Pueblos de la antigua Tahá de Ferreira: Pitres, Pórtugos, Atalbeitar, Busquístar, Ferreirola, Fondales, Mecinilla y Mecina.

Este fin de semana decidimos aprovechar los últimos rescoldos del otoño en La Alpujarra de Granada para disfrutar de uno de sus secretos mejor guardados, la antigua Tahá (palabra árabe que designa una comarca o distrito administrativo) de Ferreira, que incluye la actual Tahá de Pitres junto con Pórtugos y Busquístar.

En esta ruta visitamos ocho núcleos de población, donde disfrutamos de sus lavaderos y fuentes, sus eras, callejuelas y terraos tachonados, sus ermitas, iglesias y molinos, a los que accedemos por caminos de herradura que cruzan castañales centenarios, aprovechando los antiguos puentes y acequias de riego que daban vida a estas tierras.

Además, realizamos una travesía por una "olvidada" acequia (al menos yo no he visto ningún recorrido que la incluya en las muchas rutas que he consultado en wikiloc) que durante largo trecho nos permite disfrutar de la zona baja del impresionante barranco del río Trevélez, hasta llegar al Molino situado al lado del Puente de Ferreirola. Es necesario señalar que para acceder a esta acequia abandonamos la Ruta Medieval que se inicia en Busquistar y tuvimos que realizar un complicado descenso campo a través, señalado en los waypoints de la ruta con los indicadores de peligro.

Probablemente sea más recomendable hacer la ruta en sentido inverso y ver a donde nos lleva esa acequia aguas arriba; de una forma u otra es un tramo de la ruta que merece la pena recorrer. Nosotros decidimos hacerla en este sentido para evitar los puntos más visitados, los Chorrerones de Pitres y Pórtugos y la Fuente Agria, en las horas de mayor afluencia y aún así sobre las 10 de la mañana ya coincidimos con un Autobús en este último punto, que se está convirtiendo en uno de los más visitados de Las Alpujarras.

Sin duda una ruta para disfrutar en modo "slow motion", dejándose sorprender por la peculiar arquitectura de sus pueblos, paladeando las aguas agrias de sus manantiales, admirando los intensos colores de sus arboledas, paseando sus intricados caminos de herradura; gozando, en fin, de la esencia de Las Alpujarras.