PR Barranco de las Morcillas

Esta mañana de viernes, por fin ha llegado el momento de hacer el barranco de las Morcillas, he estado esperando al otoño, para ver en todo su esplendor los maravillosos colores de este increible enclave de la sierra de los Filabres, concretamente en la cara norte del Calar Alto.
La ruta comienza en la encrucijada de caminos del Collado del Conde a 1870 metros, este se encuentra en la carretera de Calar Alto a Serón, a unos 4 Km una vez pasado el cruce para subir a Calar Alto que no debemos tomar, sino seguir la carretera hacia Serón. No tiene perdida, se cruzan varias carreteras y hay un monolito de piedra.
Una vez aparcado se sigue el camino hacia el arroyo Berruga y a unos 4,6 Km y con un monolito de piedra que pone Umbria de las Morcillas, se coge una pista forestal que baja con bastante desnivel hacia el barranco de las Morcillas, cuando la pista se acaba hay que ir campo a través siempre buscando el fondo del barranco y un cortijo abandonado que hay antes de llegar al lecho del arroyo.
El siguiente tramo ya sin desnivel nos lleva en un precioso paseo por el barranco de las Morcillas y su exuberante vegetación de ribera con frutales asilvestrados y un entorno todo verde por lo húmedo de la zona, ya que el arroyo lleva agua todo el año.
Tras el paseo subimos hasta la abandonada aldea de las Morcillas, y deshacemos el camino por el barranco pero por la parte alta, a media ladera, pasando por antiguas veredas que comunicaban entre si los distintos cortijos, llegando en pocos minutos al mismo sitio donde llegamos al barranco.
Durante el recorrido he visto un jabalí y varias cabras montesas.
Ahora he decidido alargar un poco el camino y de paso evitar la brusca subida a la aldea de los Carrascos, por lo que tomo la pista forestal que sube desde el barranco y que tras unos 3 Km me deja bajo los Carrascos, desciendo por pista para visitarlo y vuelvo al camino forestal que continua hasta pasar por el Cortijo El Conde y en unos metros nos lleva de vuelta al inicio en el Collado del Conde.
Ha sido una ruta preciosa, espectacular y sencilla, sorprende las aldeas abandonadas e imaginar lo durísima que debió de ser la vida en ellas a principios del siglo pasado sin electricidad, agua, y con un clima extremo con muchos meses de nieve. Una vida de agricultores y ganaderos de subsistencia. Es imprescindible llevar un track o un buen mapa y nociones de orientación, ya que no está señalizada, pero tampoco es tan difícil. Te la recomiendo no te la puedes perder, es una ruta que sorprende.