Porracolina (1.414 m), desde Bustablado (Cantabria)

Comenzamos la ruta en la plaza que está al lado de la iglesia de Bustablado (240 m), localidad cántabra situada a escasos 5 kilómetros de Arredondo. Desde allí nos internamos por una calle situada a la izquierda, dejando a nuestra derecha el restaurante Marcos, y continuamos andando por un camino asfaltado hasta el cementerio de la localidad. Un panel explicativo ubicado en este lugar nos informa que la ruta hacia el Porracolina continúa siguiendo por el camino situado a la derecha del cementerio, pero, como poco antes un oriundo del lugar nos había dicho que era mejor tomar el sendero de la derecha para no transitar parte del recorrido por carretera, decidimos hacerle caso y continuamos por la izquierda. Esta senda, estrecha pero cómoda, va ascendiendo progresivamente y termina en la carretera, en el mismo punto kilométrico que el camino de la derecha que no hemos tomado. Una vez llegados hasta este punto, no hay más que cruzar al otro lado y coger el camino situado justo enfrente. Los que vengan de la carretera, sin embargo, tendrán que prestar atención a no pasarse este cruce.
Continuamos ascendiendo y nos introducimos en un bosque salpicado de varias cabañas que va remontando progresivamente hasta alcanzar una zona despejada donde las marcas y las sendas se desdibujan entre la hierba. Llegamos así hasta el monumento a la vaca pasiega, situado al lado de la carretera que une Bustablado con Calseca. Continuamos por la izquierda, descendemos un tramo por carretera, cruzamos un paso canadiense y, a continuación, tomamos una pista a la derecha, el cual se halla debidamente señalizado con marcas de PR. Cuidado en este punto: no hay que continuar por la pista sino descender por una senda situada a la izquierda de la citada pista, la cual baja hasta una pequeña borda en cuya esquina aparecen las marcas de GR. Continuamos por esta senda, la cual pronto comienza a ascender forma vertiginosa hasta llegar a un alto. Una vez en él, cuando la pendiente se suaviza, divisamos ya a nuestra izquierda el Porracolina, al que nos dirigimos por una estrecha senda.
El descenso lo hacemos por el mismo camino por el que hemos ascendido, con una pequeña salvedad: cuando estamos ya cerca del pueblo, en lugar de tomar la senda que salía a la izquierda del cementerio, decidimos descender por la carretera. Más que nada porque estábamos algo cansados de tanta roca y queríamos estirar un poco la zancada. Se da una buena vuelta, pero también es cierto que se camina más rápido.