Pozas de San Martín, San Belián, Morcat, Poza de Chinchirigoy y Cascada del Confesionario desde San Martín

Preciosa ruta circular que combina la visita a 2 pueblos abandonados situados en un paraje increíble, con un recorrido fluvial espectacular.

Partimos del aparcamiento desde el que se accede a las pozas de San Martín. Estamos a mediados de abril y lo concurrido del parking nos hace pensar en cómo estará esto de concurrido en época de baño.

Nuestra intención es visitar el pueblo abandonado de Morcat (uno de esos pueblos abandonados del Sobrarbe situados en lugares increíblemente bellos y que cuesta entender que, pese a disponer de patrimonio arquitectónico notable, no hayan sobrevivido a la ruina total). Sabedores de la proximidad de las pozas de San Martín, decidimos combinar ambos parajes, teniendo incluso la intención de visitar el pueblo de Campodarbe, cosa que finalmente no llegaremos a hacer por habernos alargado en la visita de Morcat y de las pozas.

El comienzo de la ruta pasa por la visita de las primeras pozas de San Martín: entendemos por qué el lugar goza de tantos adeptos…

Tras las fotos de rigor, nos desviamos hacia Morcat, sin dejar de asomarnos por el diminuto pueblo (también abandonado) de San Belián, desde donde encaramos la subida a Morcat por la loma, al principio por senda y al final por pista. En lo alto, la iglesia de Santa María nos contempla, sin que su silueta dé cuenta de su deplorable estado (pensábamos que su estado de ruina no estaba tan avanzando). Los últimos metros al pueblo los hacemos por senda, lo que nos permite acceder por uno de los caseríos separados del núcleo central del pueblo.

El paraje y la arquitectura no podría ser más espectacular… Es este uno de los pueblos de Sobrarbe que no deja indiferente: nos recuerda en algún aspecto a Morillo de Sampietro (menudo sitio también…) La iglesia está en estado prácticamente irrecuperable, habiendo avanzado mucho su ruina en los últimos años. Una buena referencia del templo lo encontramos en la web sobre el románico aragonés de García Omedes. Las referencias al templo todavía hacen más triste contemplarlo en su estado actual.

Nos hemos regalado la vista durante mucho tiempo y acumulamos retraso, lo que nos obliga a seguir la ruta, abordando el descenso de nuevo hasta la cabecera del barranco, con el fin de visitar sus espectaculares parajes de la cascada del Confesionario y la poza Chinchigoy.

La visita de las pozas requiere (y merece) emplear tiempo en escudriñar sus rincones, lo que nos hace renunciar a nuestra intención inicial de subir hasta Campodarbe. Sin problema: para otro día queda… Pese a no ser época de baño, coincidimos con bastante gente que está realizando el recorrido del barranco. Ni pensar quiero en cómo debe estar esto en verano. En cualquier caso, es un lugar que merece la pena visitar.

El retorno al parking lo hacemos por el sendero, en lugar de hacerlo por el lecho del barranco (hubiéramos tenido que descalzarnos en algunos momentos).