora juerga que se están corriendo un grupo de estudiantes en la orilla opuesta del lago, lanzando al aire gritos y carcajadas, al son de un incesante chunda,chunda,chunda. Cerramos el recorrido en tiempo y hora, emplazando a nuestros anfitriones en el Restaurante Bo de Bo, que eligieron para la ocasión. Por nuestra convincente simpatía o tal vez por los elixires ingeridos, les arrancamos la promesa y el compromiso, de citarnos en quince días para caminar de Platja D'Aro a Palamós. Pero esa, esa, será otra historia.