206. PRC-BU-199 Sendero de Las Lastras
near Brullés, Castilla y León (España)
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📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 42 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 272 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Para casi todo en la vida, hay un tira-y-afloja entre ‘lo que el Hombre propone y lo que el Cielo dispone’. En el caso de las rutas senderistas/montañeras, ese aforismo no es metafórico; es literal. Es el cielo real, su meteorología atmosférica.
El tiempo primaveral es voluble y azaroso, además de localista (puede estar nublado o llover aquí y no al lado; o ahora sí, pero no a la hora). Había, por tanto, que aprovechar los huecos de cielo despejado.
De hecho, en el comienzo de la ruta, sombríos nubarrones deshilachados por el fuerte viento se levantaban amenazadores desde el norte. Venían por encima del alto de Coculina y el castro del Perul, como si quisieran engullirlos.
Los pronósticos eran de sol al principio de la mañana. Después, las nubes lo irían cubriendo todo. Había, pues, que empezar temprano. Luego, sin embargo, de lo dicho nada hubo. La oscura amenaza fue una bravuconada. El sol se adueñó del día.
La única consecuencia negativa fue que, para ganar tiempo con sol, nos saltamos casi dos km en la parte inicial de la ruta. Resultó innecesario a la postre. Pero, por buscar el lado positivo, así evitamos los cerros barridos por un vendaval helado a esa hora.
LA RUTA
Seguimos la guía de ‘Chicho y Toñi’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/prc-bu-199-sendero-de-las-lastras-coculina-quintanilla-de-la-presa-brulles-coculina-9931623?showFollow=1 . Con dos salvedades: empezamos en Brullés (en lugar de Coculina); e hicimos el primer km y pico por carretera (en lugar de subir al páramo).
Es obligado aquí reconocer el esfuerzo y el esmero de ‘Chicho y Toñi’ en la descripción verbal y gráfica de sus rutas. Sin conocerles, su actitud me resulta admirable. Traslucen generosidad y pasión por esta sana afición.
El ‘Sendero de Las Lastras’ puede iniciarse en cualquiera de los tres pueblos por los que pasa: Brullés, Coculina, y Quintanilla de la Presa. Lo hicimos desde el primero.
Hasta el km 1,3 fuimos por carretera (BU-601; vacía y con amplio arcén). Se puede evitar este tramo, si se desea. Sería a cambio de añadir algo más de 1,5 km de longitud y 100 m de desnivel por caminos hacia, por, y desde el páramo.
En el km 1,3 tomamos un camino que nos lleva hasta Coculina (km 3,6). Un poco de callejeo, su iglesia (¡cómo no!) con original espadaña y, saliendo, una bonita y pequeña área recreativa con humedal, fuente, mesas, …y el ‘Banco de Coculina’.
Continuamos por pista y camino hasta Quintanilla de la Presa (km 8,0). Callejeo (y su iglesia). Quise preguntar a algún vecino por lo de ‘la presa’ (de dónde le viene al nombre…). Quise,…pero a nadie vimos.
Continuamos un poco más en zona de suaves navas y campos, hasta iniciar (km 9,4) el ascenso al páramo. De tierra rojiza y tierras de verde. Descendemos a la campiña del río Brullés. Antes, algún regato nos maravilla en terreno seco.
Apenas sin darnos cuenta, estábamos de vuelta. Tres horas que se hicieron cortas. Brullés también tiene su iglesia, que parece una ermita. Me acordé de mi amigo Esteban, brullesano, a quien conocí de niño, estudiando, a 300 km de aquí (¡que entonces eran km!).
Posibles Dificultades:
No hay dificultades físicas o técnicas. La ruta tiene leves ondulaciones y siempre discurre por terrenos firmes. Es cierto que hay numerosas bifurcaciones y conviene llevar una guía. Las señales de los postes indicadores y carteles están ya muy desvaídas por la intemperie.
DESTACADO
Desconocemos la razón de ser del nombre “Sendero de las Lastras”. Según la RAE, las lastras son lanchas o lajas: “Piedras más bien grandes, lisas, planas y de poco grosor”. No las vimos. Sí hay un arroyo con ese nombre (de “la Lastra”), que baja hacia Brullés por el noroeste.
Hay rutas con fuertes contrastes y algunos hitos que sobresalen. Ésta, en cambio, presenta una notable continuidad, sin grandes saltos paisajísticos. No es, sin embargo, monótona. Casi como sin darte cuenta, pasas, embelesado, de un ambiente a otro.
Algunos aspectos llaman especialmente la atención y atraen el interés:
(1) De principio a fin, hay infinidad de plantas primaverales en las orillas de los caminos. De todos los colores y formas. Algunas son conocidas; la mayoría, no (para los no especialistas en botánica). Una delicia visual para unos y otros.
(2) Desde el mirador de Coculina, con sus muestras florales (artificiales, para que resistan al raso, pero dignas), se tiene una bella perspectiva del liviano valle debajo, los rocosos perfiles del alto de Coculina al fondo, y el propio pueblo en el medio.
(3) Saliendo de Coculina hacia Quintanilla de la Presa, hay un bonito espacio de asueto, con un estanque natural (plantas acuáticas… y ranas). Luego, una pista de tierra blanca nos lleva a los entresijos del valle, bajo el alto del Val como vigía.
(4) El paraje donde se ubica Quintanilla de la Presa trasmite la sensación de aislamiento total. Está surcado por algunos arroyos con bosque de ribera. Sorprenden las mimbreras de los sauces cenicientos, y los sauces blancos, y sus ‘flores’ de algodón.
(5) Superada la nava y alzados al páramo, se despliega otro espectáculo: el de las acaracoladas tierras rojizas, arcillosas, en las cuestas encaradas hacia Brullés. Puede ser éste un paisaje más áspero que el anterior, pero ahora está lleno de vida y color.
Los tres pueblos parecen jugar a ‘las tres esquinas’, equidistantes entre sí a lo largo de la ruta. Muy pequeños, más Quintanilla y Brullés que Coculina, todos guardan muestras de hidalguía e historia. Aportan calor humano a un paisaje solitario, pero acogedor.
ANÉCDOTA
Estaba siendo una ruta placentera y regalada. Sin sorpresas que elevasen la paz a rango de anécdota. Previsible, dentro de la belleza primaveral que seguía imparable su curso.
‘Demasiado’ tranquila. Cuando a la mente no le proporcionas estimulación más allá de lo predecible, se anticipa a fabricar alimento excitante por su cuenta. Creo que eso me sucedió de mitad de la ruta hacia adelante.
Me dio por preguntarme por qué unos cántabros de Pedreña como ‘Chicho y Toñi’ (nuestros ‘guías’) habían dejado sus tierras marineras para venir a estos páramos. ¿Por qué meterse dos horas de coche y 150 km, como poco, para venir (y luego volver)?
Era, pues, ese asombro un tenue amago de anécdota. Pero distaba de ser suficiente. Necesitábamos algo menos puramente mental; algo más tangible. A ello voy.
Reconozco que me pirro por las amapolas. Estábamos ya en época. Hasta ahora, en rutas previas, habíamos visto ‘pocas’ (para mis ansias). Pensé que, por estos campos cerealistas, hoy sería ideal para contemplar fincas enteras con amapolas.
Llegamos al final y sólo habíamos visto algunas manchas salpicando las linderas. Me había quedado, pues, con arraño de su rojo intenso. Como con síndrome de abstinencia. Pero no había más. Tendría que ser otro día (“…pero, ¿y si se agostan, y si se acaban…?”).
Algo apenado, nos pusimos en marcha de vuelta a casa sobre cuatro ruedas. En lugar de ir por la carretera ‘buena’, como al venir, por Villadiego, decidimos variar por los valles del interior (Tobar, etc.). Carreteras estrechas con las orillas colonizadas por la hierba.
¡Mas, en buena hora! ¡El hada madrina; otra vez! A unos 10 km, nos deslumbraron dos campos prietos de amapolas. Cerca del segundo se podía aparcar.
Nos pusimos ‘ciegos’ de amapolas: 61 fotos; ¡y 4 videos! (pongo sólo 3 fotos de muestra). ¿Querías rojo (éste, el natural, el genuino…)? Pues, ¡tómalo! y más: ¡rojo con verde y amarillo, y con blanco y violeta!
¿Fue casualidad que variásemos el trayecto de vuelta (más complicado) por allí? Juro que lo decidimos en el último momento, justo al subirnos al coche para emprender el regreso a casa. Y juro que lo hicimos sin pensar (conscientemente) en las amapolas….
Enigmas y maquinaciones en los sótanos de la mente….
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 42 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 272 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Para casi todo en la vida, hay un tira-y-afloja entre ‘lo que el Hombre propone y lo que el Cielo dispone’. En el caso de las rutas senderistas/montañeras, ese aforismo no es metafórico; es literal. Es el cielo real, su meteorología atmosférica.
El tiempo primaveral es voluble y azaroso, además de localista (puede estar nublado o llover aquí y no al lado; o ahora sí, pero no a la hora). Había, por tanto, que aprovechar los huecos de cielo despejado.
De hecho, en el comienzo de la ruta, sombríos nubarrones deshilachados por el fuerte viento se levantaban amenazadores desde el norte. Venían por encima del alto de Coculina y el castro del Perul, como si quisieran engullirlos.
Los pronósticos eran de sol al principio de la mañana. Después, las nubes lo irían cubriendo todo. Había, pues, que empezar temprano. Luego, sin embargo, de lo dicho nada hubo. La oscura amenaza fue una bravuconada. El sol se adueñó del día.
La única consecuencia negativa fue que, para ganar tiempo con sol, nos saltamos casi dos km en la parte inicial de la ruta. Resultó innecesario a la postre. Pero, por buscar el lado positivo, así evitamos los cerros barridos por un vendaval helado a esa hora.
LA RUTA
Seguimos la guía de ‘Chicho y Toñi’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/prc-bu-199-sendero-de-las-lastras-coculina-quintanilla-de-la-presa-brulles-coculina-9931623?showFollow=1 . Con dos salvedades: empezamos en Brullés (en lugar de Coculina); e hicimos el primer km y pico por carretera (en lugar de subir al páramo).
Es obligado aquí reconocer el esfuerzo y el esmero de ‘Chicho y Toñi’ en la descripción verbal y gráfica de sus rutas. Sin conocerles, su actitud me resulta admirable. Traslucen generosidad y pasión por esta sana afición.
El ‘Sendero de Las Lastras’ puede iniciarse en cualquiera de los tres pueblos por los que pasa: Brullés, Coculina, y Quintanilla de la Presa. Lo hicimos desde el primero.
Hasta el km 1,3 fuimos por carretera (BU-601; vacía y con amplio arcén). Se puede evitar este tramo, si se desea. Sería a cambio de añadir algo más de 1,5 km de longitud y 100 m de desnivel por caminos hacia, por, y desde el páramo.
En el km 1,3 tomamos un camino que nos lleva hasta Coculina (km 3,6). Un poco de callejeo, su iglesia (¡cómo no!) con original espadaña y, saliendo, una bonita y pequeña área recreativa con humedal, fuente, mesas, …y el ‘Banco de Coculina’.
Continuamos por pista y camino hasta Quintanilla de la Presa (km 8,0). Callejeo (y su iglesia). Quise preguntar a algún vecino por lo de ‘la presa’ (de dónde le viene al nombre…). Quise,…pero a nadie vimos.
Continuamos un poco más en zona de suaves navas y campos, hasta iniciar (km 9,4) el ascenso al páramo. De tierra rojiza y tierras de verde. Descendemos a la campiña del río Brullés. Antes, algún regato nos maravilla en terreno seco.
Apenas sin darnos cuenta, estábamos de vuelta. Tres horas que se hicieron cortas. Brullés también tiene su iglesia, que parece una ermita. Me acordé de mi amigo Esteban, brullesano, a quien conocí de niño, estudiando, a 300 km de aquí (¡que entonces eran km!).
Posibles Dificultades:
No hay dificultades físicas o técnicas. La ruta tiene leves ondulaciones y siempre discurre por terrenos firmes. Es cierto que hay numerosas bifurcaciones y conviene llevar una guía. Las señales de los postes indicadores y carteles están ya muy desvaídas por la intemperie.
DESTACADO
Desconocemos la razón de ser del nombre “Sendero de las Lastras”. Según la RAE, las lastras son lanchas o lajas: “Piedras más bien grandes, lisas, planas y de poco grosor”. No las vimos. Sí hay un arroyo con ese nombre (de “la Lastra”), que baja hacia Brullés por el noroeste.
Hay rutas con fuertes contrastes y algunos hitos que sobresalen. Ésta, en cambio, presenta una notable continuidad, sin grandes saltos paisajísticos. No es, sin embargo, monótona. Casi como sin darte cuenta, pasas, embelesado, de un ambiente a otro.
Algunos aspectos llaman especialmente la atención y atraen el interés:
(1) De principio a fin, hay infinidad de plantas primaverales en las orillas de los caminos. De todos los colores y formas. Algunas son conocidas; la mayoría, no (para los no especialistas en botánica). Una delicia visual para unos y otros.
(2) Desde el mirador de Coculina, con sus muestras florales (artificiales, para que resistan al raso, pero dignas), se tiene una bella perspectiva del liviano valle debajo, los rocosos perfiles del alto de Coculina al fondo, y el propio pueblo en el medio.
(3) Saliendo de Coculina hacia Quintanilla de la Presa, hay un bonito espacio de asueto, con un estanque natural (plantas acuáticas… y ranas). Luego, una pista de tierra blanca nos lleva a los entresijos del valle, bajo el alto del Val como vigía.
(4) El paraje donde se ubica Quintanilla de la Presa trasmite la sensación de aislamiento total. Está surcado por algunos arroyos con bosque de ribera. Sorprenden las mimbreras de los sauces cenicientos, y los sauces blancos, y sus ‘flores’ de algodón.
(5) Superada la nava y alzados al páramo, se despliega otro espectáculo: el de las acaracoladas tierras rojizas, arcillosas, en las cuestas encaradas hacia Brullés. Puede ser éste un paisaje más áspero que el anterior, pero ahora está lleno de vida y color.
Los tres pueblos parecen jugar a ‘las tres esquinas’, equidistantes entre sí a lo largo de la ruta. Muy pequeños, más Quintanilla y Brullés que Coculina, todos guardan muestras de hidalguía e historia. Aportan calor humano a un paisaje solitario, pero acogedor.
ANÉCDOTA
Estaba siendo una ruta placentera y regalada. Sin sorpresas que elevasen la paz a rango de anécdota. Previsible, dentro de la belleza primaveral que seguía imparable su curso.
‘Demasiado’ tranquila. Cuando a la mente no le proporcionas estimulación más allá de lo predecible, se anticipa a fabricar alimento excitante por su cuenta. Creo que eso me sucedió de mitad de la ruta hacia adelante.
Me dio por preguntarme por qué unos cántabros de Pedreña como ‘Chicho y Toñi’ (nuestros ‘guías’) habían dejado sus tierras marineras para venir a estos páramos. ¿Por qué meterse dos horas de coche y 150 km, como poco, para venir (y luego volver)?
Era, pues, ese asombro un tenue amago de anécdota. Pero distaba de ser suficiente. Necesitábamos algo menos puramente mental; algo más tangible. A ello voy.
Reconozco que me pirro por las amapolas. Estábamos ya en época. Hasta ahora, en rutas previas, habíamos visto ‘pocas’ (para mis ansias). Pensé que, por estos campos cerealistas, hoy sería ideal para contemplar fincas enteras con amapolas.
Llegamos al final y sólo habíamos visto algunas manchas salpicando las linderas. Me había quedado, pues, con arraño de su rojo intenso. Como con síndrome de abstinencia. Pero no había más. Tendría que ser otro día (“…pero, ¿y si se agostan, y si se acaban…?”).
Algo apenado, nos pusimos en marcha de vuelta a casa sobre cuatro ruedas. En lugar de ir por la carretera ‘buena’, como al venir, por Villadiego, decidimos variar por los valles del interior (Tobar, etc.). Carreteras estrechas con las orillas colonizadas por la hierba.
¡Mas, en buena hora! ¡El hada madrina; otra vez! A unos 10 km, nos deslumbraron dos campos prietos de amapolas. Cerca del segundo se podía aparcar.
Nos pusimos ‘ciegos’ de amapolas: 61 fotos; ¡y 4 videos! (pongo sólo 3 fotos de muestra). ¿Querías rojo (éste, el natural, el genuino…)? Pues, ¡tómalo! y más: ¡rojo con verde y amarillo, y con blanco y violeta!
¿Fue casualidad que variásemos el trayecto de vuelta (más complicado) por allí? Juro que lo decidimos en el último momento, justo al subirnos al coche para emprender el regreso a casa. Y juro que lo hicimos sin pensar (conscientemente) en las amapolas….
Enigmas y maquinaciones en los sótanos de la mente….
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