233. PR-BU-30 Sendero del Monte Hijedo (sólo circular)

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 38 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 302 metros (superior al que estima Wikiloc).

PREÁMBULO

La DANA ‘Dunia’ (nombre inventado, igual de ‘guay’ que los que asigna la AEMET) estaba barriendo la Península Ibérica. El día anterior había dejado fuertes precipitaciones en lugares no lejanos de la ruta. Y seguía activa.

Además, nos visitaba tres días un amigo de allende los mares a quien no veíamos desde hacía años. Venía con ganas de marcha; con envidia de rutas. ¡Cómo una ‘simple’ DANA iba a frenar nuestro anhelo de naturaleza!

Es verdad que ayer tuvimos que refrenarnos. Llovía intermitentemente. En los museos, catedrales y castillos, no; y allí nos llenamos de cultura. Pero hoy y mañana eran irrenunciables al aire libre. ¡Como fuera!

Quería (el amigo) hacer una ruta de bosque frondoso y otra de peñascos a cielo abierto. Una intimista y otra panorámica. Sin grandes exigencias técnicas en longitud y desnivel. Había que ponerle el ‘anzuelo’; para que volviera….

Por razones prácticas sin interés general, hoy sería la de bosque. Elegimos la senda de Monte Hijedo. Mañana, por Peña Amaya. Una versión algo resumida de ambas, pero concentrada en sus mejores esencias.

La DANA iría amainando, pero para hoy aún había pronósticos de lluvia en la zona. Más bien por la tarde. Para entonces ya habríamos terminado. Estaríamos en algún restaurante próximo, agradeciendo el regalo de la ruta.

El problema, sin embargo, podría no ser sólo la lluvia que viniera de arriba. Posiblemente lo fuera también la de abajo: el agua acumulada en la hierba y las plantas en los días anteriores, más el embarrado de los senderos.

Nuestro visitante no venía preparado para esto (y nosotros habíamos estado huyendo de lluvia y barro hasta ahora). Así que era una incógnita lo que nos sucedería cuando llegáramos y nuestra capacidad de adaptación.

Pero había que hacerlo. Sería una experiencia nueva. Para aprender. Para crecer frente a las dificultades. …Para crecer… o para hundirnos…. Cuando el barro nos llegase a la rodilla, daríamos marcha atrás….

LA RUTA

Sobre el diseño original del Sendero de Monte Hijedo (PR-BU-30; ej., https://senderosdelasmerindades.es/track/pr-bu-30-sendero-del-monte-hijedo/), hicimos dos modificaciones, manteniendo, no obstante, todo su desarrollo circular:

• Excluimos el brazo lineal de ida y vuelta (2+2 km en total), al inicio y al final.
• Extendimos la parte final por las praderas y los roquedos entre los km 8,8 y 10,2.

Se puede aparcar bien al lado de la pista (asfaltada) 900 m antes del parking ‘oficial’. De este modo, sólo hemos de recorrer 100 metros repetitivos de ida y vuelta (inicio y final).

La ruta tiene muy fácil descripción:

Tras medio km por camino abierto, entramos en el sendero de un tupido bosque. Apenas nos saldremos de él hasta cerca del final, exceptuando un claro en torno a la cabaña del Monte Hijedo (entre el km 4 y el 4,4).

Lo demás es una suave ‘montaña de toboganes’ que te va meciendo con levedad. Así hasta la parte más baja del valle (km 6,6), donde confluyen varios arroyos.

Desde ese punto, iremos ascendiendo de modo casi imperceptible a la vera del arroyo Hijedo durante dos km, en lo más bonito del trayecto (sin que el resto lo sea menos).

En el km 8,5 salimos a las praderas de La Cernolica, de hierba y plantas rastreras. Podemos ahí seguir el camino hasta el final. O bien, podemos introducirnos en las praderas y luego desviarnos hacia los roquedos en su borde norte.

Hicimos esto último en el km 8,8. Evitamos así repetir un tramo (700 m) de la ida. Pero, sobre todo, nos acercamos a disfrutar de las formas y colores de los roquedales desde abajo; y también de las perspectivas desde arriba.

Desde allí nos quedan 100 metros hasta el final en el aparcamiento. Aprovechamiento pleno.

Posibles Dificultades:

Es una de las rutas más fáciles y cómodas que hayamos hecho. Apenas se nota el desnivel, gracias a las sendas mantenidas en muy buen estado (incluso tras las lluvias). Asimismo, las señales para orientarse son abundantes. Es apta para prácticamente todos los públicos.

DESTACADO

La ruta se desarrolla mayormente a través de un bosque. Pero también tiene praderas herbosas y arbustivas, y lomas rocosas que proporcionan panorámicas. No falta, incluso una pequeña parte cultural, con la ‘Cabaña de Monte Hijedo’.

Es una ruta muy variada. Lo único ‘malo’ es que es ‘corta’…. Claro, que esto tiene fácil solución: puedes repetirla (en sentido inverso); o puedes aventurarte a extenderla por tu cuenta (ya sin el apoyo de la señalización externa).

(1) El Bosque:

El Monte Hijedo se tiende entre el norte de la provincia de Burgos y el sur de Cantabria. Está principalmente cubierto por un bosque mixto de roble albar, con hayas, pinos, tejos, alisos, abedules, avellanos, acebos, e incluso cornejos y arándanos.

De todas las especies mencionadas pudimos observar ejemplares fácilmente, excepto los arándanos. No obstante, para ‘compensar’, sí vimos algún endrino (y probamos su fruto: 🙂; de color y forma—pero no sabor—parecidos al arándano).

Llaman especialmente la atención los tejos, en diferentes puntos de la ruta, aunque en unidades escasas. Con su aspecto añoso, oscuro y nervudo, asentados sobre rocas, parecen talmente los ‘Ents’ fantasmagóricos de ‘El Señor de los Anillos’.

La especie más abundante, de largo, es el roble. Se dice que Monte Hijedo es uno de los (tres) robledales más importantes de España (los tres, en la Cornisa Cantábrica), teniendo en cuenta su extensión, conservación, flora y fauna.

Datos objetivos (que cuantifiquen lo anterior) aparte, lo cierto es que, subjetivamente, es un bosque envolvente. Pero no agobia. Acoge y siempre te ofrece un sendero holgado. Es una delicia transitar por él.

(2) La Cabaña del Monte Hijedo:

Después de varios km de paseo por el bosque, llegamos a un claro donde se ubica la denominada Cabaña de Monte Hijedo; justo en lo más alto de la ruta (km 4,3).

La ‘cabaña’ es, en realidad un palacete montañés levantado a principios del siglo XIX (si bien el lugar ya aparece citado en un documento del año 1755). Además de la vivienda, el conjunto se completa con una granja, una ermita y un amplio patio.

Tiene aspecto bucólico. Es, no obstante, propiedad particular y está cercada. Un perro guardián saldrá a mostrarte su territorio. El ‘nuestro’ se acercó tranquilo, sin aspavientos, pero con indiscutible autoridad (‘puedes mirar, pero no pasar…’, dijo, a su modo).

(3) El Valle y el Arroyo:

Continuando por el dilatado bosque, desde la cabaña descendemos al valle por un sendero de fantasía vegetal. Las hayas adquieren entonces más presencia.

En el valle confluyen varios arroyos. Son de escasa entidad, excepto el arroyo Hijedo. Este tiene hasta un puente para vadearlo; curvado, de madera, con barandillas; para foto.

Del valle ascendemos pausadamente, siempre a la vera del arroyo. Es ésta una travesía realmente preciosa; más aun, si cabe, que todo lo anterior (que ya es decir…).

Seguiremos encontrando una gran diversidad arbórea. También tejos. Resulta enternecedor ver algunos ‘pequeñajos’, con aspecto de bebés (al lado de los grandes), protegidos con mallas alrededor. Tienen 200 millones de años… (sus antepasados).

(4) Las Praderas:

Nos abrimos finalmente a las praderas de La Cernolica. Ocupan un espacio relativamente pequeño del conjunto. Pero su desahogo de vegetación arbórea da profundidad y perspectiva al paisaje; lo expansiona en la percepción del observador.

Destaca en ellas la presencia abundante de floridas plantas rastreras. Brezo y árgoma a veces crean nichos propios y otras se amanceban sin recato. Aportan gran vistosidad cromática: más, el brezo multicolor; la árgoma, con su verde y amarillo.

En el borde superior, al norte de las praderas, se despliega una hilera de roquedos. En posición estratégica y protectora. Exhiben formas diversas y también algunas manchas de vivas tonalidades gualda y ambarina: Parecen líquenes.

Es imposible sustraerse a la atracción de esa parte. Te arrastra hacia su extrovertido, abierto interior, fuera del camino.

ANÉCDOTA

De la DANA (*), NADA. (* Depresión Aislada en Niveles Altos)

(Eso, allí. Mientras tanto, en otros lugares, ‘la-muy’ causó serios daños esos días; 3-4 de Septiembre).

Íbamos de camino hacia el lugar de la ruta con reservas mentales: sobre el estado del terreno por las lluvias recientes, y también acerca de si podrían caer, intensas, durante la propia caminata.

El cielo plomizo amenazaba, pero se contuvo sin precipitaciones hasta que llegábamos a Cilleruelo de Bezana (aún bajo techo rodante); a 14 km del inicio de la ruta. Allí empezó a descargar. Habíamos rasgado y sobrepasado una cortina.

–“Se pone feo…”. –“Yo sigo”. –“Seguimos”. –“En peores nos hemos visto…”.

Los 14 km (18 minutos estimados) se alargaron varios más porque el desvío a Higón estaba cortado. ‘¿Mal presagio ya antes de empezar?’….

Pues no. Esos km/minutos adicionales sirvieron para que el cielo se calmase. Cuando llegamos al punto de inicio, el de arriba se quedó amojamado y se abrieron claros. (O se apiadó de nosotros). ‘¿Milagroso?’.

Durante las restantes tres horas de marcha, ni una gota hubo. Algún tímido rayo de sol se atrevió a mostrarse por entre un cielo lechoso. No molestaba (ni ayudaba; ni falta que hacía dentro del bosque). Ideal.

En el suelo de los senderos no atenazaba el temido barro. Parecían casi secos. …--"¿Tal vez cuando lleguemos a la zona más baja y húmeda…?". Tampoco. Buen firme; buen drenaje.

Nos acercábamos al final de la ruta. Todo seguía en orden. –“¡Qué suerte!”.

12:45 h, en el aparcamiento. –“Tenemos tiempo para acercarnos hasta el embalse del Ebro y dar un paseo por allí, antes de buscar un restaurante…”. –“¡Qué más se puede pedir!”.

Nada más montar en el coche, de camino hacia Arija, primeras gotas en el cristal. Tuvimos tiempo de localizar el restaurante, pero ya no lo hubo para el paseo.

Luego, de vuelta a casa, los limpiaparabrisas echaban humo.

Así fue. ¿Casual o ‘intencionado’? Con inicio y final cronometrado: Por ‘SU parte’…. (A ‘quien’ corresponda).