PR TO 21: El Real de San Vicente-Cerro y Castillo de San Vicente-Pico Pelados-Cabeza del Oso

Lo primero es aclarar que la señalización de la ruta, a partir del puerto de San Vicente, es bastante deficiente, cuando no inexistente. Si no se conoce la zona y no se está acostumbrado a orientarse al andar por montaña, es imprescindible estudiarla bien antes, y a ser posible contar con un buen track. Es lamentable que la Diputación y/o el Ayuntamiento, a quien corresponda, tengan la ruta abandonada. No se trata sólo de poner los carteles y balizarla al principio, luego hay que mantenerla. Más allá de que es primavera y la vegetación se "come" las marcas, muchas están casi borradas y no se ven.
Catalogaria la ruta como de dificultad media, no por dificultad técnica, sino por su longitud y desnivel, por el esfuerzo en la orientación y, definitivamente, por la bajada después del Saucejo y la de la Cabeza del Oso.
Iniciamos la ruta en el parking habilitado tras la plaza mayor. Por el Paseo del arroyo, sin cruzarlo, alcanzamos la carretera y, unos metros más allá, a la izquierda, el cartel de inicio de ruta, junto a los caños, el lavadero y el puente por el que, ahora sí, cruzamos el arroyo.
A partir de aquí y hasta el puerto de San Vicente, la ruta es una ascensión bastante pronunciada y monótona por una pista encementada en casi todos sus tramos, con tráfico ocasional de acceso a las fincas. Un poco antes de alcanzar el puerto, a la altura de una zona incendiada recientemente, la pista empeora y el paisaje mejora, abriéndose la vista hacia el valle del Alberche y los Montes de Toledo.
Alcanzado el puerto, como a 1'15 horas del inicio, decidimos ir al Cerro de San Vicente y a las ruinas del Castillo, desvío no incluido en el trazado del PR, pero que nosotros no conocíamos aún. Para ello sólo hay que desviarse a la izquierda (oeste) y continuar ascendiendo por cualquiera de las múltiples trazas que se dirigen a lo alto del cerro. El entorno y las vistas nos sorprenden gratamente, primero en el vértice geodésico y luego en las ruinas del castillo. El panel informativo ya no informa de nada, está en blanco.
Retornamos al puerto y tomamos la carretera hacia la izquierda. Como a 100 metros, a la derecha, hay una cancela abierta con un paso canadiense y un cartel que prohíbe el paso a vehículos no autorizados. No hay señalización alguna del PR, pero es la pista que hay que tomar. Alcanzado el collado de las Cruces, nos desviamos a la derecha para coronar el Pico Pelados, segundo vértice geodésico de la jornada, que alcanzamos en 15 minutos flanqueados por grandes matas de codeso florido. Una enorme antena con la refrigeración a toda pastilla afea bastante el entorno, así que nos alejamos algo para comernos el bocata, con el Cerro de San Vicente justo enfrente. Curiosamente, junto al vértice hay un absurdo poste del PR que indica que se ha de volver al collado, donde se retoma el "itinerario principal".
En el collado, donde hay una intersección con varias pistas, no hay ninguna otra señal, incluso al otro lado de un paso canadiense donde hay otra pista se ve una señal blanca y amarilla, que evidentemente debe corresponder a la señalización de otro sendero. Continuamos por la pista que traíamos, que ahora comienza a descender. Un poco después de una cerrada curva a la izquierda, sale a mano derecha otra pista, nuevamente sin señal alguna, que es intuitivamente el desvío que hay que tomar.
Esta parte de la ruta, por la zona conocida como Saucejo, es preciosa, muy sombreada y fresca, con fincas de enormes castaños y robles y muros de piedra tapizados de musgo.
En un momento dado la pista se transforma en sendero, muy deteriorado porque es usado como circuito de trial. De hecho, nos cruzamos con un trialero, que gentilmente apagó la moto (o se le caló?) y nos dejó pasar. Más o menos a esta altura vuelven a aparecer postes del PR, inútiles ahora, pero que al menos nos sirven para ver que no nos hemos equivocado en el desvío.
Esta bajada es bastante dura, muy empinada y con terreno muy descompuesto y "lavado", donde hay que andar con cien ojos para no aterrizar. Acaba a la altura de un asador (donde hicimos pausa de hidratación) y una gasolinera.
Cruzamos la gasolinera y alcanzamos la carretera, tomándola a la izquierda unos metros hasta que vemos enfrente una pista con una señal que indica que por allí continúa la ruta. La pista se bifurca enseguida, teniendo que tomar la de la derecha, con paso canadiense y nueva señal que prohíbe el acceso a vehículos no autorizados (y a motos). No hay señal alguna en este desvío, pero como la pista asciende decididamente, es un poco de sentido común ir por ahí.
Se asciende hasta algo antes de la entrada de una finca. Hay un hito a la derecha, y un senderete algo pisado que debemos tomar. Atentos a los hitos, porque la vegetación primaveral esconde lo pisado. En un punto encontramos una senda más marcada, que asciende directamente hacia la cumbre, y es la que tomamos, que la ruta ya se va haciendo larga. En 35 minutos desde la gasolinera alcanzamos el tercer vértice del día, en un paisaje berroqueño muy agradable y con grandes vistas de todo lo recorrido en la jornada. Hay tres paneles informativos, éstos sí legibles.
Para el descenso hay que fijarse muy bien en los hitos, porque la bajada es muy pronunciada y la vegetación de helechos y zarzas se lo come todo. Nuevamente echamos de menos indicaciones del PR que nos ayudasen a encontrar la dirección correcta y a no malgastar energías, bastante menguadas a estas alturas, ya que una vez abandonada la cumbre dejas de ver el pueblo y de tener referencias. Una vez llegada a una zona más llana, donde parece haber restos de unas antiguas eras, se toma una senda que va entre dos muros de piedra, siempre en sentido descendente. Llegamos a una pista encementada y seguimos bajando. En una bifurcación tomamos la izquierda, y enseguida dejamos la pista nuevamente (hay una X del PR) para seguir bajando por una senda, con edificaciones a mano derecha, hasta que alcanzamos el pueblo. Aquí hay que estar muy atentos a las marcas del PR, que han vuelto a aparecer en las esquinas y las señales de tráfico, para callejear y finalizar la ruta en la Plaza mayor.