PR-MU 7 Itinerario ecoturístico Rambla del Cañar (Tallante - Isla Plana, Cartagena)
near Casas de Tallante, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Nueve años casi exactos desde que hice esta ruta la primera vez, el 27 de abril de 2014. Y si aquella vez me gustó, hoy diría que todavía más.
La ruta arranca en Tallante, junto a la Iglesia de San Antonio de Padua. Encontraremos varios paneles informativos, uno de ellos el de nuestro itinerario de hoy, que además de estar homologado como sendero de pequeño recorrido PR-MU 7 es un itinerario ecoturístico.
Frente al mesón sale un camino que conduce al Rincón de Sumiedo entre almendros, algarrobos y olivos. El ambiente no puede ser más rural: entre pequeños grupos de casas diseminados aquí y allá (algunas con corral para cabras y gallinas); con los conejos, siempre asustadizos, cruzando por los bancales; con el arrullo de la palomas y el ajetreo de gorriones y merlas como banda sonora…
En el Rincón de Tallante descubrimos la Ermita de Santiago Apóstol, de pequeñas dimensiones y obra reciente. Preside una recoleta plaza junto a una imagen de la que creo que es la Virgen de Fátima.
Nuestro camino avanza y asciende suavemente por la sinuosa carreterita, hasta que alcanzamos el Collado de la Cruz. Echar la vista atrás es contemplar el Campo de Cartagena hasta Sierra Espuña y la Sierra de Carrascoy. Sin embargo, lo más espectacular está en la vertiente sur, y es la primera visión que tendremos de Peñas Blancas. Sencillamente soberbia.
Lo cierto es que tendremos el gusto de admirarlas durante un buen rato, así que iniciamos el descenso a la Rambla del Cañar, eje de esta ruta.
Dejamos una granja de ovinos a la izquierda y en cuanto llegamos a la altura de la rambla finaliza el asfalto. Comienza un largo trayecto por un camino de tierra bastante más transitado de lo que pudiera parecer. Y no es que me haya cruzado con muchos coches (de hecho sólo con un par), pero es que la Rambla del Cañar está repleta de habitantes y multitud de casas dispersas a derecha e izquierda, por lo que el camino está bastante pisado.
A los pocos minutos llegamos a una intersección donde un poste señala una ermita a la izquierda. Se trata de la Ermita de Nuestra Señora Virgen de la Luz, construida y costeada en 1970 por el medio centenar de vecinos que por entonces moraba en El Cañar, y que venía a sustituir a la ermita vieja, a la que llegaremos en un rato.
Es muy popular la romería que celebran el segundo domingo de enero, cuando salen desde Tallante, parando en la Ermita de Santiago Apóstol que vimos antes, y celebrando misa en ésta de la Virgen de la Luz. También hay encuentro de cuadrillas, como comida y merienda. Es una de las fechas más importantes en el calendario tradicional de la Región de Murcia, y suele tener mucha afluencia de gente, dado el carácter particularmente festivo y alegre de la jornada.
De nuevo en el cauce de la rambla, seguimos avanzando bajo las impresionantes paredes de Peñas Blancas, tanto que parecen irreales. A la izquierda tenemos una noria de tiro restaurada. Es un pozo del que se extraía el agua para riego mediante un burro que daba vueltas, haciendo girar la noria en cuyas ceñas subía el agua. Por eso se le conoce también como noria de sangre, porque precisaba de un ser vivo para su funcionamiento, ya que el agua a extraer no lleva corriente y por tanto carece de fuerza motriz.
Continuamos hasta una finca de mayores proporciones, protegida por una hilera de grandes eucaliptos. Aquí la rambla vira a la derecha y pronto llegamos a su tramo más húmedo, en el que el agua aflora a la superficie en un mínimo arroyuelo. La cantidad de agua es suficiente para que al canto de los pájaros se le sume el croar de las ranas.
Y por fin llegamos al lugar más bonito de la Rambla del Cañar: su ermita abandonada y una fuente de agua, que se halla escondida en un rincón precioso.
En cuanto a la ermita, diremos que es adyacente a la Finca del Cañar, y aunque ambas siguen en pie, se encuentran en completo abandono. El entorno, eso sí, ha sido acondicionado con mesas y asientos de piedra, así como paneles informativos, de modo que es un lugar perfecto para descansar y pegar un bocado. Además, el entorno invita a dar un paseo por los alrededores.
La fuente, justo enfrente de la ermita, está al abrigo de pinos, de un plátano y otros árboles frondosos. También se ha habilitado el acceso y hasta hay una mesa con sus asientos que no puede estar en un lugar más agradable, fresco y bonito.
El agua no está tratada, así que es considerada no potable. Yo he bebido y no he tenido ningún problema. Ahora bien, hasta ahora he bebido de mil fuentes no potables y nunca he tenido el menor malestar, así que no quiero decir que el agua sea buena. Sólo digo que a mí no me ha hecho ningún mal.
Probablemente, y si soy honesto, mi recomendación es poner aquí el punto final a la ida y emprender el regreso, porque lo que queda de rambla no está mal, pero ya se va abriendo y se hace menos interesante.
Acabaremos saliendo de ella junto a la depuradora de aguas, y estos últimos dos kilómetros hasta el mar sí que son totalmente prescindibles: entre invernaderos hasta la carretera que hay junto al Camping Los Madriles, y desde ahí un camino polvoriento junto a la Rambla Honda que llega, al fin, a la Playa de la Calera.
El mar siempre justifica nuestro esfuerzo, así que está muy bien llegar hasta aquí, y si se tercia, incluso pegarse un baño antes de volver. Además, es una playa canina, por lo que si lleváis a vuestro compañero perruno podéis estar tranquilos.
Por supuesto, si habéis planificado la ruta sólo de ida, dejando aquí otro vehículo, llegar a la playa es inexcusable. Pero si no os apetece hacer los veintidós kilómetros de ida y vuelta, quedándose en la ermita y fuente podéis reducir fácilmente cuatro o cinco kilómetros que realmente no son atractivos.
La ruta arranca en Tallante, junto a la Iglesia de San Antonio de Padua. Encontraremos varios paneles informativos, uno de ellos el de nuestro itinerario de hoy, que además de estar homologado como sendero de pequeño recorrido PR-MU 7 es un itinerario ecoturístico.
Frente al mesón sale un camino que conduce al Rincón de Sumiedo entre almendros, algarrobos y olivos. El ambiente no puede ser más rural: entre pequeños grupos de casas diseminados aquí y allá (algunas con corral para cabras y gallinas); con los conejos, siempre asustadizos, cruzando por los bancales; con el arrullo de la palomas y el ajetreo de gorriones y merlas como banda sonora…
En el Rincón de Tallante descubrimos la Ermita de Santiago Apóstol, de pequeñas dimensiones y obra reciente. Preside una recoleta plaza junto a una imagen de la que creo que es la Virgen de Fátima.
Nuestro camino avanza y asciende suavemente por la sinuosa carreterita, hasta que alcanzamos el Collado de la Cruz. Echar la vista atrás es contemplar el Campo de Cartagena hasta Sierra Espuña y la Sierra de Carrascoy. Sin embargo, lo más espectacular está en la vertiente sur, y es la primera visión que tendremos de Peñas Blancas. Sencillamente soberbia.
Lo cierto es que tendremos el gusto de admirarlas durante un buen rato, así que iniciamos el descenso a la Rambla del Cañar, eje de esta ruta.
Dejamos una granja de ovinos a la izquierda y en cuanto llegamos a la altura de la rambla finaliza el asfalto. Comienza un largo trayecto por un camino de tierra bastante más transitado de lo que pudiera parecer. Y no es que me haya cruzado con muchos coches (de hecho sólo con un par), pero es que la Rambla del Cañar está repleta de habitantes y multitud de casas dispersas a derecha e izquierda, por lo que el camino está bastante pisado.
A los pocos minutos llegamos a una intersección donde un poste señala una ermita a la izquierda. Se trata de la Ermita de Nuestra Señora Virgen de la Luz, construida y costeada en 1970 por el medio centenar de vecinos que por entonces moraba en El Cañar, y que venía a sustituir a la ermita vieja, a la que llegaremos en un rato.
Es muy popular la romería que celebran el segundo domingo de enero, cuando salen desde Tallante, parando en la Ermita de Santiago Apóstol que vimos antes, y celebrando misa en ésta de la Virgen de la Luz. También hay encuentro de cuadrillas, como comida y merienda. Es una de las fechas más importantes en el calendario tradicional de la Región de Murcia, y suele tener mucha afluencia de gente, dado el carácter particularmente festivo y alegre de la jornada.
De nuevo en el cauce de la rambla, seguimos avanzando bajo las impresionantes paredes de Peñas Blancas, tanto que parecen irreales. A la izquierda tenemos una noria de tiro restaurada. Es un pozo del que se extraía el agua para riego mediante un burro que daba vueltas, haciendo girar la noria en cuyas ceñas subía el agua. Por eso se le conoce también como noria de sangre, porque precisaba de un ser vivo para su funcionamiento, ya que el agua a extraer no lleva corriente y por tanto carece de fuerza motriz.
Continuamos hasta una finca de mayores proporciones, protegida por una hilera de grandes eucaliptos. Aquí la rambla vira a la derecha y pronto llegamos a su tramo más húmedo, en el que el agua aflora a la superficie en un mínimo arroyuelo. La cantidad de agua es suficiente para que al canto de los pájaros se le sume el croar de las ranas.
Y por fin llegamos al lugar más bonito de la Rambla del Cañar: su ermita abandonada y una fuente de agua, que se halla escondida en un rincón precioso.
En cuanto a la ermita, diremos que es adyacente a la Finca del Cañar, y aunque ambas siguen en pie, se encuentran en completo abandono. El entorno, eso sí, ha sido acondicionado con mesas y asientos de piedra, así como paneles informativos, de modo que es un lugar perfecto para descansar y pegar un bocado. Además, el entorno invita a dar un paseo por los alrededores.
La fuente, justo enfrente de la ermita, está al abrigo de pinos, de un plátano y otros árboles frondosos. También se ha habilitado el acceso y hasta hay una mesa con sus asientos que no puede estar en un lugar más agradable, fresco y bonito.
El agua no está tratada, así que es considerada no potable. Yo he bebido y no he tenido ningún problema. Ahora bien, hasta ahora he bebido de mil fuentes no potables y nunca he tenido el menor malestar, así que no quiero decir que el agua sea buena. Sólo digo que a mí no me ha hecho ningún mal.
Probablemente, y si soy honesto, mi recomendación es poner aquí el punto final a la ida y emprender el regreso, porque lo que queda de rambla no está mal, pero ya se va abriendo y se hace menos interesante.
Acabaremos saliendo de ella junto a la depuradora de aguas, y estos últimos dos kilómetros hasta el mar sí que son totalmente prescindibles: entre invernaderos hasta la carretera que hay junto al Camping Los Madriles, y desde ahí un camino polvoriento junto a la Rambla Honda que llega, al fin, a la Playa de la Calera.
El mar siempre justifica nuestro esfuerzo, así que está muy bien llegar hasta aquí, y si se tercia, incluso pegarse un baño antes de volver. Además, es una playa canina, por lo que si lleváis a vuestro compañero perruno podéis estar tranquilos.
Por supuesto, si habéis planificado la ruta sólo de ida, dejando aquí otro vehículo, llegar a la playa es inexcusable. Pero si no os apetece hacer los veintidós kilómetros de ida y vuelta, quedándose en la ermita y fuente podéis reducir fácilmente cuatro o cinco kilómetros que realmente no son atractivos.
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