PR-MU 65 Sendero de las Encañizadas (San Pedro del Pinatar)

Esta preciosa ruta se puede definir como plana y rectilínea. Plana porque va a nivel del mar, y rectilínea porque las largas rectas son la constante en estos casi 13 kilómetros.

Aunque el panel de inicio de ruta se ubica en la carretera de acceso a las salinas, hemos dado inicio y fin en el Molino de Quintín, junto a la playa de La Puntica. Aquí empieza una de las largas rectas que nos esperan. Es un agradabilísimo paseo por esta lengua de tierra que separa las Salinas de San Pedro del Pinatar del Mar Menor.

Tras el molino llegamos a las pasarelas de madera habilitadas para los populares y llamativos baños de lodo. A estas horas aún no había nadie, pero no deja de ser curioso de ver a la gente embadurnada de pies a cabeza y puesta a secar en estas plataformas de madera.

A los tres kilómetros alcanzamos el Molino de la Calcetera, tan vistoso como el primero. Nos aproximamos a las Encañizadas, paraje que se refiere a un antiguo tipo de pesca por el que los peces eran conducidos y encerrados en un recinto construido con cañas o cañizos.

Tenemos La Manga a tiro de piedra. La casa que vemos a pocos cientos de metros de nosotros está ya al otro lado. Es un lugar solitario, alejado de todo, casi hostil, y a la vez enigmático y atrayente. Decir que es virgen está muy lejos de la realidad, pero al menos sí se tiene esa sensación, y eso ya justifica venir aquí.

Atravesamos una corta franja de dunas y vegetación y salimos al Mediterráneo y a la Playa de Algas. Aquí arranca la segunda recta, que haremos descalzos, a ratos dentro del agua, a veces por la arena.

Esta franja acoge las playas de Algas, La Llana (nombre por el que conoce toda la franja), Barraca Quemada y las Salinas. Entre estas dos últimas hemos hecho una parada para bañarnos, y ha sido una auténtica gozada. Yo, que soy mucho más de montaña que de playa, he disfrutado como un niño.

De nuevo en camino, alcanzamos el puerto deportivo, desde donde continúa la recta en la misma dirección. Pasamos frente al centro de información del Parque Regional Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar, y aquí cometo un error: en lugar de seguir por el carril a nuestra derecha (compartiendo trazado con el SL-MU 9 Sendero del Coterillo), decido ir por el de la izquierda, que más adelante comprobaré que es un carril bici. Cuando hemos llegado a un paso de peatones hemos cruzado al lado peatonal.

Las salinas presentan aquí su cara más conocida: las parcelas de agua rosácea. Es un sitio verdaderamente singular.

Llegamos al aparcamiento de la Playa de la Torre Derribada para separarnos del SL y girar a la izquierda en una nueva recta, esta vez más corta. Tenemos salinas a ambos lados, y a la derecha vemos a lo lejos un nutrido grupo de flamencos. A estas horas (sobre las 12:30 h.) sólo unos pocos ejemplares se dejan ver a nuestra izquierda.

La avifauna en este lugar es muy variada, y a lo que parece, bastante atractiva para el aficionado a su observación. No en vano hay varios observatorios habilitados para ello.

Llegamos al panel de ruta y cruzamos la carretera para afrontar el último tramo, sin duda el más prescindible: un kilómetro y medio de acera en paralelo a un canal de agua. Aquí ya no hay vistas de las salinas, pero es corto y no tardamos en ver el Molino de Quintín, cerrando en él el círculo de una ruta preciosa y de las más recomendables de la Provincia de Murcia. Y lo dice uno al que la playa no le gusta demasiado.