PRADOS DE JUAN RUIZ – CORTIJOS DE LOS HUECOS DE BAÑARES – MORRA DE LOS FRAILES.

(ojo, el track no está completo por falta de batería, aunque no es trascendente en el sentido de que solo falta la vuelta al inicio, unos dos km y medio por pista, que se le deben sumar a la distancia que marca el track)

Ruta por la zona de los Huecos de Bañares, junto al Calar de La Sima diseñada por Jose Andrés con una finalidad casi etnográfica, pues todo gira en torno a la visita a los numerosos cortijos (casi todos en ruinas) que en tiempos fueron la base de una población estable y dispersa en esta bella zona de sierra.

Desde los Prados de Juan Ruiz, en tiempos una aldea con al menos una docena de casas, cogemos el margen oeste del Arroyo del mismo nombre y nos introducimos en un precioso y sombreado bosque que transitamos por un camino cómodo durante 3,5 kilómetros hasta que salimos en busca de una tiná (que más bien parece un cortijo) sobre la zona del Molino de Rubial. El molino se ve una construcción recia con una estructura para traer el agua por tuberías en vertical. Entre las ruinas, la piedra del Molino, restos de un aspa de madera de la noria…y la sensación de estar en un lugar central en la vida de esta zona. Tras recuperar la pista de La Espinea, observamos en una pequeña cerrada unos recalzos de piedra de los que debió ser una antigua acequia. El lugar es de una belleza especial y en él se forman un par de pozas que incitan al baño.

Pronto llegamos al Cortijo del Rojo, lugar moteado de frutales junto a las construcciones, de las que solo queda en pie una pequeña construcción que se utiliza para guardar enseres. Aquí tomamos un primer almuerzo para dejarnos caer seguidamente hasta el Cortijo de la Espinea que da o toma nombre del arroyo sobre el que está sito. También se trata de un conjunto de construcciones que hablan de un lugar que tuvo mucha vida. Rodeado por diversas terrazas que albergan unas imponentes encinas, aún conserva algunas paredes, ventanas…la construcción principal tiene dos alturas, y entre las piedras y ladrillos derrumbados vemos algunas cajas antiguas de cerveza, botellas de licor.

Después toca ascender un poco hasta situarnos bajo Loma Rasa en busca del Cortijo de Las Lagunillas, también situado en un enclave idóneo, con unos bonales en lo que son unas terrazas donde se forma una arroyo que cae a la espinea. También aquí hay nogales, parras, almendros, y un bosquecillo de encinas bien poblado junto al cortijo, que está en ruina, pero en mucho mejor estado que los anteriores. Tiene una fuente de obra “comida” por la vegetación. Aún conserva la mayoría de puertas y ventanas, alacenas con enseres y materiales de lo que parece ser la intención de restauración. La techumbre de hecho parece que se ha derrumbado no hace mucho, rompiendo mesas y algunos muebles. Da bastante pena la visión de la ruina en un lugar tan sugerente y singular.

Ahora, pasando de nuevo por La Espinea buscamos el cortijo de Cristo, que está en un lugar de caminos muy perdidos, por lo que tenemos que buscarlo campo a través en un escarpe muy enmatojado…Al llegar nos da la sensación de que más que cortijo es tina’…y bromeamos con el nombre, ya que para llegar nos hemos puesto hechos “un cristo”, casi todos llevamos algún arañazo de las plantas. Tomamos dirección a la pista superior a la tiná para ir a Cañada chica, también un conjunto de casas que conforman una aldea en la ladera, ya en el lado este de La Espinea. También observamos nítidamente una era de trillar (son varias las que vemos en la ruta). Ladera con su arroyo, que ahora baja seco. La ruina aquí es total. Ahora nos dirigimos al cementerio que daba servicio a toda la población de la zona. Está inundado de vegetación, pero aún quedan en pie unas 10 cruces…la más moderna de 1973. En el osario, hay huesos a la vista, que tapa Josechu con unas tejas.

Salimos a lo que se supone que es el Cortijo de Parrales, que resulta era una ermita…y ahora nos dirigimos entre maleza hacia la Morra de los Frailes, una cumbre que nos va a permitir divisar toda la zona que transitamos, así como las vistas hacia la “espalda” del Calar de La Sima en Dirección a Albacete, y los Calares de Segura sobre los Huecos de Bañares.

Ahora nos dirigimos al cortijo del Collado de la Fuente donde nos disponemos a comer y donde nos encontramos al dueño bajo una noguera descansando, tomando el fresco. Se trata de otro cortijo de varias construcciones, pero evidentemente está en muy buen estado, con sus huertas “en marcha” y las gallinas y las ovejas pululando en derredor, así como uno de los perros de Javier, que es como se llama el dueño, quién nos ofrece agua mientras comemos y charlamos con él. Nos da información acerca de los topónimos de algunos cortijos, que no coinciden con los que nosotros manejamos de los mapas, nos habla de cómo era la vida por la zona, nos cuenta que el cortijo cerca del cementerio era en realidad una ermita de buena obra, y nos dice que él y la gente del Toconal, uno de los siguientes objetivos son la única población estable de la zona. También cuenta, y esto es revelador, que la zona antes tenía mucha menos masa de pinar, pues los bancales ocupaban el valle. Tras la amigable charla nos despedimos y vamos a buscar un par de cortijadas en la zona de la Loma de la Tejera, donde de nuevo transitamos por varias zonas campo a través, buscando el mejor paso, y llegamos al Centenal, un espléndido cortijo donde hay unas enormes encinas, concretamente una la de mayor tronco de las visitadas, y ya salimos a pista buscando El Toconal.

En el Toconal una pareja joven está restaurando el cortijo, las techumbres y el interior. Charlamos un rato con la mujer que está poniendo nueces a secar y nos regala unos tomates. El remate a una jornada donde no se ha dejado de mover el bigote, a base de uvas, y moras. Incluso hay quien se lleva unos cuantos níscalos. Desde El Toconal tomamos camino a Prados de Juan Ruiz.

Una jornada larga, gustosa y con unos objetivos que se cumplen con creces. Jornada con un buen grupo de andarines y grandes conocedores de la sierra a la que me he sumado gustoso y que me ha servido para conocer una zona que ofrece futuros trazados. ¡¡Espléndida!!