PR-MU 110 Senda de Bolvonegro (Moratalla)
near El Cobo, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Aún desconocido para muchos, el Estrecho de Bolvonegro es uno de los parajes más atractivamente singulares que podemos encontrar en la Región de Murcia.
Se trata de un cañón formado a partir de la unión de los ríos Benamor y Alhárabe, dando inicio al río Moratalla, que desembocará en el Segura unos cuantos kilómetros más adelante, a pocos metros del Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza, en Calasparra.
Los dos primeros kilómetros de este río son este bonito cañón de roca caliza.
El PR comienza en la Carretera del Batán, a las espaldas del paraje de El Cobo, cerca de la carretera de Moratalla - Calasparra. El primer hito es la visión de la muerte del río Benamor (más bien resurrección), en su junta con el Alhárabe. Al frente destaca Los Molinicos, un pequeño cerro que conserva los restos de un poblado íbero, tal como explica un panel informativo. En unos minutos estaremos visitando el yacimiento.
Pero antes debemos cruzar el Benamor, de humilde caudal, por una pasarela de madera. Aquí otro panel nos habla de geología y de curiosos fósiles, de que tenemos un ejemplar junto a dicho panel.
Avanzamos tras el Benamor y subimos al cerro para visitar el poblado íbero, bastante interesante, la verdad.
De regreso al camino, nos dirigimos a una finca: La Traviesa. Antaño fue un molino, hoy se dedican a la miel. Aquí tomamos contacto con el río Alhárabe, más alegre que su prometido, el Benamor, con quien se unirá en escasos metros.
Damos inicio así al sendero como tal del Estrecho de Bolvonegro. Empieza el espectáculo.
Aunque la ruta está señalizada con marcas de PR pintadas en el suelo, algunas están ya semiborradas, pero no importa, el tránsito es evidente, y aunque hay veces que encontramos pasos más o menoa cercanos al cauce, todos acaban llevando al mismo destino.
Los rincones que descubrimos a cada paso son dignos de que caminemos con tranquilidad, disfrutando del sonido del agua (aunque hoy llevaba menos que en anteriores excursiones), de la belleza del entorno.
Lo único que desentona, pero de un modo sobrecogedor, es la presencia inexplicable de un coche accidentado en el otro lado del río. No he logrado averiguar lo sucedido, aunque parece que fue arrastrado por la propia crecida del agua. De ser así, debió caer una buena tromba de agua. Lleva al menos desde octubre de 2022, y por las cuerdas rotas que hemos visto, se intentó retirar sin éxito. Esperemos que pueda ser sacado de allí, no hay escena más lamentable en semejante lugar.
Caminar por aquí se hace muy entretenido, ya que vas alternando tramos diáfanos con sendas estrechas y cerradas, subiendo y bajando escalones, virando continuamente, siempre muy cerca del agua.
El último tercio de la ruta el cañón se eleva sobre el lecho de agua. La ida me he salido del sendero oficial para ir más cerca del precipicio. Mala idea, porque aunque el suelo es adherente y no hay pasos técnicos, muchas veces son cornisas voladas, y a una altura que nos dejaría muy maltrechos en caso de caída. Mejor no arriesgar e ir por el sendero oficial y seguro. Además, tampoco se gana en vistas, así que no vale la pena.
Llegamos finalmente a la pasarela de madera que cruza el cañón justo antes de un imponente salto de agua. La distancia entre ambas márgenes es de un metro escaso. Tenemos ante nosotros un lugar impresionante, una garganta estrechísima, larga y profunda, como una cuchillada que hubiera abierto una herida de muerte en la roca.
El sendero oficial acaba en esta pasarela, pero aún podemos caminar con cuidado unos metros más y llegar al final del Estrecho de Bolvonegro, que finaliza abruptamente en una pared vertical y a bastantes metros de altura. Hay una suerte de pozo, un agujero que, desde nuestra altura, cae vertical hasta abajo, y cuya función desconozco. Personalmente no me he asomado, ya que el acceso es estrecho y la caída sería fatal.
Sin duda, una ruta de las que dejan huella en el recuerdo. En mi caso tanta que ya es la cuarta vez que la repito. El regreso lo hacemos volviendo sobre nuestros pasos, disfrutando del espectáculo en sentido inverso.
Se trata de un cañón formado a partir de la unión de los ríos Benamor y Alhárabe, dando inicio al río Moratalla, que desembocará en el Segura unos cuantos kilómetros más adelante, a pocos metros del Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza, en Calasparra.
Los dos primeros kilómetros de este río son este bonito cañón de roca caliza.
El PR comienza en la Carretera del Batán, a las espaldas del paraje de El Cobo, cerca de la carretera de Moratalla - Calasparra. El primer hito es la visión de la muerte del río Benamor (más bien resurrección), en su junta con el Alhárabe. Al frente destaca Los Molinicos, un pequeño cerro que conserva los restos de un poblado íbero, tal como explica un panel informativo. En unos minutos estaremos visitando el yacimiento.
Pero antes debemos cruzar el Benamor, de humilde caudal, por una pasarela de madera. Aquí otro panel nos habla de geología y de curiosos fósiles, de que tenemos un ejemplar junto a dicho panel.
Avanzamos tras el Benamor y subimos al cerro para visitar el poblado íbero, bastante interesante, la verdad.
De regreso al camino, nos dirigimos a una finca: La Traviesa. Antaño fue un molino, hoy se dedican a la miel. Aquí tomamos contacto con el río Alhárabe, más alegre que su prometido, el Benamor, con quien se unirá en escasos metros.
Damos inicio así al sendero como tal del Estrecho de Bolvonegro. Empieza el espectáculo.
Aunque la ruta está señalizada con marcas de PR pintadas en el suelo, algunas están ya semiborradas, pero no importa, el tránsito es evidente, y aunque hay veces que encontramos pasos más o menoa cercanos al cauce, todos acaban llevando al mismo destino.
Los rincones que descubrimos a cada paso son dignos de que caminemos con tranquilidad, disfrutando del sonido del agua (aunque hoy llevaba menos que en anteriores excursiones), de la belleza del entorno.
Lo único que desentona, pero de un modo sobrecogedor, es la presencia inexplicable de un coche accidentado en el otro lado del río. No he logrado averiguar lo sucedido, aunque parece que fue arrastrado por la propia crecida del agua. De ser así, debió caer una buena tromba de agua. Lleva al menos desde octubre de 2022, y por las cuerdas rotas que hemos visto, se intentó retirar sin éxito. Esperemos que pueda ser sacado de allí, no hay escena más lamentable en semejante lugar.
Caminar por aquí se hace muy entretenido, ya que vas alternando tramos diáfanos con sendas estrechas y cerradas, subiendo y bajando escalones, virando continuamente, siempre muy cerca del agua.
El último tercio de la ruta el cañón se eleva sobre el lecho de agua. La ida me he salido del sendero oficial para ir más cerca del precipicio. Mala idea, porque aunque el suelo es adherente y no hay pasos técnicos, muchas veces son cornisas voladas, y a una altura que nos dejaría muy maltrechos en caso de caída. Mejor no arriesgar e ir por el sendero oficial y seguro. Además, tampoco se gana en vistas, así que no vale la pena.
Llegamos finalmente a la pasarela de madera que cruza el cañón justo antes de un imponente salto de agua. La distancia entre ambas márgenes es de un metro escaso. Tenemos ante nosotros un lugar impresionante, una garganta estrechísima, larga y profunda, como una cuchillada que hubiera abierto una herida de muerte en la roca.
El sendero oficial acaba en esta pasarela, pero aún podemos caminar con cuidado unos metros más y llegar al final del Estrecho de Bolvonegro, que finaliza abruptamente en una pared vertical y a bastantes metros de altura. Hay una suerte de pozo, un agujero que, desde nuestra altura, cae vertical hasta abajo, y cuya función desconozco. Personalmente no me he asomado, ya que el acceso es estrecho y la caída sería fatal.
Sin duda, una ruta de las que dejan huella en el recuerdo. En mi caso tanta que ya es la cuarta vez que la repito. El regreso lo hacemos volviendo sobre nuestros pasos, disfrutando del espectáculo en sentido inverso.
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