PR-MU 133 Sendero de Peñas Blancas (Cartagena)
near Perín, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Hay lugares que no se pueden describir. Bueno, en realidad no es tanto el lugar como el momento. Aunque seguramente tampoco es sólo el momento. Debe tratarse de la combinación de estar estar en el sitio correcto en el momento oportuno.
Lo sé, es un tópico bastante manido, pero es que los tópicos lo son por definición, y no por ello dejan de ser menos ciertos.
El caso es que he subido a Peñas Blancas en un día perfecto climatológicamente hablando, y con la mejor de las disposiciones.
Hace pocos días supe de la reciente creación del PR-MU 133 Sendero de Peñas Blancas. Aquí sólo subí una vez, en 2013, y utilizando el (hoy deshomologado) PR-MU 6. Así que ya tenía plan para el sábado por la mañana.
Conduzco hasta la Venta El Huevo, donde aparco y camino unos metros hasta el primer camino que baja a la derecha, donde encuentro el primer poste indicador del PR. Según tengo entendido la ruta se iniciará un poco más adelante por la carretera, el un ensanche para la parada de autobús.
Este camino baja entre almendros y cruza un ramblizo para subir a unas casas de huerta y el esqueleto de otra. Pasamos entre dos aljibes donde otro poste nos saca del camino para meternos por sendero a salir a otra casa, donde giramos a la derecha por camino.
Comenzamos a remontar el Barranco de la Víbora, que quedará a nuestra derecha. A nuestra izquierda una loma rematada de roca nos da sombra, y cuando miramos atrás las vistas del valle hacia Cartagena son soberbias.
Dejamos un desvío que a la derecha conduce a la galería de la Poza Colón (a la vuelta me aproximaré) y el sendero va aumentando la pendiente, que llega a ser considerable, pero siempre con buen firme, más allá de las piedras sueltas propias de cualquier montaña.
Como este tramo no da muchas treguas, muy pronto hemos alcanzado el collado desde donde visualizamos el mar por primera vez. En este punto la ruta se hace circular, y el poste señala seguir de frente, hacia los acopios de rocas que indican que estamos en zona minera. Son las Minas de Colón, de las que veremos varias bocas en los próximos minutos.
Las complicaciones físicas han terminado, desde el collado empezamos a recorrer un sendero de mampostería que bordea la falda de la montaña sin desnivel. Es un trecho en el que recrearse, las vistas son impresionantes, tanto de la costa, con Cabo Tiñoso al frente, como de los barrancos que tenemos a nuestra izquierda y del Campo de Cartagena en este sector oeste del municipio.
Quien lleve linterna y no tenga claustrofobia podrá adentrarse con precaución a las galerías horizontales que vamos encontrando a nuestro paso. A mí los espacios cerrados me dan apuro, así que me conformo con asomarme y seguir mi camino.
A la entrada de una de estas bocas el sendero se desdibuja y se sumerge en el espartal, ascendiendo hasta una cata que queda a la izquierda y a la que nos podemos asomar con mucho cuidado. La senda vira a la derecha, y hasta que no esté completamente balizada (de momento sólo hay varios postes direccionales) hay que tirar de GPS y de intuición.
Así nos topamos con un gran mojón cónico que hace las veces de replaceta, y la ruta propone desviarse a la izquierda para recorrer la planicie. El sendero está pisado y se sigue sin pérdida, pero habrá que ir muy atentos porque hay varios pozos abiertos, que aunque son visibles, requieren que prestemos toda nuestra atención, máxime si vamos con niños, perros o gente dada al despiste.
El extremo oeste de Peñas Blancas ofrece otra panorámica que deja sin palabras. Imprescindible traer unos buenos prismáticos, porque desde aquí se alcanza a ver La Sagra y hasta Sierra Nevada. Eso sin mencionar la Bahía de Mazarrón, que se ofrece a nosotros con toda su majestad.
Desandamos este trozo hasta el mojón cónico, donde giraremos a la izquierda enfilando al pico. En su base, un humilde y recoleto refugio nos permitirá descansar. Tres camastros hay disponibles, y las vistas son de infarto.
A sus espaldas queda en alto el vértice geodésico que marca el punto de mayor altitud de Cartagena: Peñas Blancas, a 625 msnm. La pared blanca que da nombre a esta sierra deja sin aliento. La Rambla del Cañar, allá al fondo, invita a ser recorrida (PR-MU 7). Todo lo que se ve desde aquí es hermoso. Incluso lo que no lo es se percibe con la belleza que otorgan las alturas.
Insisto: no os dejéis los prismáticos en el coche.
Volvemos al refugio, y de ahí tomamos un sendero a la izquierda entre jaras, esparto, aliagas y palmitos. Las vistas siguen siendo maravillosas.
Cerramos el círculo cuando la senda nos deja en el collado. Desde aquí bajamos por el sendero por el que subimos, pero ahora tenemos de frente todo el Barranco de la Víbora, de exuberante belleza.
Me desvío a la izquierda al llegar al camino que indica la galería Poza Colón hasta que llego a su altura, pero sin cruzar el barranco, ya que el terreno no se ve cómodo y de todos modos no voy a entrar.
Regreso a sendero horizontal entre almendros en flor, hierba verde brillante y vinagrillo que amarillea el paisaje. Estamos en enero y parece primavera, algo estamos haciendo mal.
Una ruta muy, muy, muy recomendable. Y le quedo corto. Hay que venir y hacerla, preferiblemente un día de sol. No os defraudará.
Lo sé, es un tópico bastante manido, pero es que los tópicos lo son por definición, y no por ello dejan de ser menos ciertos.
El caso es que he subido a Peñas Blancas en un día perfecto climatológicamente hablando, y con la mejor de las disposiciones.
Hace pocos días supe de la reciente creación del PR-MU 133 Sendero de Peñas Blancas. Aquí sólo subí una vez, en 2013, y utilizando el (hoy deshomologado) PR-MU 6. Así que ya tenía plan para el sábado por la mañana.
Conduzco hasta la Venta El Huevo, donde aparco y camino unos metros hasta el primer camino que baja a la derecha, donde encuentro el primer poste indicador del PR. Según tengo entendido la ruta se iniciará un poco más adelante por la carretera, el un ensanche para la parada de autobús.
Este camino baja entre almendros y cruza un ramblizo para subir a unas casas de huerta y el esqueleto de otra. Pasamos entre dos aljibes donde otro poste nos saca del camino para meternos por sendero a salir a otra casa, donde giramos a la derecha por camino.
Comenzamos a remontar el Barranco de la Víbora, que quedará a nuestra derecha. A nuestra izquierda una loma rematada de roca nos da sombra, y cuando miramos atrás las vistas del valle hacia Cartagena son soberbias.
Dejamos un desvío que a la derecha conduce a la galería de la Poza Colón (a la vuelta me aproximaré) y el sendero va aumentando la pendiente, que llega a ser considerable, pero siempre con buen firme, más allá de las piedras sueltas propias de cualquier montaña.
Como este tramo no da muchas treguas, muy pronto hemos alcanzado el collado desde donde visualizamos el mar por primera vez. En este punto la ruta se hace circular, y el poste señala seguir de frente, hacia los acopios de rocas que indican que estamos en zona minera. Son las Minas de Colón, de las que veremos varias bocas en los próximos minutos.
Las complicaciones físicas han terminado, desde el collado empezamos a recorrer un sendero de mampostería que bordea la falda de la montaña sin desnivel. Es un trecho en el que recrearse, las vistas son impresionantes, tanto de la costa, con Cabo Tiñoso al frente, como de los barrancos que tenemos a nuestra izquierda y del Campo de Cartagena en este sector oeste del municipio.
Quien lleve linterna y no tenga claustrofobia podrá adentrarse con precaución a las galerías horizontales que vamos encontrando a nuestro paso. A mí los espacios cerrados me dan apuro, así que me conformo con asomarme y seguir mi camino.
A la entrada de una de estas bocas el sendero se desdibuja y se sumerge en el espartal, ascendiendo hasta una cata que queda a la izquierda y a la que nos podemos asomar con mucho cuidado. La senda vira a la derecha, y hasta que no esté completamente balizada (de momento sólo hay varios postes direccionales) hay que tirar de GPS y de intuición.
Así nos topamos con un gran mojón cónico que hace las veces de replaceta, y la ruta propone desviarse a la izquierda para recorrer la planicie. El sendero está pisado y se sigue sin pérdida, pero habrá que ir muy atentos porque hay varios pozos abiertos, que aunque son visibles, requieren que prestemos toda nuestra atención, máxime si vamos con niños, perros o gente dada al despiste.
El extremo oeste de Peñas Blancas ofrece otra panorámica que deja sin palabras. Imprescindible traer unos buenos prismáticos, porque desde aquí se alcanza a ver La Sagra y hasta Sierra Nevada. Eso sin mencionar la Bahía de Mazarrón, que se ofrece a nosotros con toda su majestad.
Desandamos este trozo hasta el mojón cónico, donde giraremos a la izquierda enfilando al pico. En su base, un humilde y recoleto refugio nos permitirá descansar. Tres camastros hay disponibles, y las vistas son de infarto.
A sus espaldas queda en alto el vértice geodésico que marca el punto de mayor altitud de Cartagena: Peñas Blancas, a 625 msnm. La pared blanca que da nombre a esta sierra deja sin aliento. La Rambla del Cañar, allá al fondo, invita a ser recorrida (PR-MU 7). Todo lo que se ve desde aquí es hermoso. Incluso lo que no lo es se percibe con la belleza que otorgan las alturas.
Insisto: no os dejéis los prismáticos en el coche.
Volvemos al refugio, y de ahí tomamos un sendero a la izquierda entre jaras, esparto, aliagas y palmitos. Las vistas siguen siendo maravillosas.
Cerramos el círculo cuando la senda nos deja en el collado. Desde aquí bajamos por el sendero por el que subimos, pero ahora tenemos de frente todo el Barranco de la Víbora, de exuberante belleza.
Me desvío a la izquierda al llegar al camino que indica la galería Poza Colón hasta que llego a su altura, pero sin cruzar el barranco, ya que el terreno no se ve cómodo y de todos modos no voy a entrar.
Regreso a sendero horizontal entre almendros en flor, hierba verde brillante y vinagrillo que amarillea el paisaje. Estamos en enero y parece primavera, algo estamos haciendo mal.
Una ruta muy, muy, muy recomendable. Y le quedo corto. Hay que venir y hacerla, preferiblemente un día de sol. No os defraudará.
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