PR-MU 117 Sendero Cuesta de Gos - Los Mayorales (Águilas)
near Pinilla, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
¡IMPORTANTE: NO REALIZAR ESTA RUTA SI HA LLOVIDO O SI HAY PREVISIÓN DE LLUVIAS!
Le tenía ganas a este PR desde que supe de su existencia, casi por casualidad, y es un recorrido muy interesante… y muy divertido.
Desde la Ermita de la Cuesta de Gos, con la presencia en efigie de Paco Rabal, nacido en este inhóspito caserío, cruzamos la carretera para bajar a la Rambla Cuesta de Gos, que seguimos a la izquierda durante unos centenares de metros, pasando junto a varias casas muy representativas de estos territorios, con aljibes, olivos, higueras, algarrobos, piteras y alcivaras, paleras, etc.
Dejaremos esta rambla en el primer desvío que nos surge de la izquierda, entrando en la desembocadura de un ramblizo. Veremos a la izquierda una caseta y una especie de depósito de agua. Sirva esto como referencia, ya que yo no vi aquí señal de desvío y hasta unos metros más adelante no encontré pintura de PR (el resto de la ruta está impecablemente balizado).
De la anchura de la rambla principal hemos pasado a un cauce más humilde, pero también más agradecido de caminar. Baladres, higueras, tarais, tomillo, romero y otras mil aromáticas enriquecerán nuestra ruta si venimos en la época adecuada.
Pasaremos hasta tres veces bajo la carretera RM-D13, que va desde la autovía Lorca-Águilas hasta el enlace con El Garrobillo y Calabardina. El tránsito es muy cómodo, aunque a veces se hace algo fatigoso caminar por ese suelo de piedrecilla en el que se hunden los pies.
Tendremos que salvar varios pequeños saltos del cauce del ramblizo, lo que harán más divertido el paseo. Hay que utilizar las manos, pero siempre sobre roca firme, adherente y con buenos apoyos, de modo que no nos supondrá ningún problema. Es más, si lleváis niños les puede servir de aliciente.
Sólo hay un punto en el que hay que llevar especial cuidado, sobre todo de bajar, y es cuando se sale del ramblizo por la izquierda a una corta pero muy empinada cuesta de piedra suelta (a la vuelta bajé dicha cuesta sentado, para evitar patinazos). Cuando nos reincorporemos al cauce, poco más adelante, veremos la pared de varios metros que hemos salvado.
Aún tendremos que poner a prueba nuestra destreza dos o tres veces más, siempre sin complicaciones, hasta que la pintura blanquiamarilla nos desvía a la derecha junto a unos almendros hasta un viejo aljibe, desde donde nos saca a la carretera subiendo la loma de la izquierda, también sin dificultad.
Ahora toca caminar tranquilamente por asfalto. Id atentos, ya que es una carretera llena de curvas y muy estrecha. Está muy poco transitada por coches y mucho por motocicletas y ciclistas.
En el Collado Franco veremos un poste que nos indica la conexión con el PR-MU 112 (a un par de kilómetros de aquí), y sobre todo lo que nos interesa hoy: la pista de tierra que nos llevará al Alto de Los Mayorales, fin de ruta y una estupenda atalaya para regocijarse con las vistas.
En menos de kilómetro y medio alcanzamos la cumbre y damos vistas al mar, a la costa lorquina y a la de Águilas. Destaca el Cocón de Cope, esa mole que se mete en el agua y a la que tengo pendiente subir para visitar su vértice geodésico.
El panorama hacia el interior no es menos imponente: las montañas, en apariencia alomadas y suaves, surcadas por mil sendas y caminos, casi carentes de arbolado y alfombradas de arbustos, presentan una imagen casi hipnótica a quien observa con buena disposición.
Las antenas de la cumbre enturbian un tanto el romanticismo, pero qué le vamos a hacer, nada es perfecto.
Tras la recreación visual y emocional es hora de volver, y para ello desandaremos nuestros pasos, descubriendo perspectivas distintas y tardando menos para el regreso, pues casi todas las fotos y paradas ya las hicimos a la ida.
Le tenía ganas a este PR desde que supe de su existencia, casi por casualidad, y es un recorrido muy interesante… y muy divertido.
Desde la Ermita de la Cuesta de Gos, con la presencia en efigie de Paco Rabal, nacido en este inhóspito caserío, cruzamos la carretera para bajar a la Rambla Cuesta de Gos, que seguimos a la izquierda durante unos centenares de metros, pasando junto a varias casas muy representativas de estos territorios, con aljibes, olivos, higueras, algarrobos, piteras y alcivaras, paleras, etc.
Dejaremos esta rambla en el primer desvío que nos surge de la izquierda, entrando en la desembocadura de un ramblizo. Veremos a la izquierda una caseta y una especie de depósito de agua. Sirva esto como referencia, ya que yo no vi aquí señal de desvío y hasta unos metros más adelante no encontré pintura de PR (el resto de la ruta está impecablemente balizado).
De la anchura de la rambla principal hemos pasado a un cauce más humilde, pero también más agradecido de caminar. Baladres, higueras, tarais, tomillo, romero y otras mil aromáticas enriquecerán nuestra ruta si venimos en la época adecuada.
Pasaremos hasta tres veces bajo la carretera RM-D13, que va desde la autovía Lorca-Águilas hasta el enlace con El Garrobillo y Calabardina. El tránsito es muy cómodo, aunque a veces se hace algo fatigoso caminar por ese suelo de piedrecilla en el que se hunden los pies.
Tendremos que salvar varios pequeños saltos del cauce del ramblizo, lo que harán más divertido el paseo. Hay que utilizar las manos, pero siempre sobre roca firme, adherente y con buenos apoyos, de modo que no nos supondrá ningún problema. Es más, si lleváis niños les puede servir de aliciente.
Sólo hay un punto en el que hay que llevar especial cuidado, sobre todo de bajar, y es cuando se sale del ramblizo por la izquierda a una corta pero muy empinada cuesta de piedra suelta (a la vuelta bajé dicha cuesta sentado, para evitar patinazos). Cuando nos reincorporemos al cauce, poco más adelante, veremos la pared de varios metros que hemos salvado.
Aún tendremos que poner a prueba nuestra destreza dos o tres veces más, siempre sin complicaciones, hasta que la pintura blanquiamarilla nos desvía a la derecha junto a unos almendros hasta un viejo aljibe, desde donde nos saca a la carretera subiendo la loma de la izquierda, también sin dificultad.
Ahora toca caminar tranquilamente por asfalto. Id atentos, ya que es una carretera llena de curvas y muy estrecha. Está muy poco transitada por coches y mucho por motocicletas y ciclistas.
En el Collado Franco veremos un poste que nos indica la conexión con el PR-MU 112 (a un par de kilómetros de aquí), y sobre todo lo que nos interesa hoy: la pista de tierra que nos llevará al Alto de Los Mayorales, fin de ruta y una estupenda atalaya para regocijarse con las vistas.
En menos de kilómetro y medio alcanzamos la cumbre y damos vistas al mar, a la costa lorquina y a la de Águilas. Destaca el Cocón de Cope, esa mole que se mete en el agua y a la que tengo pendiente subir para visitar su vértice geodésico.
El panorama hacia el interior no es menos imponente: las montañas, en apariencia alomadas y suaves, surcadas por mil sendas y caminos, casi carentes de arbolado y alfombradas de arbustos, presentan una imagen casi hipnótica a quien observa con buena disposición.
Las antenas de la cumbre enturbian un tanto el romanticismo, pero qué le vamos a hacer, nada es perfecto.
Tras la recreación visual y emocional es hora de volver, y para ello desandaremos nuestros pasos, descubriendo perspectivas distintas y tardando menos para el regreso, pues casi todas las fotos y paradas ya las hicimos a la ida.
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