FERVENZA DE FECHA CARNEIRA

La fervenza de Fecha Carneira se encuentra en el Rego de Salgueiros, que es una afluente del río Salas que cerca de su desembocadura cae entre grandes rocas de granito formando varias fervenzas por su gran desnivel.
Hay varias formas de acercarse al Rego de Salgueiros. Se puede bajar desde Xermeade, cruzar el río y coger la pista que sube a Salgueiros. Otra forma, que es la que hice yo, es seguir por la carretera hasta Prado, donde se cruza el puente sobre el río Salas y nos desviamos por una pista que está balizada.
Yo fui siguiendo una ruta de alguien que había subido a Wikiloc y me pasé del Rego de Salgueiros. Pero de esta forma pude ver estas dos fervenzas sobre el río Salas.
Una vez que me di cuenta del error, volví sobre mis pasos hasta localizar el Rego de Salgueiros. Intenté buscar un sendero o pista que me acercara a las fervenzas, pero no encontré nada. Así que como otras veces tuve que arreglarmelas yendo por encima del propio río.
El río tiene que salvar un gran desnivel para llegar hasta el río Salas y pronto empezaron las primeras fervenzas. No pude hacer fotos en las que saliera yo, porque el sitio por donde bajaba el agua, era muy estrecho.
Unas veces pude fotografiar las fervenzas de forma frontal, una vez que las había superado. En otras ocasiones, la única forma de ver las cascadas era de forma lateral a las mismas.
Es una bajada difícil, muy técnica, donde hay que rescolgarse entre las piedras con el vacío sobre nuestros pies. No aconsejo realizar la ruta a alguien que no tenga experiencia en caminar/escalar por la montaña.
El agua bajando por efecto de la corriente y de la gravedad formaba abundantes fervenzas y pequeñas pozas, entre grandes bolos de granito.
Por las fotos que llevaba de referencia (que las podéis encontrar en internet poniendo río Salas y Adela Leiro), sabía que había una gran fervenza, mucho mayor que las que había visto hasta el momento.
Y, cuando estaba a punto de tirar la toalla y darme la vuelta, oí un estruendo enorme de agua y pude llegar a la gran cascada, de más de 10 metros de altura.
De todas formas, no había llegado todavía hasta el nivel del río Salas, por lo que pude ver algunas fervenzas más.
El problema vino al final, cuando uno llega a la altura del río Salas y se ve que no hay una salida digna por ninguna parte. Tuve que tirar montaña arriba por medio del bosque de ribera, lleno de silvas y de grandes penedos. El resultado fueron unas cuantas heridas que aún a día de hoy, siguen cicatrizando.