Pozos de Peña Prieta desde Cucayo

Los Pozos de Peña Prieta, situados en la cara noroeste de la montaña, son 3 pequeños lagos preciosos. El superior es más conocido, ya que es visible en las ascensiones normales a Peña Prieta desde Cubil del Can o desde Cardaño de Arriba. Además es el de mayor tamaño.
El intermedio es pequeño y el inferior es para mí el más bonito de los tres y situado en un lugar absolutamente solitario.
El agua que recorre los arroyos de esta zona y que alimenta estas preciosas lagunas son el inicio de Río Frío, que pasando por Cucayo baja hasta La Vega y es afluente del Río Quiviesa, que a su vez desemboca en el río Deva y finalmente en el Cantábrico.
Curiosamente, pocos metros hacia el sur se encuentran las Lagunas de Fuentes Carrionas, que es el nacimiento del Río Carrión que desemboca en el Pisuerga, el Duero y finalmente en el Atlántico.

En esta ocasión nuestra idea era ir al lago inferior de los Pozos de Peña Prieta, pero además hacerlo en familia.
Salimos muy pronto (antes del amanecer) desde Cucayo, sabiendo que el camino era largo y no todos los que íbamos estaban acostumbrados a hacer caminatas largas; por otro lado, el desnivel positivo tampoco es nada despreciable: 1.200 metros aproximadamente.

La primera parte la hicimos relativamente rápido, con todo el mundo descansado y sin calor; el recorrido es cómodo, por pista en este tramo, aunque en continua subida.
Llegamos a los Puertos de Río Frío mejor de lo que esperábamos, pero desde allí todavía Peña Prieta se veía muy lejos y había que ir justo a sus pies.
Al salir del bosque, ya antes de llegar a los Puertos nos encontramos con ganado; además las vistas comienzan a ser muy bonitas.
Los Puertos de Río Frío son preciosos: sorprende encontrarse con unos prados tan extensos a esa altitud; y llaman mucho la atención las montañas que los rodean: todo el cordal entre el Curavacas y Peña Prieta sobre todo.
Hay muchísimo ganado pastando en los meses de verano, lo que da también mucha vida a la zona.
Nosotros continuamos hacia el refugio del Cubil del Can o hacia el Collado del Robadorio (buscando la cara norte de Peña Prieta) y en todo momento por pista ganadera. Además, en este tramo la pendiente es muy suave e incluso hay zonas llanas.

Ya muy cerca de Peña Prieta y por consiguiente de sus Pozos (estos no se ven hasta llegar allí mismo), dejamos la pista para bajar ligeramente al riachuelo y comenzar a subir un tramo corto pero vertical. Es el tramo más técnico y vertical de todo el recorrido; se trata de ir cogiendo altura por una de las orillas del riachuelo que baja de los propios Pozos de Peña Prieta. No es difícil para cualquiera que esté acostumbrado a andar en la montaña, pero no era el caso de todos los miembros de la familia. La subida la hicimos relativamente bien, pero al bajar hubo alguno que lo pasó mal.

Tras superar este tramo se alcanza una ligera depresión donde se encuentra el Pozo inferior de Peña Prieta, nuestro objetivo. Es un lugar precioso, solitario y fuera de cualquier paso o sendero habitual.
Tras descansar y comer algo volvimos para abajo: Aproximadamente por el mismo camino de subida en la primera parte (buscando los mejores sitios de descenso).
Cuando llegamos al cruce de pistas del Prado del Toro, cogimos hacia la izquierda. Esta pista llega hasta Barrio; en la parte alta tiene unas vistas espectaculares hacia los Picos de Europa. Es un paseo agradable y bonito, pero a nosotros se nos hizo pesado, ya que a algunos les empezaban a doler las rodillas, los tobillos, las piernas... Y además hacía calor. La verdad es que les preparé una buena paliza de ruta y al final acabaron echándome la bronca.
En todo caso, nosotros no seguimos hasta Barrio. Dejamos la pista en Llobango para ir hacia Dobres pasando por el Collado de Cezura y por un bonito robledal. Los últimos metros los hicimos por una pista que une Dobres con Cucayo (va justo por encima de la carretera).

El recorrido es espectacular; sin grandes dificultades, pero hay que tener en cuenta que son más de 25 kilómetros y 1.200 metros de desnivel positivo.

Por cierto, pronto me perdonaron la paliza que les di y hasta me lo agradecieron porque lo bueno de la excursión superaba lo negativo.