PR-A 21. Collado Sevilla-Arenales Trevenque-Bco Búho-Rosales-Toma del Canal-Río Dílar + Collados Ciervo, Tejo y Chaquetas.
near Caserío Huenes, Andalucía (España)
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Itinerary description
Ruta por las faldas del pico Trevenque, una de las cimas emblemáticas de media montaña del Parque Nacional de Sierra Nevada. La imagen de aridez de estos arenales es engañosa. La aparente ausencia de vida oculta una enorme biodiversidad vegetal adaptada a un terreno con enormes cambios de temperaturas y la falta de un suelo fértil y húmedo.
La zona de la Fuente del Hervidero es desde hace bastante tiempo uno de los lugares con mayor actividad montañera de Sierra Nevada, debido no solo a la espectacularidad de su paisaje o la variedad de sus recorridos, también por la facilidad de acceso desde La Zubia y Granada.
CÓMO LLEGAR:
Desde el pueblo de La Zubia, tomamos la carretera que sube a Cumbres Verdes. Una vez allí, tomamos la pista forestal que nos lleva en un primer lugar a La Fuente del Hervidero y el Restaurante Macareno y posteriormente hasta el Collado Sevilla.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO:
Iniciamos el recorrido circular en el aparcamiento del Canal de la Espartera (1.400 m), junto al Cortijo Sevilla, tradicionalmente conocido como Era de los Pensamientos. Empezamos a caminar desde el parking ya mencionado, para ir subiendo, a la izquierda, por el sendero señalizado con balizas blancas y amarillas PR-A 21; muy fácil de seguir y que, tras un corto pero durillo ascenso para entrar en calor, finalmente nos lleva a la explanada en la que se encuentra un primer panel informativo que nos cuenta detalles sobre las características geológicas de la zona que vamos a recorrer.
“Sierra Nevada se incluye en las Zonas Internas de la Cordillera Bética. El relieve está formado por tres conjuntos o unidades geológicas dispuestas en bandas concéntricas a modo de orla, desde la zona central del macizo a la pariferia. Estas unidades son:
-Complejo Nevado-Filábride…
-Complejo Alpujárride…
-Unidades neógenas y cuaternarias…”
A partir de ahora nos metemos de lleno en los conocidos como Arenales del Trevenque, siendo estos el camino más directo para acceder a este pico tan emblemático de la media montaña granadina. Transitamos por la antigua Cañada Real de Padúl al Pico Veleta. Seguimos el sendero que se adentra en los mencionados arenales, y en los que, con suerte, podremos ver ejemplares de cabra montesa, hasta llegar a otra explanada en la que encontramos otro gran panel informativo que nos habla de los arenales que pisamos y que además, es un espléndido mirador.
“LOS ARENALES DEL TREVENQUE. El modelo ruiniforme o “arenales” que caracteriza el entorno del Trevenque y los Alayos representa uno de los paisajes más singulares y emblemáticos de la Cordillera Bética, en general, y del macizo de Sierra Nevada, en particular. Se desarrolla sobre dolomías alpujárrides de edad Triásico (230-210millones de años) muy fracturadas y diaclasadas.
La génesis de este paisaje, habitual en ambientes periglaciares de latitudes medias-altas, se debe a procesos físicos (meteorización física) en los que intervienen la acción de los agentes atmosféricos ( temperatura, agua, etc.). Este proceso consiste en la desintegración de la roca como consecuencia del cambio de estado del agua (hielo, deshielo) que ocupa el interior de las grietas. Cuando la temperatura desciende el agua se transforma en hielo, convirtiéndose en una cuña que ejerce un efecto palanca sobre la grieta provocando la rotura de la roca. Posteriormente, cuando aumente la temperatura del agua se fusiona profundizando en la grieta. La repetición de este proceso, favorecido por la fracturación del macizo, provoca la trituración de la roca dolomítica en pequeños fragmentos (milimétricos a centímetros), dando origen a la grava o arena dolomítica, que por gravedad, se moviliza a favor de la pendiente de las laderas.
FORMAS SINGULARES.
Durante los periodos lluviosos el agua de escorrentía arrastra las arenas dolomíticas desde las vertientes de las laderas hacia el lecho de los barrancos formando los denominados “arenales” o torrenteras y ríos de grava. Las acumulaciones de estas arenas a la salida de los barrancos forman los conos o abanicos de grava. Los escarpes rocosos que resultan entre el paisaje ruiniforme se corresponden a bloques dolomíticos compactos que han resistido la erosión.”
Desde este mirador descenderemos suavemente hasta enlazar con el amplio Barranco del Búho, con un cauce lleno de arena y grava que en ligero pero continuado ascenso nos hace ganar cota. Antes de llegar a la cabecera de dicho barranco, el sendero se desvía a la derecha en cómodo descenso, y tras pasar un collado donde obtendremos unas bonitas panorámicas, cambia de vertiente introduciéndose en un magnífico pinar. En este tramo encontramos algo de nieve y hielo que con facilidad pudimos sortear.
Algo después encontraremos otro pequeño panel informativo sobre la flora:
“La flora que aquí prospera está especialmente adaptada a suelos pobres con alto contenido en magnesio y a un entorno especialmente árido. Muchas de estas especies son endémicas y exclusivas de estos lugares. Alfilerillos de los Alayos (Erodium astragaloides),(Lobelousia pulsatilloides) y Hierba de Rothmaler (Rothmaleria granatensis)”
Claro está que en su época apropiada y que podemos dañarlas sin siquiera ser conscientes. Por aquí podremos contemplar, en toda su magnitud, los arenales que en el siglo XIX atraparon la atención de botánicos y naturalistas, que como Edmond Boissier desvelaron al mundo las maravillas de las especies nevadenses. Es posible encontrar pequeñas poblaciones de Viborera (Echium albicans); la Correhuela de Sierra Nevada y los Alfileres del Trevenque, sobre los que vuelan las mariposas Euphydrias aurinia.
Siguiendo con el descenso llegaremos al Barranco de Aguas Blanquillas, donde encontraremos una intersección de caminos. Si se desea se puede seguir con el sendero PR-A 21; pero nosotros, optamos por abandonarlo temporalmente para alargar la ruta. Si se decide alargar la ruta, ascenderemos por el espectacular Barranco de Aguas Blanquillas, rodeados de grandes pinos y donde encontraremos una rústica fuente de agua fresquísima. Seguiremos ascendiendo por este intrincado barranco que flanquea el Pico Trevenque y que nos conduce hasta el Collado del Ciervo. Aquí enlazaremos con una pista forestal que en ascenso, y tras pasar el Collado del Tejo, se acerca a las inmediaciones del Cerro de las Chozas 1922 m. Se puede optar por subir este cerro; nosotros subimos a otro cerro que hay un poco antes y desde el que se disfrutan las misma y grandiosas panorámicas: Trevenque, Alayos de Dílar, Boca de la Pescá, El Caballo nevado, el Observatorio astronómico, el cerro de las Chozas La Loma de Dílar, la cuesta del Pino, Sierra Tejeda, Almijara y Alhama… Esta será la cota máxima de esta ruta.
Volviendo a la pista, y ya en descenso pasaremos por el Collado de Martín antes de llegar al Refugio y Cortijo de Chaquetas; una pintoresca explotación ganadera y forestal con verdes praderas, un abrevadero y una fuente en la entrada. Unos metros después pasaremos por el Collado Chaquetas para sumergirnos en un frondoso pinar que en cómodo descenso nos hará regresar al sendero PR-A 21. En este tramo abundaban sobremanera las hileras de procesionaria, tan dañina para estos hermosos pinares llegando a arrasar bosques enteros. . Esta plaga se alimenta de cualquier especie de conífera, como pinos, cedros o abetos, siendo mortalmente dañina para los árboles. A la que es mejor no tocar ni pisar ya que es realmente peligrosa la urticaria que producen las orugas en mascotas o niños, pudiendo incluso ser mortal en los animales. Cada oruga tiene unos 500.000 pelos urticantes que se desprenden con facilidad, actuando como si de pequeños dardos envenenados se tratase, que no sólo afectan por contacto directo sino también vía aérea.
De vuelta en el sendero PR-A 21, en el Barranco de Aguas Blanquillas, continuaremos con el bonito descenso que nos conduce hasta el Refugio de Rosales. Junto a él encontraremos una fuente con agua fresquita para rellenar las botellas. Este refugio se encuentra cerrado, al parecer para pernoctar hay que pedir permiso en el ayuntamiento de Dílar y estar empadronado en dicho ayuntamiento. Aquí hay otro panel informativo que nos describe las espectaculares panorámicas que hay del Valle del Río Dílar y del espectáculo geológico de los Alayos de Dílar. De izquierda a derecha veremos: Loma de las Corzas, Cuesta del Pino, El castillejo, Los Albercones, Corazón de Sandía, Picacho Alto, Tajos Altos, Cerro de la Silleta de Padúl, Los Atalayones De Dílar, la Depresión de Granada, el P.N. Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama y la Boca de la Pescá.
“Ante usted se muestra un paisaje sensacional: los Alayos de Dílar. Este escarpado cresterio está constituido por rocas dolomíticas típicas de la media montaña de Sierra Nevada.
Estas rocas, ricas en magnesio y muy fracturadas por los esfuerzos tectónicos que originaron estas montañas, se disgregan fácilmente dando lugar a acumulaciones en laderas y fondos de barrancos conocidas como arenales, aunque más que de arenas se trata de grava.
En este tipo de terrenos las formaciones vegetales son poco densas. Las plantas que aquí prosperan poseen adaptaciones especiales que les permiten vivir en terrenos secos, muy tóxicos (por su alto contenido en magnesio) y con una elevada luminosidad debida en parte al reflejo de los cristales de dolomía.
Al otro lado del valle vemos pinares de pino resinero. Encontraremos también Sabina Mora, enebro de miera, romero, gayuba, salvia, aulaga, y gran cantidad de gramíneas. Los tomillares dolomíticos son comunidades de plantas adaptadas a las condiciones anteriormente descritas.
Algunas especies son exclusivas (endémicas) de esta zona y este tipo de suelo. Entre ellas destacan los Alfilerillos del Trevenque, la armería, los Alfilerillos de los Alayos y la carquesa de Sierra Nevada, de las que se podrá disfrutar especialmente en primavera.”
Continuando con el descenso tuvimos la suerte de ver un par de Cabras Montesas que, muy curiosas, se dejaron fotografiar. Es fácil verlas entre los riscos y cortados de esta zona de la sierra, y casi siempre en lugares cercanos al agua y protegidas por el matorral que, junto al cauce, es más verde y denso, por lo que hay más posibilidades de encontrar brotes para alimentarse. Sierra Nevada aglutina el mayor número de cabras montesas de todo el mundo, y el canal de la Espartera es uno de los principales puntos de concentración de Capra pyrenaica hispanica de todo el macizo nevadense.
Tras un par de curvas de la zigzagueante pista llegaremos a la ruinas del Cortijo Rosales, antigua finca agrícola que apenas conserva los cimientos. Aun en invierno se puede apreciar porque se llamaba así a este cortijo, ya que en sus inmediaciones hay numerosos rosales silvestres que en primavera florecen intensamente.
Otros cuantos revirajes de pista y cruzaremos por un puente el abundante caudal del Canal de la Espartera que discurre, desde hace casi un siglo, con la misión de llevar el agua del Dílar hasta un gran salto con el que generar electricidad. Una obra realizada por el ingeniero José Morell Cuéllar entre 1918 y 1923, que con el paso de los años se ha naturalizado con su entorno y convertido en paso de fauna y confluencia de numerosas especies, sobre todo aves que encuentran agua, y por tanto, invertebrados y vegetación con los que alimentarse. Este canal recorre siete kilómetros de un territorio poblado de joyas botánicas únicas en el mundo y es paso obligado de fauna y senderistas que se internan en los arenales del Trevenque. El canal, aún en uso, tiene 7.035 metros de largo con 47 puentes. Discurre por una canalización de 1,10 m. de ancho y un metro de profundidad, según los datos recogidos por Manuel Morell, hijo del ingeniero autor del canal
Algo más abajo accederemos a la conocida como Toma del Canal paseando junto a las construcciones allí realizadas al efecto.
El continuo descenso nos lleva ahora hasta el curso del río Dílar, donde encontramos una exuberante vegetación de ribera compuesta por álamos, sauces, zarzas, mimbres, majuelos, rosales silvestres y agracejos. Junto al río llaman la atención piedras de color verde llamadas serpentina que han sido arrastradas desde una cantera abandonada. La serpentina una vez pulida ha sido una roca ornamental muy apreciada en construcciones monumentales a los largo de la historia.
Perdemos el contacto con el río que se precipita barranco abajo, mientras nuestro camino continúa cruzándose primero con la mencionada pista forestal que lleva al collado Chaquetas y posteriormente con el barranco del Búho por una cota inferior a como lo hicimos con anterioridad, es frecuente en este punto el avistamiento de cernícalos. Seguimos el camino ascendente volviendo a pasar por los relieves dolomíticos, con la Boca de la Pescá frente a nosotros, hasta llegar al cortijo Sevilla que se encuentra en las inmediaciones de nuestro punto de partida. El cortijo Sevilla es el cruce de caminos que por diversas rutas descubren los secretos de Sierra Nevada y un punto neurálgico para el conocimiento de la gran cordillera Bética, pero también un lugar donde la fauna silvestre y doméstica encuentra alimento y refugio.
En resumen, una ruta de dificultad media-alta, más que recomendable, muy bien señalizada y llena de interesantes espacios ricos en endemismos de flora y de la típica fauna de Sierra Nevada, todos ellos enclavados en unos parajes de una extraordinaria belleza.
La zona de la Fuente del Hervidero es desde hace bastante tiempo uno de los lugares con mayor actividad montañera de Sierra Nevada, debido no solo a la espectacularidad de su paisaje o la variedad de sus recorridos, también por la facilidad de acceso desde La Zubia y Granada.
CÓMO LLEGAR:
Desde el pueblo de La Zubia, tomamos la carretera que sube a Cumbres Verdes. Una vez allí, tomamos la pista forestal que nos lleva en un primer lugar a La Fuente del Hervidero y el Restaurante Macareno y posteriormente hasta el Collado Sevilla.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO:
Iniciamos el recorrido circular en el aparcamiento del Canal de la Espartera (1.400 m), junto al Cortijo Sevilla, tradicionalmente conocido como Era de los Pensamientos. Empezamos a caminar desde el parking ya mencionado, para ir subiendo, a la izquierda, por el sendero señalizado con balizas blancas y amarillas PR-A 21; muy fácil de seguir y que, tras un corto pero durillo ascenso para entrar en calor, finalmente nos lleva a la explanada en la que se encuentra un primer panel informativo que nos cuenta detalles sobre las características geológicas de la zona que vamos a recorrer.
“Sierra Nevada se incluye en las Zonas Internas de la Cordillera Bética. El relieve está formado por tres conjuntos o unidades geológicas dispuestas en bandas concéntricas a modo de orla, desde la zona central del macizo a la pariferia. Estas unidades son:
-Complejo Nevado-Filábride…
-Complejo Alpujárride…
-Unidades neógenas y cuaternarias…”
A partir de ahora nos metemos de lleno en los conocidos como Arenales del Trevenque, siendo estos el camino más directo para acceder a este pico tan emblemático de la media montaña granadina. Transitamos por la antigua Cañada Real de Padúl al Pico Veleta. Seguimos el sendero que se adentra en los mencionados arenales, y en los que, con suerte, podremos ver ejemplares de cabra montesa, hasta llegar a otra explanada en la que encontramos otro gran panel informativo que nos habla de los arenales que pisamos y que además, es un espléndido mirador.
“LOS ARENALES DEL TREVENQUE. El modelo ruiniforme o “arenales” que caracteriza el entorno del Trevenque y los Alayos representa uno de los paisajes más singulares y emblemáticos de la Cordillera Bética, en general, y del macizo de Sierra Nevada, en particular. Se desarrolla sobre dolomías alpujárrides de edad Triásico (230-210millones de años) muy fracturadas y diaclasadas.
La génesis de este paisaje, habitual en ambientes periglaciares de latitudes medias-altas, se debe a procesos físicos (meteorización física) en los que intervienen la acción de los agentes atmosféricos ( temperatura, agua, etc.). Este proceso consiste en la desintegración de la roca como consecuencia del cambio de estado del agua (hielo, deshielo) que ocupa el interior de las grietas. Cuando la temperatura desciende el agua se transforma en hielo, convirtiéndose en una cuña que ejerce un efecto palanca sobre la grieta provocando la rotura de la roca. Posteriormente, cuando aumente la temperatura del agua se fusiona profundizando en la grieta. La repetición de este proceso, favorecido por la fracturación del macizo, provoca la trituración de la roca dolomítica en pequeños fragmentos (milimétricos a centímetros), dando origen a la grava o arena dolomítica, que por gravedad, se moviliza a favor de la pendiente de las laderas.
FORMAS SINGULARES.
Durante los periodos lluviosos el agua de escorrentía arrastra las arenas dolomíticas desde las vertientes de las laderas hacia el lecho de los barrancos formando los denominados “arenales” o torrenteras y ríos de grava. Las acumulaciones de estas arenas a la salida de los barrancos forman los conos o abanicos de grava. Los escarpes rocosos que resultan entre el paisaje ruiniforme se corresponden a bloques dolomíticos compactos que han resistido la erosión.”
Desde este mirador descenderemos suavemente hasta enlazar con el amplio Barranco del Búho, con un cauce lleno de arena y grava que en ligero pero continuado ascenso nos hace ganar cota. Antes de llegar a la cabecera de dicho barranco, el sendero se desvía a la derecha en cómodo descenso, y tras pasar un collado donde obtendremos unas bonitas panorámicas, cambia de vertiente introduciéndose en un magnífico pinar. En este tramo encontramos algo de nieve y hielo que con facilidad pudimos sortear.
Algo después encontraremos otro pequeño panel informativo sobre la flora:
“La flora que aquí prospera está especialmente adaptada a suelos pobres con alto contenido en magnesio y a un entorno especialmente árido. Muchas de estas especies son endémicas y exclusivas de estos lugares. Alfilerillos de los Alayos (Erodium astragaloides),(Lobelousia pulsatilloides) y Hierba de Rothmaler (Rothmaleria granatensis)”
Claro está que en su época apropiada y que podemos dañarlas sin siquiera ser conscientes. Por aquí podremos contemplar, en toda su magnitud, los arenales que en el siglo XIX atraparon la atención de botánicos y naturalistas, que como Edmond Boissier desvelaron al mundo las maravillas de las especies nevadenses. Es posible encontrar pequeñas poblaciones de Viborera (Echium albicans); la Correhuela de Sierra Nevada y los Alfileres del Trevenque, sobre los que vuelan las mariposas Euphydrias aurinia.
Siguiendo con el descenso llegaremos al Barranco de Aguas Blanquillas, donde encontraremos una intersección de caminos. Si se desea se puede seguir con el sendero PR-A 21; pero nosotros, optamos por abandonarlo temporalmente para alargar la ruta. Si se decide alargar la ruta, ascenderemos por el espectacular Barranco de Aguas Blanquillas, rodeados de grandes pinos y donde encontraremos una rústica fuente de agua fresquísima. Seguiremos ascendiendo por este intrincado barranco que flanquea el Pico Trevenque y que nos conduce hasta el Collado del Ciervo. Aquí enlazaremos con una pista forestal que en ascenso, y tras pasar el Collado del Tejo, se acerca a las inmediaciones del Cerro de las Chozas 1922 m. Se puede optar por subir este cerro; nosotros subimos a otro cerro que hay un poco antes y desde el que se disfrutan las misma y grandiosas panorámicas: Trevenque, Alayos de Dílar, Boca de la Pescá, El Caballo nevado, el Observatorio astronómico, el cerro de las Chozas La Loma de Dílar, la cuesta del Pino, Sierra Tejeda, Almijara y Alhama… Esta será la cota máxima de esta ruta.
Volviendo a la pista, y ya en descenso pasaremos por el Collado de Martín antes de llegar al Refugio y Cortijo de Chaquetas; una pintoresca explotación ganadera y forestal con verdes praderas, un abrevadero y una fuente en la entrada. Unos metros después pasaremos por el Collado Chaquetas para sumergirnos en un frondoso pinar que en cómodo descenso nos hará regresar al sendero PR-A 21. En este tramo abundaban sobremanera las hileras de procesionaria, tan dañina para estos hermosos pinares llegando a arrasar bosques enteros. . Esta plaga se alimenta de cualquier especie de conífera, como pinos, cedros o abetos, siendo mortalmente dañina para los árboles. A la que es mejor no tocar ni pisar ya que es realmente peligrosa la urticaria que producen las orugas en mascotas o niños, pudiendo incluso ser mortal en los animales. Cada oruga tiene unos 500.000 pelos urticantes que se desprenden con facilidad, actuando como si de pequeños dardos envenenados se tratase, que no sólo afectan por contacto directo sino también vía aérea.
De vuelta en el sendero PR-A 21, en el Barranco de Aguas Blanquillas, continuaremos con el bonito descenso que nos conduce hasta el Refugio de Rosales. Junto a él encontraremos una fuente con agua fresquita para rellenar las botellas. Este refugio se encuentra cerrado, al parecer para pernoctar hay que pedir permiso en el ayuntamiento de Dílar y estar empadronado en dicho ayuntamiento. Aquí hay otro panel informativo que nos describe las espectaculares panorámicas que hay del Valle del Río Dílar y del espectáculo geológico de los Alayos de Dílar. De izquierda a derecha veremos: Loma de las Corzas, Cuesta del Pino, El castillejo, Los Albercones, Corazón de Sandía, Picacho Alto, Tajos Altos, Cerro de la Silleta de Padúl, Los Atalayones De Dílar, la Depresión de Granada, el P.N. Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama y la Boca de la Pescá.
“Ante usted se muestra un paisaje sensacional: los Alayos de Dílar. Este escarpado cresterio está constituido por rocas dolomíticas típicas de la media montaña de Sierra Nevada.
Estas rocas, ricas en magnesio y muy fracturadas por los esfuerzos tectónicos que originaron estas montañas, se disgregan fácilmente dando lugar a acumulaciones en laderas y fondos de barrancos conocidas como arenales, aunque más que de arenas se trata de grava.
En este tipo de terrenos las formaciones vegetales son poco densas. Las plantas que aquí prosperan poseen adaptaciones especiales que les permiten vivir en terrenos secos, muy tóxicos (por su alto contenido en magnesio) y con una elevada luminosidad debida en parte al reflejo de los cristales de dolomía.
Al otro lado del valle vemos pinares de pino resinero. Encontraremos también Sabina Mora, enebro de miera, romero, gayuba, salvia, aulaga, y gran cantidad de gramíneas. Los tomillares dolomíticos son comunidades de plantas adaptadas a las condiciones anteriormente descritas.
Algunas especies son exclusivas (endémicas) de esta zona y este tipo de suelo. Entre ellas destacan los Alfilerillos del Trevenque, la armería, los Alfilerillos de los Alayos y la carquesa de Sierra Nevada, de las que se podrá disfrutar especialmente en primavera.”
Continuando con el descenso tuvimos la suerte de ver un par de Cabras Montesas que, muy curiosas, se dejaron fotografiar. Es fácil verlas entre los riscos y cortados de esta zona de la sierra, y casi siempre en lugares cercanos al agua y protegidas por el matorral que, junto al cauce, es más verde y denso, por lo que hay más posibilidades de encontrar brotes para alimentarse. Sierra Nevada aglutina el mayor número de cabras montesas de todo el mundo, y el canal de la Espartera es uno de los principales puntos de concentración de Capra pyrenaica hispanica de todo el macizo nevadense.
Tras un par de curvas de la zigzagueante pista llegaremos a la ruinas del Cortijo Rosales, antigua finca agrícola que apenas conserva los cimientos. Aun en invierno se puede apreciar porque se llamaba así a este cortijo, ya que en sus inmediaciones hay numerosos rosales silvestres que en primavera florecen intensamente.
Otros cuantos revirajes de pista y cruzaremos por un puente el abundante caudal del Canal de la Espartera que discurre, desde hace casi un siglo, con la misión de llevar el agua del Dílar hasta un gran salto con el que generar electricidad. Una obra realizada por el ingeniero José Morell Cuéllar entre 1918 y 1923, que con el paso de los años se ha naturalizado con su entorno y convertido en paso de fauna y confluencia de numerosas especies, sobre todo aves que encuentran agua, y por tanto, invertebrados y vegetación con los que alimentarse. Este canal recorre siete kilómetros de un territorio poblado de joyas botánicas únicas en el mundo y es paso obligado de fauna y senderistas que se internan en los arenales del Trevenque. El canal, aún en uso, tiene 7.035 metros de largo con 47 puentes. Discurre por una canalización de 1,10 m. de ancho y un metro de profundidad, según los datos recogidos por Manuel Morell, hijo del ingeniero autor del canal
Algo más abajo accederemos a la conocida como Toma del Canal paseando junto a las construcciones allí realizadas al efecto.
El continuo descenso nos lleva ahora hasta el curso del río Dílar, donde encontramos una exuberante vegetación de ribera compuesta por álamos, sauces, zarzas, mimbres, majuelos, rosales silvestres y agracejos. Junto al río llaman la atención piedras de color verde llamadas serpentina que han sido arrastradas desde una cantera abandonada. La serpentina una vez pulida ha sido una roca ornamental muy apreciada en construcciones monumentales a los largo de la historia.
Perdemos el contacto con el río que se precipita barranco abajo, mientras nuestro camino continúa cruzándose primero con la mencionada pista forestal que lleva al collado Chaquetas y posteriormente con el barranco del Búho por una cota inferior a como lo hicimos con anterioridad, es frecuente en este punto el avistamiento de cernícalos. Seguimos el camino ascendente volviendo a pasar por los relieves dolomíticos, con la Boca de la Pescá frente a nosotros, hasta llegar al cortijo Sevilla que se encuentra en las inmediaciones de nuestro punto de partida. El cortijo Sevilla es el cruce de caminos que por diversas rutas descubren los secretos de Sierra Nevada y un punto neurálgico para el conocimiento de la gran cordillera Bética, pero también un lugar donde la fauna silvestre y doméstica encuentra alimento y refugio.
En resumen, una ruta de dificultad media-alta, más que recomendable, muy bien señalizada y llena de interesantes espacios ricos en endemismos de flora y de la típica fauna de Sierra Nevada, todos ellos enclavados en unos parajes de una extraordinaria belleza.
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Scenery
Moderate
Al final me decanté por esta ruta y es una auténtica maravilla de principio a fin.Paisajes de ensueño toda la ruta. Comentar también que me encontré por la pista una barbaridad de procesionaria del pino. Gracias por compartir y documentar estas joyas. Un Saludo, nos vemos por las montañas.
Gracias a ti Narcotic por tus comentarios y valoraciones. Mañana toca Escarihuelas de la Taha de Pitres: Mecina, Fondales, Ferreirola, Capilerilla, Atalbéitar y Mecinilla
Nos vemos.
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Scenery
Moderate
Todo un placer hacerla,transcurre por distintos paisajes y dentro del parque de Sierra Nevada.
Gracias por el aporte
Gracias a ti Jose Pepe Osso por la valoración y el comentario.
Un saludo
En primer lugar, muchas gracias por la buena y detallada información en la descripción.
Segundo, creo que no llegáis al pico del Trevenque (no sé si es que es imposible llegar o no merece la pena...).
Por último, se puede llegar en un turismo normal (bajo, Opel Astra) al aparcamiento junto al Cortijo Sevilla.
Espero me den aclaración. Estoy interesado en esta ruta. Muchas gracias!
Paco Ruiz Utrera, gracias por los comentarios y valoración.
En esta ocasión no subimos al Trevenque, recomendamos el ascenso si estás habituado a terrenos abruptos, las vistas merecen la pena pero el ascenso es duro, algo técnico y dificultoso con arenales que resbalan bastante y alguna que otra trepada algo expuesta.
Este año el camino hasta el Collado Sevilla es bastante accesible para cualquier vehículo, si ves que la última rampa está en malas condiciones puedes aparcar en las inmediaciones, pero creo que no tendrás problema.
Un saludo y disculpa el retraso.
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Easy to follow
Scenery
Difficult
Preciosa ruta circular alrededor del Trevenque con maravillosas vistas a Sierra Nevada
MAPalanco, gracias por tus comentarios y valoración. Un saludo