Porracolina (desde Asón)
near Val de Asón, Cantabria (España)
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Trail photos
Itinerary description
El Parque Natural de los Collados del Asón es espectacular en todos los sentidos: variedad de paisajes, dificultad de orientación, dureza del terreno, trepadas delicadas... Si la Porracolina en si misma es un pico "asequible", como siempre, la elección del camino a seguir puede marcar una inmensa diferencia y nosotros lo hicimos por el Barranco de Rolacias primero, para encarar después el más complejo Barranco de Colina, hasta alzarnos a la Cabaña de Cubios, donde, por fin, tienes un pequeño respiro.
Comenzamos desde el pueblito de Asón, en bajada hasta el puente que cruza el río homónimo. Allí se nos une Curro, un entrañable cuatro patas que hará nuestras delicias y nos acompañará a lo largo de todo el trayecto. Nos adentramos por el Arroyo de Rolacias y subimos por todo su margen, a veces más cerca, a veces más lejos pero siempre nos acompaña. Bosque cerrado que, a duras penas deja ver el entorno montañoso pero de una belleza enorme hasta llegar a una bajada por la que se bifurca el camino. Nosotros giramos a la izquierda, cruzamos el Arroyo y boilá, aparece un paisaje brutal, con praderas espectaculares, murallones y las Casas del Chumino, una colección de cabañas que pueblan ambas orillas. Hasta allí el camino ha sido amable y muy fácil de seguir; aquí empieza la aventura. Al llegar a la última cabaña hay una valla embutida en los helechos, por la que hay que encontrar el paso. Luego los helechos, de hasta 2 metros, van ganando protagonismo y es muy fácil no encontrar paso o encontrarlo equivocado por lo que una y otra vez hay que reorientarse. Y ocurrirá durante gran parte del trayecto de subida que nos espera. Paciencia y se sigue subiendo, encontrando parajes más y más bellos cada vez: las cascadas del Arroyo, la cueva a la que accedemos con una cuerda instalada y de la que sale una corriente de viento helador, bosques sembredos de roca caliza, trepadas verticales por hierba... Es a partir de lo que llamo Bosque de Piedras, un bosque surcado por canales y canales de caliza cuando el terreno se abre definitivamente y desde donde, tras aguantar un fuerte aguacero en un vivac natural, comenzamos otra vertiginosa subida hacia la Cabaña de Cubios, por pradera herbosa acompañada de algunos pinchos, uno de los cuales se lleva puesto Curro en su patita trasera derecha y que me hace tener que pasarle en brazos la zona de pinchos que queda. Ya queda a la vista la Porracolina pero primero hay que alcanzar el Alto de la Mina, entre llovizna, lluvia, sol y amenaza de tormenta, de todo un poco. La subida final y el paisaje espectacular 360 grados nos invita a hacer allí el alto para comer. Compartimos nuestros bocadillos con Curro y bajamos hacia el collado que nos separa del Alto de Pipiones, manteniéndonos a media ladera del Barranco de Sotombo, hasta que se llega de nuevo al Barranco de Rolacias, por el que descenderemos, pero en esta ocasión, por la margen contraria del arroyo, por la que vamos ganando altura hasta llegar a Fuentes, el espolón del cordal desde el que acometeremos un fortísimo y prolongado descenso hacia el puente del Asón, donde Currito volverá a quedarse en su casa. A estas alturas llevaba casi una hora lloviéndonos encima, con truenos ocasionales y un viento que proyectaba "balas" de lluvia sobre nuestra cara. Afortunadamente la temperatura era muy buena y nos esperaba el fantástico restaurante del pueblo de Asón para tomar algo.
Comenzamos desde el pueblito de Asón, en bajada hasta el puente que cruza el río homónimo. Allí se nos une Curro, un entrañable cuatro patas que hará nuestras delicias y nos acompañará a lo largo de todo el trayecto. Nos adentramos por el Arroyo de Rolacias y subimos por todo su margen, a veces más cerca, a veces más lejos pero siempre nos acompaña. Bosque cerrado que, a duras penas deja ver el entorno montañoso pero de una belleza enorme hasta llegar a una bajada por la que se bifurca el camino. Nosotros giramos a la izquierda, cruzamos el Arroyo y boilá, aparece un paisaje brutal, con praderas espectaculares, murallones y las Casas del Chumino, una colección de cabañas que pueblan ambas orillas. Hasta allí el camino ha sido amable y muy fácil de seguir; aquí empieza la aventura. Al llegar a la última cabaña hay una valla embutida en los helechos, por la que hay que encontrar el paso. Luego los helechos, de hasta 2 metros, van ganando protagonismo y es muy fácil no encontrar paso o encontrarlo equivocado por lo que una y otra vez hay que reorientarse. Y ocurrirá durante gran parte del trayecto de subida que nos espera. Paciencia y se sigue subiendo, encontrando parajes más y más bellos cada vez: las cascadas del Arroyo, la cueva a la que accedemos con una cuerda instalada y de la que sale una corriente de viento helador, bosques sembredos de roca caliza, trepadas verticales por hierba... Es a partir de lo que llamo Bosque de Piedras, un bosque surcado por canales y canales de caliza cuando el terreno se abre definitivamente y desde donde, tras aguantar un fuerte aguacero en un vivac natural, comenzamos otra vertiginosa subida hacia la Cabaña de Cubios, por pradera herbosa acompañada de algunos pinchos, uno de los cuales se lleva puesto Curro en su patita trasera derecha y que me hace tener que pasarle en brazos la zona de pinchos que queda. Ya queda a la vista la Porracolina pero primero hay que alcanzar el Alto de la Mina, entre llovizna, lluvia, sol y amenaza de tormenta, de todo un poco. La subida final y el paisaje espectacular 360 grados nos invita a hacer allí el alto para comer. Compartimos nuestros bocadillos con Curro y bajamos hacia el collado que nos separa del Alto de Pipiones, manteniéndonos a media ladera del Barranco de Sotombo, hasta que se llega de nuevo al Barranco de Rolacias, por el que descenderemos, pero en esta ocasión, por la margen contraria del arroyo, por la que vamos ganando altura hasta llegar a Fuentes, el espolón del cordal desde el que acometeremos un fortísimo y prolongado descenso hacia el puente del Asón, donde Currito volverá a quedarse en su casa. A estas alturas llevaba casi una hora lloviéndonos encima, con truenos ocasionales y un viento que proyectaba "balas" de lluvia sobre nuestra cara. Afortunadamente la temperatura era muy buena y nos esperaba el fantástico restaurante del pueblo de Asón para tomar algo.
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